Centralismo vs autonomía

Acabamos de ser testigos del ataque brutal, y no en combate, a una patrulla de la policía en Neiva (Huila). Fueron emboscados y vilmente asesinados siete policías. Fueron grupos armados delincuenciales.

Ahora sale el gobierno Petro con el cuento de “La paz total”, que es lo mismo que suspender órdenes de captura, persecución a los bandidos que cometen crímenes en los campos y las ciudades colombianas. Quiere Petro conversar con los victimarios y no con las víctimas.

Como van las cosas todo aquel que delinca y que logre montar una banda de antisociales, es decir, unos bandidos que siembren el terror, son los que terminarán: con trabajo, con bienes, con dinero para sus “proyectos” y seguramente con curules sin ningún esfuerzo en los Concejos Municipales y en las Asambleas Departamentales.

Todo esto consecuencia directa de los distintos “procesos de paz” que se han dado en la historia del país, creyendo que la paz es la ausencia de cárceles, de juicios y de penas contra quienes infringen la ley.

Cuando se premia al delincuente se castiga a la víctima, pues los que no delinquieron se percatan, consternados, que, quienes les robaron, les violaron sus hijas, secuestraron, ultrajaron, terminan siendo líderes políticos y sociales.

Desde el “proceso de paz” con el M 19, quienes se habían unido al cártel de la droga de Pablo Escobar, y que les permitió a los asesinos de Gloria Lara de Echeverri, de José Raquel Mercado y de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado en el Holocausto del Palacio de Justicia, pasar a ser Presidentes de la República (Gustavo Petro), Magistrados, Decanos de Facultades de Derecho, Ministros, Gobernadores, Alcaldes.

Desde el “proceso de paz” con el EPL, también suscrito por César Gaviria Trujillo (Pues había suscrito el del M 19), les permitió, al igual que los del M 19, ser parte de la constituyente que dio vida a la Constitución de 1991. Las disidencias (que siempre existen y existirán) de Francisco Caraballo continuaron delinquiendo. De estos surgen los llamados “Pelusos”.

Desde el “proceso de paz” con las FARC, al cual el pueblo colombiano le dijo ¡NO!  En el famoso plebiscito del 2 de octubre del 2016, cuando el poder soberano del pueblo que representa el poder constituyente fue violado por los llamados poderes constituidos (Ejecutivo, Congreso y Cortes), y que dio lugar a las disidencias de los principales bandidos como Iván Márquez, El Paisa, Gentil Duarte, Santrich, etc…

Creo conveniente recordarles la Historia de Roma en la época de Augusto, a la cual se llamó la PAX ROMANA, una época de tranquilidad, cuando el Estado, en lugar de conversar con delincuentes, los sometió y les puso todo el peso de la Ley y del Estado.

¿Muy difícil de entender que la razón fundamental de la existencia del Estado y su poder es para garantizar seguridad y tranquilidad?

Cuando el centralismo que existe en Colombia desde 1886 y se reafirma en 1991 nos hace constatar que no es el sistema de gobierno que necesita Colombia, la misma Constitución, en un concepto que no ha sido objeto de un estado de opinión, pero que es necesario ponerlo ya al orden del día en la academia, los gremios, la sociedad civil, las Tertulias, los medios de comunicación, en todas partes, debe ser objeto de respeto.

Ese concepto es el de las AUTONOMÍAS TERRITORIALES. Los Departamentos y los Municipios son quienes deben determinar lo mejor para sus ciudadanos. Deben ser los Concejos, los Alcaldes, las Asambleas y los Gobernadores, escuchando a sus comunidades, a través de la democracia participativa, los que tienen la palabra.

Serán las elecciones regionales que se avecinan, las que realmente tienen el poder para enderezar el rumbo.


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Julio González Villa

Doctor en Derecho U. Externado de Colombia; Abogado UPB; Magíster Administración de EAFIT; Especialista Derecho Ambiental U. Externado y Derecho Administrativo y Comercial.

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