Bloquear el debate, esa ha sido la última ‘jugadita’ en el Congreso de la República de Colombia. El lugar por excelencia para el debate y la discusión, ahora los censura sin el más mínimo pudor. El jueves 22 de octubre estaban citados dos debates en el Senado de la República a los cuales debía acudir el ministro de defensa, Carlos Holmes Trujillo. El primero, convocado por el senador Roy barreras, consistía en un debate de control político en el cual se le plantearon una serie de preguntas al jefe de la cartera de defensa. Por su parte, el segundo debate, citado por el entonces senador del Polo Democrático, Jorge Robledo, constaba de una moción de censura a Holmes Trujillo. Con lo que no contaban los partidos de oposición, y gran parte de la ciudadanía, era con que el arlequín de Ernesto Macías se ingeniara otra de las jugaditas que lo caracteriza.
El día inició con un debate de control político llevado a cabo de forma virtual, luego de un caso confirmado de Covid-19 por parte de una senadora del Centro Democrático; días después de que esta participara presencialmente al debate en el cual se aprobó el presupuesto general de la Nación para el próximo año y en el que estuvieron presentes el ministro de hacienda, el director de planeación nacional, alrededor de 30 congresistas, entre otros funcionarios.
En este primer momento, el senador Roy Barreras, citante del debate, reveló varias investigaciones en las que aseguró que serían más de 36 los niños y niñas que han muerto en operativos del Ejército y cerca de 54 niñas violadas por parte de miembros de la Fuerza Pública. En este, también se cuestionó el ascenso de un militar responsable de la operación en la que al parecer murieron 10 niños en el Caquetá; el aparente uso indebido de la inteligencia del ejército para perfilar y chuzar a contradictores del gobierno; y una presunta irregularidad en el conteo del sistema de erradicación de cultivos ilícitos. Estos y otros temas fueron abordados en las más de seis horas de debate en las que el ministro citado dio sus respuestas con ayuda de su séquito gobiernista.
Pasado dicho tema, se prosiguió al siguiente punto, el esperado debate de moción de censura convocado por el senador Jorge Enrique Robledo. Cuando se disponía a abrir el espacio, una intervención del senador y ahora agudo escritor, Ernesto Macías, estropearía la oportunidad para discutir sobre la pertinencia de que el jefe de defensa continuara o no en el cargo. Macías, con lo que parecía ser un pedido de sus superiores, argumentó que ya no existirían razones para que se llevara a cabo dicho debate, pues en días pasados el Consejo de Estado tumbó el fallo de tutela en contra del Gobierno por no consultar al Senado la estadía en Colombia de una misión militar de cooperación estadounidense. Con las aplastantes mayorías en el senado, el partido de Gobierno logró que se sometiera a votación la proposición de Macías, pues tenían la plena seguridad de que la partida de sinvergüenzas enmermelados votarían a su favor. Ante tal atropello, los partidos de oposición, con una excelsa dignidad, se retiraron. Hubiese sido un desacierto permanecer en aquel circo en el que convirtieron el Senado de la República aquellos 58 congresistas.
El lugar por excelencia para el debate nacional fue despojado de su máxima función. Nuestra <<Ekklesía>>; lugar en donde los ciudadanos atenienses mayores de edad discutían sobre la política interior y exterior, sobre la declaración de guerra o la búsqueda de la paz; en donde se elegían a los magistrados de la época y al tiempo se les hacía una suerte de control político. Ese espacio fue silenciado en Colombia. Las mayorías aplastaron el más importante principio de nuestra <<Ekklesía>>, la <<Isegoría>>; el sistema en el que todos los ciudadanos tienen el mismo derecho a alzar su voz, a manifestarse libremente en el recinto, a ser escuchado, a que se les valore su palabra a pesar de las diferencias. Macías y su séquito de oportunistas dieron un gran golpe a nuestro estado de derecho; la separación de poderes quedó sumida ante las irracionales mayorías del Senado.
Desvirtuar y confrontar los argumentos de la oposición pudo haberse esperado, pues es natural dentro de la democracia; pero callarlos y censurar su voz, además de ser un acto ilegal, resulta antiético. Eso es lo que ha caracterizado al Congreso de la República los últimos años; se ha convertido en una jauría de malintencionados que se valen de un sin fin de artimañas que respondan a sus intereses particulares. Aquellos 58 senadores no representan a nadie, sólo buscan obtener beneficios individuales que les posibilite apalancarse en el poder por el resto de sus existencias.
El 2022 será una gran oportunidad para expulsar de una buena vez a los Macías, Cabal, Char, Holguín, Barguil, Valencia y a cuanto oportunista y corrupto que pretenda aspirar a cargos de elección popular se refiera. La reivindicación del Capitolio Nacional será una tarea de aquellos ciudadanos que creamos en el Estado Social de derecho y en la protección de la democracia. Es imprescindible devolverle su estado natural al Congreso de la República, restituirle su prestigio moral ante la sociedad colombiana. Es hora de que el congreso represente a todos los ciudadanos y ciudadanas del territorio nacional.
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