Bogotá

Compagina la ciudad con este afán sin nombres, divagando entre las ideas sobre acogidas de más de 10 millones de habitantes. Suburbio estremecedor al que me penetro en mis audífonos, razón tenía mi madre al sentenciar descanso en este mar de subsistencias.

Observo claros grises de esperanza, tal recuerdo de los sueños que hoy son rostros sin memoria, el frío en la carrera solo parece metafórico, quiebra los huesos la soledad que me acompaña, largas rutas desplazan la melancolía con la furia. Toda posesión de dignidad ya me cabe en la maleta y es suficiente para trasegar esta angustia de añoranzas. Soy retoño en la ciudad de nadie, también de todos, cuando al volver abraza mi propio exilio.

Una calle de cansancio evoca un tráfico público entumecido, desnudo por acceso, armonizado por artistas que lo son a cuenta gotas, la bohemia de aquél niño que se embriaga de graffitis. Es mi opción un malogrado verso, consuela los temores del deseo de empezar, otra vez, la huida del errante, no soy más que lo que me alcanza en la consciencia, desprecios para olvidar.

En cada paso por estas texturas llanas, existen mil anécdotas que acarician el pasado, migajas de despojos que conducen a Colombia, la profunda, vistosa y casi tan polémica como las instituciones que enarbolan el poder en la Nación, aquí concentradas. Fuentes hídricas y gratos cerros que se sonrojan tras las cortinas del smog, es oportuna la capital, sus abatidas discusiones urbanísticas ocultan la riqueza que pulula.

Subestiman las regiones la conveniencia de la metrópoli, aproximadamente la cuarta parte del Producto Interno Bruto subyace en las entrañas abarrotadas de la Sabana, toda causa es bienvenida. Cumbre de cultura, se hace gala en cada esquina, la inseguridad es percepción de la inmersión en este caldo de cultivo. Tiene alma la diversidad de esta amalgama de pesares, que sonríe a la inclusión para su extensión voraz insatisfecha.

Bogotá es el hogar de orfandades que resisten, haciéndose vientre con los días, Santa Fe que resulta divina, conciliando desigualdades en el quehacer inagotable.


Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/mchala/

Mujeres para pensar

María Camila Chala Mena

Poeta. Abogada con énfasis en Administración Pública y Educadora para la Convivencia Ciudadana, Especialista en Gerencia de Proyectos y Estudiante de Maestría en Ciudades Inteligentes y Sostenibles. Fundadora de Ágora: Laboratorio Político. "Lo personal es político".

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