Colombia, atrás en la carrera geopolítica por la vacuna contra el COVID-19

La ansiedad de todo el mundo por obtener una vacuna contra el coronavirus, con el fin de reactivar el desarrollo económico global y todo pueda volver a una relativa normalidad, ha impulsado una carrera farmacológica por ver quien es el primero en obtener el anhelado antídoto.


En pleno mes de agosto, Rusia sorprendió al mundo entero cuando el presidente o zar Vladimir Putin se pronunció ante el mundo anunciando la primera vacuna contra la COVID-19: el Sputnik V, nombrado así en honor al primer satélite soviético lanzado al espacio exterior.

El zar Putin mencionó que la vacuna desarrollada por el Ministerio de Defensa ruso y el Centro de Epidemiología y Microbiología Gamaleya genera inmunidad hasta por dos años. Además dijo que los primeros en ser vacunados serán los profesores y trabajadores sanitarios de Rusia. Según el gobierno ruso, la producción masiva de la vacuna iniciaría en el mes de octubre, pero para la distribución a nivel global se necesitaría esperar hasta el mes de Enero del próximo año.

Las reacciones de la autodenominada “comunidad internacional” (Unión Europea y los Estados Unidos), junto con la Organización Mundial de la Salud fueron de un escepticismo exacerbado. La razón, es la rapidez con la que el gobierno ruso pudo lograr la posible  primer vacuna contra el nuevo coronavirus, puesto que tanto la OMS, como Alemania y sus aliados occidentales consideran que el aceleramiento de la obtención de la vacuna no garantiza que sea segura y eficaz.

La Unión Europea y los Estados Unidos están con la esperanza de que las vacunas desarrollada por las farmacéuticas occidentales Pfizer, Moderna y AstraZeneca sean las que se distribuyan a nivel global. Mientras tanto, los chinos, llegan a la competencia por la vacuna bajo el auspicio del Instituto de Virología de Wuhan, y la compañía farmacéutica Sinovac Biotech. Todas las anteriores vacunas que están siendo desarrolladas piensan iniciar su distribución a principios del próximo año.

La ansiedad de todo el mundo por obtener una vacuna contra el coronavirus, con el fin de reactivar el desarrollo económico global y todo pueda volver a una relativa normalidad, ha impulsado una carrera farmacológica por ver quién es el primero en obtener el anhelado antídoto.

La carrera armamentista entre las grandes potencias mundiales (Estados Unidos, Rusia y China) ha sido aplazada, la prioridad de los gobiernos y el sector privado el día de hoy es detener la máxima depresión económica global desde el crack de 1929.

En América Latina, Brasil, México y Argentina han hecho acuerdos con gobiernos extranjeros y compañías farmacéuticas para la producción y distribución de la vacuna en el continente. Hace unos días, se hizo pública la intención de México y Argentina para que la “vacuna de Oxford” desarrollada por AstraZeneca, sea distribuida a todo el continente con precios asequibles para los países de América Latina.

En una jugada diplomática y geopolítica sin precedentes, el gobierno mexicano propuso ante las Naciones Unidas que este organismo internacional intervenga en el proceso relacionado con los medicamentos y vacunas contra el virus, con el fin de evitar la especulación financiera y el acaparamiento. Esta propuesta recibió el apoyo de 179 países y fue aprobada por unanimidad en la ONU.

Entre tanto, en Colombia, lo único de lo que se habla en los medios masivos de comunicación es sobre el caso Uribe, el desempleo, el quiebre de las empresas, el famoso dilema del “equilibrio” entre salud y economía.

El gobierno de Colombia y la Cancillería no han hecho movidas diplomáticas de gran relevancia para garantizar la cooperación internacional y con organismos privados que puedan garantizar la salud de los ciudadanos. No existe una estrategia geopolítica ni diplomática clara, lo único que tenemos es al embajador de Colombia en Washington, Pacho Santos, para que negocie el asunto de las vacunas con Pfizer y Moderna, sin grandes avances.

Por último, nuestro país se encuentra en el top 10 en número de contagios y a la fecha han muerto más de 14.000 compatriotas por esta enfermedad. Si el gobierno no establece una estrategia geopolítica clara y hace alianzas con otros países clave de la región, estaremos de últimos en la fila para obtener la vacuna, esto retrasaría la reactivación del empleo y la economía del país seguirá en vilo durante mucho tiempo.

Ancízar Villada Vergara

Estudiante de Ciencia Política en la Universidad de Antioquia

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