Cartas a Víctor Hugo: Haciendo consciente el Tecno-existir

Saludos Víctor, con ocasión de la invitación que hiciese el profesor Conrado Giraldo al Doctor Javier Echeverría a nuestra universidad gracias a la visita que este adelanta en varias ciudades del país, creí que nuestro encuentro sería inminente, sin embargo, no pude notarte dentro del auditorio, aunque quizás no verte pudo ser una torpeza de mi parte, pues he de confesarte que por estos días la enfermedad arrecia y la vista esa que antes disfrutaba a placeres ahora empieza a escasear.

Me hubiera gustado encontrarte allí, es cierto, pero también me hubiese gustado que escucharas a Echeverría a quien sé que admiras y sigues, desde por allá en los noventa cuando este escribió Telepolis, una obra que este ha seguido actualizado en cada uno de los textos que publica, pues de sabios es como lo repite constantemente el profesor Memo Ángel construir siempre sobre una misma piedra.

Créeme, y acusando arrogancia de mi parte, he encontrado similitudes en su discurso del tecno-hombre y en el planteamiento de el hombre-máquina que vengo elaborando, ambos a su manera encarnan una transformación que podría resultar “necesaria” y hasta “natural”. Si leemos entre líneas -muy entre líneas- lo postulado por el transhumanista Max Moore, quien como sabes agradece abiertamente a la madre naturaleza su creación, pero también responsabiliza a esta la lenta evolución que ha tenido la raza humana, misma que ahora en virtud de la tecnología -esa que evoluciona sin mucha reflexión-,  el hombre puede ostentar nuevas formas de existencia, habitando de forma artificial en un tercer entorno, presente ya, según lo narra Echeverria en su exposición.

Recordarás que el profesor Echeverría plantea dentro de su tipología tres entornos, el primero muy cercano conformado en primera instancia por el yo, y en segunda y tercera instancia por la familia, el clan, la tribu, es decir el espacio filial que lo ata culturalmente. Un segundo entorno conformado por su exterioridad, su entorno; país, ciudad, barrio, comuna, y por último y después del avance de la red – la internet- un ámbito que, a diferencia de los dos anteriores, se da de forma artificial empleando para ello técnica avanzada, esa que a diferencia de la técnica artesanal ahora no sólo oficia como prótesis para ayudar al hombre en sus tareas, sino que ahora coadministra la vida de los seres humanos al ser partícipe de forma activa de casi todas las decisiones que este toma a diario.

He de manifestar que la conferencia fue inspiradora, y que más que respuestas me lleno de interrogantes. Se pudiera llegar a establecer, me pregunto, ¿cuál es el grado de consciencia que tiene la raza humana sobre cada uno de esos tres entornos?, y más aún ¿si esta es consciente de que el tercero, el que apenas se edifica, el tecnológico, empieza a ahogar a los otros dos?, en tanto, el yo y la otredad ya no responden a un relacionamiento natural, sino a un cúmulo de interacciones en red, motivadas y gobernadas por un algoritmo que de forma maquiavélica conecta gustos, perversiones, sueños y motivaciones personales con las de otros ya sean estos personas reales, empresas haciendo su macabro mercadeo o con nuevos “seres” que emergen en línea y que toman vida propia gracias a procesos como el lenguaje y el aprendizaje autónomo de máquina y la Inteligencia artificial que los dota de identidad y más aún de voz y voto en las decisiones que construyen socialmente la humanidad.

En su discurso, en contravía del optimista tuyo, el doctor Echeverría coincidió conmigo en que el escenario al que nos enfrentamos no es alentador. Los cambios abruptos que está produciendo la máquina en el hombre trascienden lo instrumental para intervenir ahora asuntos de fondo como lo es el devenir ontológico de la humanidad, abriendo con ello camino al posthumanismo, el cual sé resulta ser para ti solo una narrativa de ciencia ficción escrita por “nuevos” alquimistas, charlatanes que especulan a su antojo gracias a que la humanidad se encuentra distraída con las pantallas, esas que adictivamente mantienen en permanente letargo a los hombres, pero que para mí, que puedo no ser nadie, resulta por lo menos inquietante, pues si uno reflexiona atentamente lo expuesto por Rosi Braidotti, reconocida filósofa ítalo-australiana, la cual advierte que en la actualidad el hombre se comporta la mayor parte de su existencia como un animal salvaje que solo atiende a sus instintos, a una rutina cotidiana impulsada de forma inercial por una construcción social que lo conduce por un camino prefabricado; se comporta otra parte importante de la vida, como una máquina que responde solo a ceros y unos, una programación polarizada que solo atiende a un limitado modelo de flujo que se mueve entre dos variable estáticas, si o no, sin advertir que entre estas dos hay un sin número de posibilidades y por último, advierte la filósofa,  quizás el comportamiento más preocupante ese en el que el hombre toma el papel de Ser humano, y resulta inquietante, en tanto, este, apenas si es advertido por el -por el hombre-, pues solo se hace presente cuando este es capaz de reflexionar, acción que cada vez es más escasa en la cotidianidad del ser Humano.

Se que esta carta pudo resultar un tanto larga, más espero no haya resultado aburrida, pues aunque sé que no es una virtud mía el expresarme con claridad, y quizás ello sea una de las tantas causas de tu reticencia a compartir conmigo, lo que si resulta ser cierto, es que esta es la única forma que encuentro para  sacar fuera de mi todo eso que me angustia y atormenta.

Con el aprecio, ese que se bien sabes tengo por ti, me despido el día de hoy.

Felipe.

Felipe Jaramillo Vélez

Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Creador de la escuela de pensamiento Aún Humanos la cual reflexiona sobre el ascenso de la técnica sin reflexión desde el Humanismo.

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