Caudillismo: el gobierno de los partidos

Las listas cerradas no fortalecen de ninguna manera la democracia ni soluciona ningún problema relacionado con el tema electoral, lo que si generará es que la ciudadanía quedará a merced del político que tienen poder, es este caso, del caudillo jefe de un partido político”.


El año 2023 será el año de las reformas del gobierno del presidente Gustavo Petro, esa es su ambición porque según él, su gobierno y sus aliados en el Parlamento es la única forma además de ser una oportunidad que tienen para llevar la doctrina progresista a la sociedad colombiana y también para dejar una huella de larga data en el marco constitucional y legal de Colombia. Sin lugar a dudas, el gobierno Petro tiene una gran apetencia de cambiar – si tienen la oportunidad – todo el orden constitucional, legal, económico, cultural, político, etc.

Se rumorea por los pasillos del Capitolio Nacional y fluye por las distintas estaciones de radio y canales de televisión que el gobierno Petro presentará una serie de reformas principalmente este semestre, es decir, la primera mitad del año 2023 para seguramente aprobar algunas, debatir otras y para finales de año aprobar todo el paquete “reformista”.

Entre las más sonadas reformas que se pueden presentar están, por ejemplo, la reforma a la salud, la reforma pensional, la reforma laboral, la reforma política, un proyecto de ley para implementar un nuevo código minero, un proyecto de ley para modernizar la policía, un proyecto de ley para la humanización penitenciaria y otras muchas reformas que Petro y sus áulicos quieren hacer aprobar a las buenas o a las malas.

En esta columna me quiero referir a un punto neurálgico de una de las reformas que ya fue aprobada en el año 2022 en primera vuelta (se surtieron 4 debates en ambas Cámaras del Parlamento) y le queda una segunda vuelta en donde se definirá si pasa el filtro del Congreso o archivan el proyecto. Se trata de las listas cerradas que pretenden hacer obligatorias en el país para las elecciones corporativas en el país.

No es de ninguna manera tema menor hablar de las listas cerradas que pretenden (gobierno y Parlamento comprado) aprobar contra toda corriente, es decir, llueva o relampaguee quieren que en las elecciones solo haya participación representativa a través de que los partidos políticos cierren sus listas y que la ciudadanía vote por el logo del partido sin conocer a los candidatos que hay detrás de ello. Es un disparate además de ser un atentado contra la libertad de elegir de cada una de las personas habitante y ciudadana de Colombia.

Los defensores de la obligatoriedad de las listas cerradas tienen argumentos desde el punto de vista de la lógica política errado, pero como insumo populista y demagógico queda como anillo al dedo. Hablan de que con la lista cerrada no habrá rencillas políticas entre los candidatos toda vez que se unificará un programa representado en el partido y no importan las personas que las conformen, por otro lado, alegan que las listas cerradas contribuyen

con la organización ideológica de las vertientes políticas y se evitará, probablemente, el paso de un partido a otro por conveniencia electoral, sino que ahora los candidatos deberán tener coherencia doctrinal de partido. Que con las listas cerradas el financiamiento electoral solo será estatal y no privado porque – según ellos – ahora desde el poder se garantizará la libertad de pensamiento.

Toda esa perorata se gasta el gobierno Petro para defender no ideas que beneficien al pueblo colombiano, sino que beneficia ideas que están justificadas en el odio y en el revanchismo político que caracteriza al presidente y a una buena parte de su gabinete y de sus aliados en el Parlamento. Podrán pavonearse ante la opinión pública de que son doctos en la literatura política, económica, social y que saben interpretar los anhelos de la sociedad, pero lo que les falta es leer la realidad, cosa que carecen todos los socialistas toda vez que viven de la utopía, el populismo y la demagogia.

El discurso eterno de Petro y sus aliados a sido que las instituciones del país no funcionan y por lo tanto son necesarias las reformas que proponen y las venden como si fueran la salvación a todos los problemas que aquejan a la sociedad colombiana, así pues, advierten que una solución a la violencia política y a las rencillas electorales es que el sistema político cierre listas, que las elecciones se financien únicamente por el Estado, que hayan candidatos según la decisión partidista, entre otras cosas, en verdad si es un cambio total, vamos a ver si es bueno.

Latinoamérica a tenido una larga tradición de populismo tanto de derecha como de izquierda que sobrevienen en gobiernos totalitarios y dictatoriales y el discurso de esos personajes fueron una critica al status quo en donde surgen como aquellos que pueden solucionarlo pero que en la realidad esos cambios solo favorecen a la destrucción de las democracias y las instituciones republicanas. Es el caso de, por ejemplo, Juan Domingo Perón en Argentina, Omar Torrijos y Manuel Antonio Noriega en Panamá, Anastasio Somoza en Paraguay, Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana y la cereza del pastel, Fidel Castro en Cuba por citar solo unos ejemplos emblemáticos de nuestra América Latina.

Personajes que llegaron al poder algunos democráticamente otros a través de las armas camuflados de revolucionarios y salvadores pero que en el fondo criticaron al sistema para llegar al poder, el resultado de ello es que la sociedad plantó directa o indirectamente la figura del caudillo, figura que, aunque suene curioso critica el gobierno Petro pero que lo promueve a través de su reforma política y específicamente en las listas cerradas. Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa en su libro Fabricantes de Miseria explicaron claramente cómo se construyen y se instalan los caudillos en los países:

Generalmente el caudillo surge cuando la sociedad deja de tener confianza en las instituciones. Es ese político concreto, con una cara y una voz, que aparece cuando «falla» el sistema. Es alguien al que le atribuimos un liderazgo que lo pone por encima de nuestras instituciones y leyes porque la esencia del caudillismo es precisamente ésa: no son iguales ante las normas.

Por eso cuando el gobierno Petro sale con la idea de las listas cerradas la opinión pública puede interpretarlo como una necesidad inaplazable y conveniente, aunque en la realidad no lo sea toda vez que se sembró la semilla de la apatía contra las instituciones entonces se siente en el ambiente como si el presidente tuviera ese liderazgo para corregir una falla en el sistema con el anhelo de que se solucionen las cosas. Muy utópicos tanto el gobierno como la ciudadanía que les cree.

Desgraciadamente la propuesta de cerrar listas no solo beneficia a los políticos que hoy ostentan un cargo en el gobierno y/o que tienen un liderazgo en el Parlamento, sino que también beneficiará a los políticos que tienen una cierta influencia en las regiones del país. Las listas cerradas no fortalecen de ninguna manera la democracia ni soluciona ningún problema relacionado con el tema electoral, lo que si generará es que la ciudadanía quedará a merced del político que tienen poder, es este caso, del caudillo jefe de un partido político.

Convertirán a Colombia en un país que será manejado por las “virtudes” de los jefes de los partidos en donde la ciudadanía pierde la posibilidad y el derecho de poder conocer sus candidatos, poder preguntarles, discutir y finalmente elegirlos, en otras palabras, las listas cerradas a parte de empoderar el caudillismo le robará a la ciudadanía el criterio a la hora de votar. No me imagino al país en una situación en donde el Parlamento, las Asambleas Departamentales, los Concejos Distritales y Municipales estén bajo el “gobierno de los partidos”, en donde quienes ocupen esas curules tengan que rendirle cuentas al jefe de la colectividad y no a los ciudadanos, sería un país que estaría al borde del anarquismo y de la guerra civil, estarían acallando la voz al pueblo.

Definitivamente el gobierno de Gustavo Petro quiere para Colombia el surgimiento del caudillismo para complacer al poder burocrático y perjudicar al pueblo colombiano, quiere acallar al pueblo imponiendo que voten por partidos y no por candidatos con sus ideas – claro, ellos tendrán sus partidos – en donde la gente pueda conocer a quién le darán su voto, quiere empoderar a jefes políticos dueños de los partidos para que puedan dar avales a diestra y siniestra sin ninguna responsabilidad, quieren dinamitar a las instituciones destruyendo la participación ciudadana, coartando la libertad de elegir y arrebatando el criterio político. Por último, hay que recordar que los países que funcionan con a base de lo que digan los partidos terminan – el gobierno – aniquilando a los partidos ideológicamente contrarios e imponiendo uno solo como se vivió en la Unión Soviética y se vive en Cuba, Corea del Norte y China, el poder de un solo partido, único e irrepetible en el que los ciudadanos TIENEN que “votar” por sus candidatos. No hay que dejar de lado la discusión de la reforma política de Petro y sus consecuencias. ¡ATENTOS!


Otras columnas del autor: https://alponiente.com/author/forero-orjuela/

Aldumar Forero Orjuela

Joven oriundo de Bogotá D.C. Nacido en 1998, de familia conservadora, se ha adherido a las ideas del liberalismo que aboga por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad como los valores más importantes de una sociedad.

Economista de la Universidad de La Salle. Con diplomados en cultura democrática y juventud constructora de paz.

Ha sido columnista en varios medios digitales de opinión y actualmente es columnista en Al Poniente.

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