En los últimos años se viene presentado la meme-política en nuestro país, en la que el meme remplaza el argumento y caricaturiza la realidad, convirtiendo una pieza gráfica viral, en un verdadero virus en la discusión sobre lo público.
Hemos llegado a tal punto, que se ha vuelto tema central en forma y fondo de lo que se quiere transmitir en la nueva plaza, desplazando el razonamiento, la demostración, las premisas y las consideraciones que se deben tomar en cuenta a la hora de la disertación política.
Nuestra realidad es compleja y viene en escala de grises, y reducir todo a un meme crea una distorsión en la opinión pública, convirtiéndose a su vez en un elemento de manipulación que en nada ayuda a que la ciudadanía tenga una visión bien informada del acontecer diario.
Junto con el alto grado de polarización, memes y de noticias falsas que abundan en las redes sociales, afloran también los ataques ad hominem, haciendo que el debate se degrade aún más y que las pasiones políticas superen a la razón.
En Colombia y Medellín, los funcionarios y servidores públicos tenemos que hacer un esfuerzo enorme para darle altura a la discusión política, no solo porque hace parte esencial de nuestro papel, sino porque tenemos un deber moral y ético con la ciudadanía, y no podemos ser parte del problema, sino de la solución.
Debemos aprender a construir desde las enormes diferencias que existen entre nosotros, porque solo así podremos salir adelante como sociedad, y esto lo haremos el día que prevalezcan los argumentos sobre a la caricatura del momento, dándole prioridad a la discernimiento y al bienestar común.
No podría concluir esta columna, sin decir que todos los partidos y en especial el Centro Democrático, han sido en los últimos años víctima de esa mofa simplista, lo que ha hecho que exista y se agudice un clima de opinión muy hostil hacia la política y los políticos, pero desde las toldas de la institucionalidad, y del sentido común, invitamos siempre a los ciudadanos y detractores a anteponer los argumentos y la historia, por encima de esa animadversión que se ha querido generalizar contra nosotros.
Como sociedad somos más fuertes cuando construimos puentes para entendimiento y no paredones para el señalamiento injusto, la burla o la calumnia.
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