¿Así de difícil es tener dignidad?

Uno de los valores de la democracia: aceptar que la voluntad de las mayorías es la que debe ser acatada, y buscar con decoro, un espaciesito para que las propuestas de las minorías puedan ser tenidas en cuenta.

Y la pregunta va para mi Partido Conservador: ¿así de difícil es tener dignidad?

Por allá en 1982 abracé al partido azul cuando Belisario Betancur ganó para la colectividad la primera magistratura de la nación después de dos gobiernos liberales: el de López Michelsen y el de Turbay Ayala entre 1974 y 1982. Llegaba a mi natal Entrerríos  toda la propaganda y con los bríos que propociona esa hermosa edad de los 15 años, me guindé a llevarla a las casas, además proporcioné alegres tertulias con mis compañeros de salón de clases, algunos allegados a mi causa, otro no, y ahí empecé a comprender uno de los valores de la democracia: aceptar que la voluntad de las mayorías es la que debe ser acatada, y buscar con decoro, un espaciesito para que las propuestas de las minorías puedan ser tenidas en cuenta.

A Betancur le siguió Virgilio Barco, un cucuteño merecidamente despreciado en Antioquia porque se dio el lujo de parar durante su gobierno, la construcción del Metro de Medellín. El cuento es que Barco instauró el papel de la oposición. En su momento me pareció fastidioso porque nombró todos los ministros liberales, dejando a mi colectividad sin nada, y al viejo Misael Pastrana, jefe natural de la colectividad, le dio por nombrar un gabinete a la sombra…algo así de ridículo como el papel de Juan Guaidó en Venezuela, donde sólo él, se cree el cuento de que es presidente.

Seamos claros: la democracia necesita partidos que gobiernen y partidos que vigilen. Es que al hacer eso último con decoro y elegancia, el partido que así actúe estará abonando el terreno para buscar su turno, y tomar las riendas del poder, además contribuirá a que quienes gobiernen, no cometan desafueros.

Nuestro Partido Conservador se presentó con candidato propio. David Barguil lo representó, no tuvo una votación significativa, pero en nombre de la militancia fijó posiciones claras, como lo apreciamos en los debates, así que las coincidencias con Gustavo Petro jamás existieron.

Nos va quedando claro a los militantes del partido que lo único que pueda unirnos al gobierno Petro, es el hambre de Andrés Trujillo y demás, con la mermeladita que les puedan proporcionar (sólo a ellos) allá en la Casa de Nariño.

Mientras tanto, Colombia entera quedará pendiente de cuándo es que los partidos se pondrán serios, y gobiernen o hagan oposición según dictamen de la urnas.

Ayer defendimos al empresariado y a nuestras fuerzas armadas y de policía, y hoy por gracia de la despreciable mermelada que provee el ordenador del gasto,  está el PC apoyando al colombiano que más le apuesta al fracaso del aparato productivo y que más fastidio profesa por nuestros uniformados: Gustavo Petro.  ¡Que viva la incoherencia!

A pesar de todo, hoy, con algo de vergüenza, sigo siendo conservador.

Norman Mesa Lopera

Comunicador Social de la Católica del Norte Fundación Universitaria. Activista de la cooperación como herramienta de crecimiento social y observador apasionado de la política. Las discusiones las termino con un silencio reflexivo.

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