¿Petro-Chavismo? A menos de una semana de los comicios electorales para la elección presidencial en Colombia, el país sudamericano pasa por uno de sus momentos de mayor temor e incertidumbre en su historia política reciente. Las encuestas determinan en todos los casos un escenario en el cual la decisión de la máxima magistratura del país cafetero se definirá entre polos opuestos: El candidato de la derecha vs el de la izquierda, Duque vs Petro. La historia de la segunda vuelta presidencial es relativamente joven en las elecciones colombianas; no obstante, ni en ese modelo, ni en el de una sola cita eligiendo la mayor votación, se percibía la posibilidad que un candidato realmente de izquierda pudiese ser el ganador. Esos mismos vaticinios auguran que en todo caso, si así se llegara a desarrollar la segunda cita electoral, Iván Duque derrotaría a Petro con un amplio margen. Por eso mismo, es que los partidarios del el ex presidente Uribe se les hace agua la boca si esa fuera su suerte y no tener que enfrentar a Vargas Lleras como lo proyecta el sistema de pronósticos.
Pero realmente, ¿ésta sería una pelea de tigre con burro amarrado? En mi concepto esa es la pregunta del millón; lo poco que los medios permiten ver y lo mucho que las redes sociales de los partidistas de la Colombia Humana, es que Petro es un fenómeno que está llenando cuanta plaza pública visita, y que por demás no se está valiendo de ningún tipo de maquinaria, ni práctica tradicional para lograrlo. Múltiples han sido las estrategias que ha utilizado su campaña para lograr hacer de un ex guerrillero confeso un símbolo que genera esperanza en un sector importante de la clase obrera de Colombia: Colores, modales y un discurso muy popular y de muy fácil degustación que en muchos casos limita con el populismo, son el coctél perfecto que hoy embriaga de optimismo a sus partidarios
En al año 2010 y por esta misma época, el candidato que en teoría generaba una amplia movilización de masas, sobre todo las juveniles e independientes, era el profesor Antanas Mockus, quien a diferencia de los resultados de las encuestas actuales no era el segundo, sino que derrotaba por un margen importante al hoy presidente reelecto Juan Manuel Santos. Fue luego de los escrutinios que se pudo evidenciar que el máximo expositor de la cultura ciudadana a nivel regional era el amplio ganador en redes sociales más no en las urnas. Pero a diferencia de lo que sucedía hace 8 años, en este momento son tanto las redes sociales como las plazas públicas en apartados municipios de la geografía del país cafetero o en sus principales capitales las que muestran un indicio difícilmente discutible. Petro y su campaña han apelado a encarnar a grandes líderes políticos liberales inmolados como Gaitán y Galán, al mismo tiempo que hacen alegoría a su mentor Carlos Pizarro, máximo líder del extinto movimiento guerrillero y luego partido político M-19, también asesinado.
En un país donde las encuestas miden solo las personas que han votado en los últimos años, en el cual el porcentaje de abstención es superior al 51%, resulta ciertamente difícil poder medir el verdadero impacto que pueda estar teniendo el mensaje de renovación que promete el candidato de izquierda. El actual registrador nacional, luego de haber sido responsable de la no preparación adecuada de las consultas el pasado 11 de marzo (evento en el cual sobraron votantes y faltaron tarjetones) ha manifestado que esperan cerca de 17 millones de sufragantes este 27 de mayo. Sin embargo, me atrevo a afirmar que no menos de 18 millones de colombianos saldremos a las urnas a ejercer nuestro derecho al voto.
También me atrevo a apostar que, por primera vez en décadas, Colombia derrotara porcentualmente el margen de abstención. Es decir, más del 50% de los inscritos y habilitados para votar lo harán, y eso en todo caso también modificará los cálculos de las empresas encuestadoras y los estrategas y analistas de los diferentes candidatos. En conclusión, estamos a muy pocos días de saber si Gustavo Petro realmente es el fenómeno político que destacan algunos medios internacionales, o es otro de esos candidatos inflados, buche y pluma, bien sea como estrategia de su propia campaña o tal vez por los estrategas de sus contradictores, los cuales a través del miedo pretenden garantizar el éxito de sus clientes.
Si gana Petro, será la consolidación del máximo líder de izquierda que calza Ferragamo y que ha logrado hacer de eso una fortaleza. Una figura que será el símbolo de la esperanza y que encarnará una serie de cambios estructurales en la política económica y minero-energética de Colombia. Si no alcanza a pasar la primera vuelta, quedará demostrado que Colombia prefiere lo conocido que mal o bien mantiene el país como una de las economías más sólidas del continente, que considera definitivamente un riesgo que un ego comprobado como el del ex burgomaestre puede ser un riesgo real que amenace la estabilidad democrática y económica del país.
Y si pierde en segunda vuelta, será el más férreo y severo opositor, líder de esa bancada desde el Congreso, como lo determinó la reforma política, y entonces valdrá la pena volver a prender el televisor y sintonizar los debates en los cuales se consolide una participación política mucho más ideológica. Petro tiene una oportunidad histórica y emergió para darle oxígeno a una izquierda desgastada y consumida en profundos escándalos en todo el continente, que acabó con economías ricas y desiguales, dejando esos países sumergidos en las más profundas crisis de su historia.