Derechas fracasadas: el caso de Guatemala

Cuando ocurren procesos electorales, es imposible no evitar la ambigua y repetitiva discusión acerca de la dicotomía de izquierdas y derechas. Para bien o para mal, estos términos se utilizan para caracterizar a las distintas facciones políticas en contienda, y para predecir cuáles serán las políticas públicas que impulsarán el triunfo en las Elecciones.

En el país centroamericano de Guatemala acaba de llevarse a cabo un proceso eleccionario. La Ley Electoral y de partidos políticos en este país estipula que las Elecciones se llevarán a cabo cada cuatro (4) años y que allí se elegirán los puestos de Presidente, Vicepresidente, Diputados al Congreso de la República y Alcaldes a nivel municipal. De ahí que se le denominen Elecciones Generales, ya que hay un recambio en la totalidad de órganos de poder.

Fue así como la población guatemalteca se avocó a las urnas el pasado 25 de junio. Las encuestas indicaban que únicamente cuatro partidos políticos tenían la oportunidad de declararse ganadores en la Elección:

  1. La UNE (Unidad Nacional de la Esperanza), partido con historial socialdemócrata, pero más apegado al centro en esta Elección.
  2. El Partido Valor, de tendencias conservadora y supuestamente “liberal clásica”.
  3. El Partido Vamos (Vamos por una Guatemala Diferente), quien es el partido oficial y catalogado de centroderecha o derecha clásica.
  4. El partido CABAL, de centroderecha reformista.

Cabe señalar que Guatemala posee un sistema multipartidista y fuertemente atomizado, lo cual se evidencia en el hecho de que más de 20 partidos participaron en 2023.

No obstante, la noche del 25 de junio tenía una sorpresa para la clase política tradicional del país: el Movimiento Semilla, un partido de izquierda progresista y en su mayoría integrado por jóvenes, se colocó en segundo lugar después de la UNE en las Elecciones Presidenciales, situación que generó que ambos partidos se disputarán el balotaje para, finalmente, llevar a Semilla alcanzar la Presidencia.

Muchas fueron las razones por las cuales Semilla logró colarse al balotaje. Sin embargo, una de las más evidentes fue la incompetencia de los demás partidos políticos para capitalizar la insatisfacción y la indecisión de la mayoría de la población. Desde la instauración de la democracia en el país (1985), Guatemala ha carecido de partidos políticos institucionalizados y representativos, alcanzando su clímax en la última Elección. Muestra de ello es que el voto nulo y el voto en blanco en total sumaron casi el 25 % de los votos.

En tal sentido, la derecha del país, que aglutina desde posiciones autoritarias y radicales, hasta partidos más intervencionistas en lo económico y moderados en lo social, fracasó en su intento por ganarle la elección a la izquierda. Vale la pena mencionar que en Guatemala únicamente en un par de ocasiones han gobernado proyectos políticos con una clara tendencia hacia la justicia social. El que en 2023 la derecha perdiese estrepitosamente, es síntoma de que algo anda mal en esta posición política.

Y es que los partidos que se denominan de derecha en “el país de la eterna primavera” han perdido legitimidad frente a la población. La corrupción, la incompetencia, el divorcio entre representantes-representados y, sobre todo, la falta de ética en el ejercicio político, generó que las personas buscaran alternativas ante los mismos de siempre. Asimismo, la falta de empatía y el poco contacto con las nuevas generaciones provocó que los jóvenes, quienes integran más del 30 % de la totalidad de la población del país, se avocaran a posturas menos reaccionarias y más propensas a escucharlos.

Con todo esto, es innegable que no solo la derecha debe renovarse, sino toda la oferta electoral de Guatemala. Por ello, no es descabellado creer que en los próximos años, así como sucedió de cierta forma en Argentina, surja una alternativa genuinamente liberal en mi país. Durante los próximos cuatro años se requerirá de grupos de oposición que puedan incomodar al Gobierno de turno. Veremos si alguno de ellos se aproxima a lo que se conoce como “las ideas de la libertad”.

Lo único seguro es que las Elecciones de 2023 servirán como lección para futuros movimientos liberales. Los pecados electorales que cometieron las derechas son un parámetro para identificar las percepciones y preferencias de los ciudadanos guatemaltecos. Si el liberalismo pone el pie en la puerta e ingresa al mercado electoral con una propuesta fresca, coherente y programática ideológicamente, y en especial, con principios éticos firmes, se podrá vislumbrar un futuro liberal. Ojalá se concrete.


Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

Luis Javier Medina

Politólogo en formación por la USAC Tricentenaria (Universidad de San Carlos de Guatemala). Escritor, conferencista, analista político y columnista para revistas digitales a nivel universitario y diferentes medios de su país y el exterior. Gestor de Proyectos y Consultor para organizaciones de la sociedad civil en el área juvenil. Coordinador Local Senior de Students For Liberty Guatemala (SFL Guatemala).

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