Aquellas Guerras de Marruecos

En España llamamos Guerras de Marruecos, también Guerras de África,al conjunto de conflictos bélicos que enfrentó, en un principio, a mi país con el sultanato de Marruecos y, posteriormente, con las cabilas (grupos de tribus magrebíes) del territorio marroquí. Tuvieron lugar entre la mitad del siglo XIX y finales de la década de 1920 y fueron de una gran relevancia en la historia española de comienzos del siglo XX.

Aunque la presencia española en el norte de África se retrotrae hasta el siglo XV, no es hasta 1859 que las escaramuzas iniciadas ya a mediados del siglo XVI y continuadas en el último cuarto del XVIII, principios del XIX y en la década de 1840, dieron en convertirse en un auténtico conflicto armado, con un crecimiento agudizado desde 1898.

Un ataque cabileño a la plaza de Ceuta llevó al presidente del Gobierno español, Leopoldo O’Donnell, a declarar la guerra al sultán marroquí Mohammed IV en octubre de 1859. Derrotado en la batalla de Wad-Ras el 23 de marzo, el sultán firmó el 26 del mes siguiente el Tratado de Tetuán (también llamado de Wad-Ras), favorable a los intereses españoles.

Las escaramuzas no regresaron hasta la década de 1890, y casi al finalizar ésta, después de producirse la pérdida española de los restos de las posesiones ultramarinas (el desastre), en 1898, España focalizó sus expectativas coloniales en el norte de África. Aquellos eran ya los tiempos del imperialismo europeo y Francia tenía desde hacía décadas expectativas en el Magreb, por lo que fue el momento de delimitar las zonas de expansión de ambas metrópolis. Así, el área español se fue viendo cada vez más empequeñecido tras una serie de acuerdos, signados en 1902 y 1904. Y en el año 1912 quedaron fijados los límites de cada territorio, dándole categoría de protectorado al ejercido por ambos países europeos sobre el territorio marroquí. El protectorado español de Marruecos se extendería por la zona del Rif y por las de Ifni y Tarfaya, en el noreste y el suroeste marroquí, respectivamente.

Pero tres años antes, en el mes de julio, el conflicto se había recrudecido, pues cabileños rebeldes atacaron el área de Melilla y con ello provocaron un doble efecto, uno no deseado que trasladó la perturbación de una forma indirecta a la mismísima Península, provocando la denominada Semana Trágica, y otro buscado y estrictamente militar, que supuso la derrota española en aquel mismo mes del año 1909 conocida como desastre del Barranco del Lobo, a manos de los rifeños liderados por Abd-el-Krim.

La guerra en lo que ya era el protectorado marroquí volvió a afectar al discurrir político español cuando en julio de 1921 tuvo lugar otra derrota a la que se dio en llamar nuevamente desastre, la de Annual, a unos 80 km de Melilla y asimismo a manos de Abd-el-Krim. Entre las miles de bajas se encontraba la del general Manuel Fernández Silvestre, comandante general de Melilla, muy cercano al rey Alfonso XIII. Las Cortes investigaron la calamidad y hasta ellas llegó el informe solicitado, el expediente Picasso (escrito por el general Juan Picasso González), que nunca pasó a instancias jurídicas pero de una manera indirecta acabaría por precipitar dos años después la dictadura del general Miguel Primo de Rivera.

Cuando en 1925 el régimen primorriverista se decidió a actuar para poner fin al larvado conflicto marroquí, adoptó una política que supondría una nueva manera de intervenir en el norte de África. El día 8 de septiembre de ese año se produjo el desembarco en la bahía mediterránea marroquí de Alhucemas, que cumplió un doble objetivo: liberar el asedio al peñón homónimo por parte de los hombres de Abd-el-Krim y extender definitivamente el dominio de España en el área oriental del protectorado.Derrotado Abd-el-Krim, se puede decir que en 1927 daba comienzo la ocupación efectiva española del protectorado de Marruecos.

Finalmente, décadas después, Marruecos obtendría su independencia respecto de Francia en marzo de 1956, y un mes más tarde lo haría respecto de España, inmersa en otra dictadura, la del general Francisco Franco, que había labrado su carrera militar precisamente en aquellas Guerras de Marruecos.

[author] [author_image timthumb=’on’]http://anatomiadelahistoria.com/wp-content/uploads/2011/05/JoseLuisIba%C3%B1ezSalas.jpg[/author_image] [author_info]José Luis Ibáñez Salas Comencé a ser algo parecido a un editor cuando en 1990 trabajé a las órdenes de Ricardo Artola en la indispensable Enciclopedia de Historia de España que dirigía su padre, Miguel Artola. Desde 2008 hasta 2012 dirigí la colección Breve Historia de Ediciones Nowtilus y a partir de ese año la colección Biografías de Sílex Ediciones. Un año más tarde publiqué para esa misma editorial El franquismo. Soy asimismo editor de libros de texto en Santillana y fui el editor responsable del área de Historia de la Enciclopedia Multimedia Encarta de Microsoft. En la actualidad dirijo la revista digital de divulgación históricaAnatomía de la Historia (anatomiadelahistoria.com), escribo para la revista digital española Fernando Martínez y soy el director editorial de Punto de Vista Editores. Leer sus columnas. [/author_info] [/author]

José Luis Ibáñez Salas

Comencé a ser algo parecido a un editor cuando en 1990 trabajé a las órdenes de Ricardo Artola en la indispensable Enciclopedia de Historia de España que dirigía su padre, Miguel Artola. Desde 2008 hasta 2012 dirigí la colección Breve Historia de Ediciones Nowtilus y a partir de ese año la colección Biografías de Sílex Ediciones. Un año más tarde publiqué para esa misma editorial El franquismo. Soy asimismo editor de libros de texto en Santillana y fui el editor responsable del área de Historia de la Enciclopedia Multimedia Encarta de Microsoft. En la actualidad dirijo la revista digital de divulgación histórica Anatomía de la Historia (anatomiadelahistoria.com), escribo para la revista digital española Fernando Martínez y soy el director editorial de Punto de Vista Editores.

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