Caminando la utopía

“La utopía implica enaltecer la grandeza de nuestra tierra mediante el cuidado de sus recursos sin distracciones que desvíen la atención de aquellos de nosotros que, de forma combativa, anhelamos la belleza plasmada en sus paisajes. Caminar hacia la utopía es, en última instancia, como continúa entonando nuestro himno, aspirar las fragantes esencias que se desprenden de nuestras montañas antioqueñas”.


Una de las formas más simples de ejercitarse y que la mayoría de las personas realizamos a diario sin ningún inconveniente es caminar. Esta acción beneficia en los siguientes aspectos: físicos, mentales y emocionales. Como mencionó Nietzsche, todos los pensamientos verdaderamente grandes se conciben mientras caminamos. Caminar es, por lo tanto, un ejercicio de libertad que nos ayuda a pensar, encontrarnos, reconocernos y, particularmente, a disfrutar conscientemente del ocio, lo que nos lleva a soñar nuestras propias utopías o aquello que anhelamos cuando observamos nuestro entorno y nos ubicamos en la sociedad deseada.

Todos hemos sido conscientes en algún momento de las realidades que enfrentan muchos de nuestros conciudadanos y reflexionamos sobre un deseo común de una sociedad donde todo aquello que pensamos como equidad sea realidad dentro de la agenda pública. Para esto, Moro nos presenta una hermosa idea de una sociedad perfecta, aunque difícil de realizar, donde el prócer o, en nuestro caso, quien es elegido para ocupar una silla dentro de las diferentes entidades territoriales, se presenta como una figura vitalicia siempre y cuando no se sospeche de su intento de convertirse en un tirano. En consonancia con esto, en nuestra sociedad democrática se debe considerar la importancia de aquellos que ocupan cargos de elección popular, para que sean consecuentes con el carácter de servicio que se espera de ellos.

Por otra parte, soñamos nuestro territorio, especialmente esta tierra antioqueña cubierta de montañas, ríos, diferentes zonas climáticas y distintas culturas. Antioquia es una región diversa, compleja y rebelde que contribuye de manera significativa al progreso social y cultural del país, como menciona Pedro Adrián Zuluaga.

Diversos aspectos enardecen el corazón al imaginar y soñar la utopía en esta maravillosa tierra. Para mencionar algunos ejemplos, podemos destacar su participación en el PIB nacional, que representó un 17,45 por ciento de la producción industrial, registrando su mayor crecimiento en 2022. Además, su contribución en el ámbito laboral después de la pandemia es realmente significativa, generando 18 de cada 100 empleos. En cuanto a las exportaciones no petroleras, representa una cuarta parte de cada 100 dólares, lo cual es un aspecto crucial si consideramos el deseo de un territorio sostenible y ecológico. El gran potencial de nuestra tierra proviene de su biodiversidad, su ubicación geográfica, sus fuentes hídricas, su clima y, lo más valioso, su gente y su cultura.

Desde esta perspectiva, es pertinente reflexionar sobre la hermosa obra «Horizonte» del maestro Francisco Antonio Cano. Esta ilustración nos permite, a través de diversas interpretaciones, observar cómo, a pesar de haber superado el periodo colonial, seguimos experimentando situaciones como el desplazamiento, que afecta el sueño de aquellos que, rebelándose contra la pobreza, anhelan la utopía de habitar un lugar donde todos podamos vivir felices. En tanto, es importante prevenir el desplazamiento de campesinos a las ciudades en busca de oportunidades, evitando que, al llegar, se enfrenten a la miseria de la ciudad. Horizonte, por su parte, muestra toda la realidad en mención: campesinos sin tierra o propietarios empobrecidos, atrapados en un ciclo aparentemente interminable de desplazamiento y envueltos en el drama de la pobreza.

En efecto, entre las situaciones que afligen nuestra tierra, es oportuno destacar la problemática asociada a la producción agrícola, la cual impacta al campesinado que se enfrenta a intermediarios y a la volatilidad de precios, lo que afecta directamente su productividad y economía familiar. Sería ideal resaltar la figura y las labores de nuestro campesinado antioqueño, fomentando, como mencionan los expertos, la asociatividad y el acceso a mercados efectivos que generen oportunidades para los pequeños productores. Esto sería una utopía y una buena alternativa en el sector rural, lo cual traería consigo importantes beneficios como el mejoramiento del poder de negociación del productor, el aprovechamiento de economías de escala y la creación de empleo en el sector rural.

Utopía para beneficiar la agricultura y, teniendo en cuenta el aporte industrial de Antioquia a nivel nacional, es la industrialización y tecnificación del agro, todo un acto de rebelión en pro del crecimiento económico de tan importante sector.

Al mismo tiempo, nos enfrentamos a graves problemas de afectación ambiental. Solo para mencionar algunos ejemplos, nos encontramos en el epicentro de la deforestación en el país. El deterioro de los recursos hídricos y la degradación de los suelos para potenciar actividades como la ganadería y la minería ilegal son otros problemas que nos obligan a considerar la utopía de vivir en armonía con nuestro entorno, es decir, ser conscientes de la importancia de cuidar nuestra casa común. En Antioquia generamos 22.94 toneladas de CO2 y los incendios forestales durante la época de sequía también representan un flagelo para nuestro ambiente. Como resultado de lo mencionado, el departamento debe incluir en su agenda política y como eje integrador la problemática de la afectación medioambiental que estamos enfrentando.

Caminar hacia la utopía es recorrer estas tierras y soñar con ellas, altivos y libres, tal como lo canta el hermoso himno antioqueño. Caminar la utopía es reivindicar, como lo declara de manera hermosa el preámbulo de nuestra carta constitucional, el respeto por la dignidad humana. Caminar hacia la utopía implica elegir líderes en las diferentes entidades territoriales que estén comprometidos con el servicio a sus coterráneos. La utopía implica enaltecer la grandeza de nuestra tierra mediante el cuidado de sus recursos sin distracciones que desvíen la atención de aquellos de nosotros que, de forma combativa, anhelamos la belleza plasmada en sus paisajes. Caminar hacia la utopía es, en última instancia, como continúa entonando nuestro himno, aspirar las fragantes esencias que se desprenden de nuestras montañas antioqueñas.


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John Jaramillo

Educador apasionado y convencido del camino que allana la educación para gestar generaciones honestas, responsables y constructoras de sociedad. Licenciado en Filosofía y Educación Religiosa de la Fundación Universitaria Católica del Norte; magister en Tecnología Educativa y Competencias Digitales; actualmente, abogado en formación.

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