“En el dinamismo de la política colombiana, abunda el irrespeto por el sistema democrático y, cada vez más, está plagado de dirigentes con ideologías titubeantes e imposibilitados para dirigir su actuar bajo principios rectores. Esta falta de claridad le da cabida para que ejerzan el servicio público por intereses, más que por vocación”.
De cara a las elecciones presidenciales de 2022: el ambiente político se torna más tenso, a medida que se acerca el gran día de los comicios. Desde el Congreso de la República se han empezado a mover fichas claves y, a plantear reformas al Código Electoral por parte de las bancadas de gobierno. Acaso, ¿podríamos volver a presenciar un posible y presunto fraude en las próximas elecciones? Estamos a expensas de una transformación del poder político, y la incertidumbre agudiza los síntomas de la crisis democrática.
Este debate político se ha despertado con gran vehemencia en el país, y con mayor razón, tras las recientes declaraciones de Armando Benedetti, que nos dejó a todos trastocados. El exsenador de la U, ha estado marcado por el seudónimo de “lagarto”, debido a su capacidad y astucia para actuar bajo la doble intencionalidad; estar donde más le conviene. Y, sí… en el capitolio la lista es larga, unos más que otros, pero eso no marca la diferencia.
Este personaje de la política colombiana se ha caracterizado por tener una trayectoria marcada por la militancia en partidos de gobierno, es decir, sus ideales y propuestas iban a fines a la “centro-derecha”, o eso es lo que se conocía hasta hace poco. Cuando Benedetti afirmó públicamente su salida del partido, se revelaron las razones que justificaban esta decisión ventajosa, teniendo en cuenta las endebles relaciones políticas que se agravaron el presente año. Desde que empezó la emergencia sanitaria por el Covid-19, las discrepancias se notaron con más claridad; por ejemplo, los subsidios que los legisladores le concedieron a los macroempresarios, sin tener en cuenta a los micro, fue una de las tantas quejas del exsenador, debido a que, esta fue aprobada con los votos de los miembros de la U.
Las divergencias políticas existentes, llevaron a Benedetti a militar en la Colombia Humana del senador Gustavo Petro, porque últimamente se sentía plenamente identificado con el enfoque —humanista y progresista— que direccionan al partido. Pero, «este cambio inusitado y extremista de colores y matices, es el más vivo ejemplo de la falta de criterio y perspectiva de la que carece este espécimen (el camaleón) y, por supuesto, Benedetti».
Así como Armando, otras figuras y personajes de la vida pública han decidido sumar su voto al precandidato de la Colombia Humana. A fin de cuentas, dentro del Estado existen derechos individuales: prerrogativas que le son inherentes al ciudadano y, el derecho a libertad de expresión no es la excepción. Pero, hay que tener mucho cuidado con la sobrestimación salvadora que se le atribuye a los caudillos y dirigentes, de esta manera: “La idealización a un candidato localizado en cualquier extremo es un craso error, debido a que, las promesas extravagantes acostumbrados a pregonar en épocas electorales, son, en últimas, irrealizables”. La historia misma ha dado la razón, cuando el país está en las riendas de un sector que no ha sabido administrar el Estado, la medicina nunca será el polo opuesto.
El apoyo debe ir de la mano del razonamiento y el consentimiento; la inclinación hacia algún u otro sector no debe estar empañada por favoritismos, y la salida más facilista ante los problemas del país siempre serán los extremos, ya que, tendemos a creer que un mesías de la política nos salvará de una mala gestión a través de la demagogia y las promesas ilusorias.
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