Son muchas las voces que se han escuchado, unas a favor y otras en contra del ingreso de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico- OCDE- que suscribió el saliente gobierno de Santos.
Aparte de los 25 mil millones de pesos de cuota anual que debe pagar Colombia como socio de este club, son más a mi consideración las desventajas que tiene para el país estar en el mismo, que el no estarlo.
Vale la pena anotar que la OCDE no es que sea un organismo malo o que no sirva, lo que pasa es que para un país como el nuestro que mantiene una desigualdad social significativa, queda como el papá que en apariencia va al club con su mejor gala pero en su casa sus hijos aguantan hambre y van con los zapatos rotos a estudiar.
La OCDE tiene unas políticas económicas y sociales muy claras y las mismas las proyectan para que sus afiliados las mantengan con el objetivo de tener un crecimiento financiero. Esto suena muy interesante y hasta atractivo para los países miembros, pero el problema es que estás en un club donde todos los socios tienen un alto PIB per cápita exceptuando Colombia.
Aparte de tener altas tasas de desempleo, una deuda pública del 48,5 % sobre el PIB y un Índice de Desarrollo Humano-IDH por debajo de países como Uruguay, Panamá, Costa Rica, México y hasta el mismo Perú, indica que lo que estamos haciendo en la OCDE es cañando.
Si bien el Doing Business que clasifica a los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios, nos ubica en el puesto 59, carecemos aún de la infraestructura vial necesaria que permita conectar nuestros puertos a las grandes capitales y todo por la alta corrupción que permea al país.
La OCDE es una buena alternativa cuando se cuenta con altos estándares en la economía pero, con cifras que el mismo DANE proporciona donde por ejemplo para el año 2017 la PEA indicaba que habían completado la educación media un 33,5%. el 23,2% la educación básica primaria, el 5,7% la educación básica secundaria, 10,9% la educación técnica profesional o tecnológica, 8,0% la educación universitaria y el 3,4% postgrado; suena más que contradictorio nuestro ingreso en este club.
Sí a la OCDE, pero como lo presentan sus demás socios quienes cuentan con variaciones positivas de su IPC, calidad en su educación, altas penas para los corruptos, inversiones cuantiosas en infraestructura vial, bajos estándares de desigualdad social, bajas tasas de desempleo, adecuada administración de la salud entre otros, mientras tanto lo que estamos haciendo es cañando porque no tenemos nada de esto.