Covid-19: los otros riesgos y nuestros dirigentes

En estos días de cuarentena “obligatoria”, todos parecemos repetir en nuestras mentes “coronavirus” (en inglés, con el acento de Cardi B), pues estamos saturados de información, no toda veraz o útil, sobre la actual situación de la pandemia que se deriva de la enfermedad de Covid-19, su alto grado de contagio y una mortalidad, que si bien en relación con el grado de contagiados no es muy elevada, si representa hoy en el mundo casi 50.000 muertes y casi un millón de contagios.

Para comprender la actual situación debemos abordar realidades que si bien impopulares, deben considerarse en la toma de decisiones de nuestros dirigentes, entre ellas, asumir que muy probablemente todos contraigamos la enfermedad y la superemos, como lo hizo el secretario de movilidad de Medellín (los técnicos en la materia ya determinarán si las excelentes situaciones de movilidad se deben a la contingencia o a su ausencia, yo no tengo criterios técnicos para definirlo); igualmente, las muertes que muy a nuestro pesar se generarán, tal como lo dijo en su impopular y controversial tweet el dueño de la marca Mattelsa, será sobre una población conformada por adultos mayores y personas jóvenes con alguna enfermedad base previa, que comprometa su sistema inmune. En este punto pienso en mi abuela y mi madre, pues las acciones que se tomen, por supuesto, deben ser tendientes a proteger esta población.

Sin embargo, vemos que la actual discusión en el liderazgo político parece polarizarse entre salud vs economía, siendo la primera limitada (por algunos de nuestros dirigentes) a evitar el número de contagios derivados del Covid -19 y las muertes ocasionadas por esta.

En la opinión del suscrito este podría ser el primer error en la toma de decisiones, porque la salud no es sólo la reducción de muertes por una enfermedad determinada, salud es una adecuada alimentación, salud es una convivencia en un ambiente sin tensión, salud es entender que no todos contamos con los mismo mecanismos para atender las medidas tendientes a proteger una población objetivo en particular, pero sobretodo, salud es evitar una violencia y vandalismo como resultado de no atender factores como estos, que lleve una anarquía social donde los casos de muerte no respeten ninguna población en particular o la mortalidad no sea calculable.

Dicho lo anterior, debo aclarar que no estoy en contra de las medidas de aislamiento, las aplaudo cuando son tomadas de forma responsable y por plazos que mitiguen el covid-19 sin originar afectaciones que puedan derivarse en más pérdidas humanas, y no las que se toman con el fin de obtener algún rédito político (aunque sería más adecuado el término electoral).

Ahora bien, ¿cómo creo que han actuado nuestros dirigentes?, primero debo manifestar que la narrativa que pretende responder dicho interrogante se hará con base en las decisiones de 4 políticos del poder ejecutivo de Colombia elegidos por votación popular, el Presidente de la República, Iván Duque Márquez; la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López Hernández; el Gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria Correa; y el Alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle. En especial las decisiones tomadas días antes de la declaratoria de lo que en Bogotá se denominó “simulacro de aislamiento” y en Antioquia “cuarentena por la vida” (sí, así como el eslogan del ex alcalde Aníbal Gaviria, se acuerdan: “Medellín, todos por la vida”) y la posterior declaratoria de cuarentena “obligatoria” (aprovecho y explico que las comillas son por la gran cantidad de excepciones que contempla la norma, que personalmente creo que son necesarias por las razones que ya esbocé, y porque los mecanismos para que la misma sea impuesta de forma coercitiva son bastante difusos, pues no habría forma de comprobar que los ciudadanos que salieron de sus hogares no se encuentran dentro de una de éstas).

La clase de dirigentes que tenemos la podemos catalogar en dos grupos, por la similitud de su actuar y por sus decisiones: uno, conformado por Claudia López y Aníbal Gaviria; y otro, conformado por Iván Duque y Daniel Quintero. Me imagino tanto a la derecha, como la izquierda diciendo que cómo es posible que asimile a Claudia con Aníbal o a Duque con Quintero, pues bien, eso es precisamente lo que trataré de explicar a continuación.

Al comienzo de la situación derivada por el Covid-19, cuando se reportaban escasos contagios en Colombia, y ante la falta de experiencia y conocimientos en pandemias que se tiene (porque nadie es experto en cómo mitigarlo o curarlo), tanto Claudia como Aníbal mostraron el liderazgo que los caracteriza (incluso desde elecciones, la primera que logró afianzar esa corriente rebelde a la clase política tradicional para ganar la alcaldía, y el segundo al pertenecer a la “élite” de la clase política que logró unir a los diferentes partidos entorno a él), para anticipar a la presidencia sus medidas de mitigación al contagio del virus. Claudia en lo que pareció un desafío al poder del presidente, y Aníbal, quien se reunió con los alcaldes del Valle de Aburra (si, con los alcaldes de los municipios con más presupuestos y menos falencias del Departamento), en un intento por mitigar el tradicional liderazgo del Alcalde de Medellín en esta subregión. En este punto todos respaldábamos las decisiones tomadas en Bogotá y Antioquia en un ambiente esperanzador de evitar la contingencia, en parte respaldado por la timidez (hoy diría sensatez) que caracterizó a Duque y Quintero, el primero elegido por el uribismo del país y el segundo por el anti-uribismo (con el componente de un tercer candidato afín al uribismo que debilitó en casi 100.000 votos el candidato oficial, si ese “el del ex alcalde”).

Sin embargo, la perspectiva de la realidad entorno a las decisiones de estos, se vio modificada cuando el gobierno nacional, en cabeza del presidente Duque, luego de asesorarse de expertos de diferentes disciplinas, decidió aumentar las medidas adoptadas y declara la cuarentena “obligatoria”, la cual inició el miércoles 18 marzo. En este punto; tanto Aníbal como Claudia tomaron la determinación de prorrogar sus medidas (que inicialmente terminaban el lunes 16) hasta el martes 17, lo cual equivaldría a que las personas que inicialmente se habían programado y abastecido para una cuarentena de 3 días, tuvieran que soportar de improviso una de 30 días, es en este punto donde con una mayor claridad se puede ver el actuar del Alcalde Quintero alineado con el Presidente Duque, alejándose del Gobernador y la Alcaldesa de Bogotá, quien previendo la imposibilidad y la angustia que esto generaría en la población general, flexibilizó las condiciones de la “cuarentena por la vida” en su territorio durante el día martes, los sucesos de ese día le dan la razón y sustentan mi preocupación frente a la imposibilidad de coaccionar a los ciudadanos a soportar una cuarentena prolongada. El resultado, las medidas de Gaviria y López fracasaron el día martes, quienes salieron (con un tono de descontento en sus caras) a repudiar el comportamiento ciudadano; mientras Quintero y Duque tomaban medidas de sostenibilidad en el periodo de aislamiento.

Luego de eso, tanto Aníbal como Claudia han cometido varias salidas en falso que han tenido en alguna medida una repercusión en su credibilidad, para recordar algunas la promesa irrealizable (pues no es la competente y habría que revisar la viabilidad financiera de la misma) de la alcaldesa de no cobrar servicios públicos que alcanzó a ilusionar a gran parte de la población de su territorio y del país en general; o la de Aníbal, con su secretario de gobierno, el odontólogo Luis Fernando Suárez, paseándose por los supermercados de Medellín (competencia de la alcaldía, con más presupuesto que la gobernación, mientras hay territorios pobres que parecieran olvidados, parece que se le olvida al señor Suárez que ya no es vice alcalde de Medellín, donde su relación era primordialmente con subalterno, diferente a la que tiene en la gobernación que se enmarca en la relación con los alcaldes municipales, quienes además gozan de autonomía en sus territorios), que más temprano que tarde se vio reflejado en un distanciamiento de los alcaldes del Valle de Aburrá con el Gobernador, quizás porque son conscientes de que el presupuesto de la gobernación debe orientarse a los pueblos (municipios categoría 5 y 6), donde si es necesaria la presencia y obligatoria la presencia de la Gobernación, ya que estos (Municipios categoría especial, primera y segunda) cuentan con los recursos para atender la contingencia, por lo menos, en el estado actual y realizar alianzas de cooperación entre ellos de forma directa.

Del lado opuesto se encuentran Quintero y Duque, tomando decisiones dentro de su competencia y luego de validar la viabilidad de las mismas, entre esas solo mencionaré algunas, por parte del Alcalde, su decisión como presidente de la junta directiva de EPM de ordenar la reconexión de todos los usuarios (no solo en Medellín, sino en Antioquia y varios departamentos) y permitir alternativas de pago y financiación de los servicios de EPM a estas familias, la adquisición de un hospital (en conversación con el gobierno nacional) para la atención de pacientes de Covid-19 que atenderá no solo a los habitantes de Medellín sino a todos los del Valle de Aburrá (¿si entienden por qué el gobernador no es necesario en la relaciones entre los municipios de este valle?).

Por su parte, Duque anunció medidas también viables y que se encuentran dentro de su competencia para ayudar a los ciudadanos, como, la ampliación del calendario tributario, la devolución del IVA, plazos de gracia obligatorios, prohibición de reportar negativamente a los usuarios del sistema financiero, protección para arrendatarios, cupos de crédito para capital de trabajo a largo plazo, condonación de la tasa moratoria en servicios públicos domiciliarios a estratos 1 y 2, subsidios a las personas cesantes, entre muchas otras.

Espero apreciado lector que luego de leer esta columna usted se vuelva un crítico constructivo de las decisiones de nuestros gobernantes, evaluando el resultado sobre el tono bonito o la empatía que genera el dirigente.

Al Presidente Duque y al Alcalde Quintero mis felicitaciones por sus aciertos, al Gobernador Aníbal le sugiero gentilmente que evalué si un cambio de Secretario de Gobierno haría más asertiva la relación de la Gobernación con los municipios y a la Alcaldesa Claudia paciencia en la toma de decisiones, sus intenciones son buenas, no pierda el rumbo.

 

Una última pregunta: ¿cuarentena prolongada?

Camilo Salazar Restrepo

Abogado, Especialista en Derecho Administrativo, Magister en Gobierno (e.f) y docente universitario.