Carta a Colombia

Mi querida Colombia:

Desde las pasadas elecciones legislativas del 11 de marzo, se empezó la carrera a las presidenciales. Hemos sido testigos de reuniones entre algunos candidatos buscando coaliciones y entre los mismos partidos políticos, queriendo respaldar a uno u otro para que llegue a la Casa de Nariño.

Sin embargo, aquí no repetiré lo que los mismos medios de comunicación se han encargado de mostrarnos. Me encargaré más bien, de explicarte la importancia que tienen las próximas elecciones para ti y para mí.

Tú, mi querido país, te encuentras en un momento coyuntural de la historia; este año es decisivo para todos los colombianos, dentro y fuera del territorio. Desde hace bastante, la sociedad colombiana tiene varias bombas de tiempo a cuestas, que si no se resuelven, pasarán factura. Muchos sectores no están en una situación favorable: el sistema educativo es perverso, la salud es un negocio, el acceso a vivienda es de unos pocos y el derecho a la vida se le está quitando a muchos que han sido buenos, por nombrar algunas problemáticas. Los ciudadanos se encuentran realmente fragmentados. Se han generado polarizaciones que han llevado a los colombianos a la intolerancia y al fanatismo, por defender ciertos ideales. Situación que no es positiva para una sociedad que a lo largo de la historia, se ha caracterizado por eliminar al diferente, al contrario, ya que al ser un contradictor, se convierte en un enemigo.

Por lo anterior y mucho más, las elecciones presidenciales son importantes para ti. Traerán cambios – o puede que no traigan, si elegimos a los mismos –. Y para mí, como una colombiana que te ama con locura, también significa mucho. Personalmente, me encuentro en un año también importante: culminaré mi universidad, empezaré a descubrir lo que en realidad me gusta de mi carrera y viajaré a otros lugares, en los que quiero seguir conociendo y explorando otras realidades. Sin embargo, mi futuro es lo que menos me importa en estos momentos. Tu futuro me preocupa de forma exagerada; y no porque sea una fanática o extremista que defiende unos ideales políticos… no. Me preocupo por ti, porque es justo que TODOS los colombianos puedan vivir… realmente vivir.

En ti no se vive Colombia, en ti se sobrevive. Las personas tristemente, y en su día a día, sobreviven con lo poco que tienen: con lo poco que ganan, con su poca preparación, con trabajos indignos, con el poco reconocimiento que se les da y con el poco acceso a sus derechos básicos, fundamentales para una buena calidad de vida y para el desarrollo pleno de un ser humano.

Como colombiana y ad portas de estas elecciones, me preocupa que mis compatriotas no tengan la formación política necesaria para elegir bien. Esto es bastante tenebroso, porque no sabemos bien – a pesar de los pronósticos – lo que pueda ocurrir. En un país donde se manipula a los ciudadanos para que favorezcan con su voto a uno u otro candidato a cambio de favores, una cierta cantidad de dinero, alimentos o útiles escolares, entre otras coimas y beneficios.

Los políticos de turno, juegan con las necesidades de las poblaciones más vulnerables; y con vulnerables no me refiero solamente a personas con bajo poder adquisitivo. Me refiero a personas pobres de pensamiento, de convicciones y de valores, que no les importa venderse a cambio de obtener un beneficio propio. De ahí que sea relevante que desde las escuelas a todos, sin diferenciación alguna, se nos inculque como ciudadanos y sujetos políticos – sujetos que pertenecemos a una sociedad – unas firmes convicciones para tener un criterio sólido, con el que podamos conocer cómo funciona nuestro país y continente. Así, estaremos preparados para elegir con una verdadera consciencia, pensando en colectivo, en el bienestar del vecino. Pero para que esto ocurra, debemos despertar y elegir gobernantes diferentes.

A mí me encantaría algún día Colombia, ver que en ti se genere, como la película Cadena de Favores, una cadena que nos favorezca a todos por igual. Una cadena de favores en donde todos los sectores de tu sociedad, se articulen por el bien de todos y no de unos cuantos. Favores en donde si yo soy honesta con mi trabajo y con mis acciones, la sociedad misma se encargue de retribuirme y de reconocerme como una sujeto político que le es útil. Si en lugar de beneficios clandestinos existieran este tipo de ayuditas, en donde unos se apoyan en otros para crecer, creo que nuestra sociedad sería mejor.

En mí, por estos días, existe miedo. Miedo a que las personas no elijan bien, a conciencia, estudiando las propuestas de los candidatos. Por lo general, me caracterizo por ser una persona positiva, que tiene esperanzas en que un futuro mejor, es posible. De hecho, desde la firma del Acuerdo de Paz el 24 de noviembre de 2016, en mí surgió la creencia de que este país podría ser mejor. De que tantos años de guerra pasarían a ser parte del pasado, de la historia, de la memoria de todos. Pero parece ser que la guerra sigue, a pesar de cuatro años de negociaciones. Y es cuando te entristeces Colombia, y te das cuenta de que la inoperancia del gobierno actual para implementar los acuerdos es bárbara. De que a pesar de haber ganado un premio Nobel, Juan Manuel Santos no le ha metido la ficha al asunto, para garantizarle a todos los desmovilizados, sin excepción, una reinserción a la vida civil con todo lo necesario.

Pero no quiero que pierdas la esperanza. Tampoco quiero perderla. Ni quiero que el resto de colombianos que sí creen que un cambio es posible lo hagan. De ahí que tengamos que elegir bien. Porque sí, aunque parezca increíble, en medio de tanto caos y podredumbre, existe un hermoso país.

Como dice una frase que leo en mi día a día, y que cada colombiano debe tener presente: Que tus elecciones reflejen tus esperanzas y no tus miedos.

Con mucho amor para Colombia,

Leidy.

Leidy Joana Burgos Rojas

Comunicadora Social – Periodista. Me reconozco como una mujer preocupada por lo que ocurre en diversas sociedades, especialmente, en las latinoamericanas. A favor de las igualdades y en contra de las hegemonías culturales.