Camilo Torres, el Cura

37 años contaba Camilo cuando en su primer combate como miembro del ELN, en el que debía conseguirse su fusil para emprender la travesía armada de liberar Colombia, fue abatido por el ejército en Patio Cemento, Santander. Este hecho pareció marcar su legado dentro de la memoria colectiva del país, dejando de lado su verdadero aporte a la sociedad: el amor eficaz.

Como digno exponente de la teología de la liberación, estudiaba la biblia en clave de la justicia social y en la ayuda a los menos favorecidos, y en consecuencia planteaba planes reales (materiales, en términos marxistas) para ayudar precisamente a esa clase desposeída. No era, por consiguiente, un simple teórico que, como es costumbre, se encierra en la burbuja de la academia. No, Camilo era de armas tomar.

A la cabeza del Frente Unido tomó las armas por primera vez. Las armas del amor eficaz. Acompañado por una tropa, casi todos estudiantes de la Universidad Nacional, iba a las comunidades más deprimidas de Bogotá con un solo objetivo: poner en práctica el amor. Ese amor que no es solo un sentimiento, sino que se convierte en una acción, que no es solo deseo, sino que también es voluntad, que permite repercutir positivamente en las condiciones de vida del otro (del prójimo, en términos cristianos).

Era obvio que Camilo podía aportarle más a la sociedad desde acá, donde tenía contacto con ella, que desde el monte. Pero, como Ortega y Gasset, fue él y sus circunstancias. Es imposible reprocharle algo, fue un hombre valiente que intentó llevar a la máxima expresión su amor eficaz, buscando liberar al país de la tiranía de la oligarquía. Tal vez equivoco el camino, pero ¿Quién puede juzgar a alguien que actuó solo por amor a Colombia? Las decisiones que tomo no deben ser de ninguna manera mancha en su aporte a la sociedad colombiana. No pueden manchar su amor eficaz.

Esa es la conclusión a la que llego luego de reflexionar mirando la imagen de él en la parte exterior de la capilla de la Universidad Nacional, donde tantas veces presidió la eucaristía. Luego leo la frase escrita al lado del rostro de Camilo, es del Mensaje a los Cristianos: “la revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos que ven en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos”. Hay mucho que aún tenemos que aprender de él.

Desde ese punto, también veo el bosquecito, que una foto de la colección de José Félix Patiño recuerda que el mismo Camilo ayudó a sembrar. Los visualizo, al exrector y al cura, con las palas en las manos, el uno con un traje negro y el otro con su sotana impecable, sonriendo y esperando a que el futuro sea mejor.

Camilo Andrés Delgado Gómez

Politólogo en formación en la Universidad Nacional de Colombia. Lector crítico de la dinámica política y la historia, dos cosas que en este país siempre se olvidan. Como Keynes, cuando los hechos cambian, cambio de ideas, ¿qué hace usted, señor?