Anatómica Impunidad: Decadente Morfología

“Lo que enferma mi cuerpo es la impunidad

De todos los crímenes de lesa humanidad

y la radical e incuestionable complicidad

de algunos de los llamados agentes de Estado

Anatómica impunidad: decadente morfología”


La Anatomía de la impunidad, es como recorrer un cuerpo en descomposición; entrar en su mente, es encontrarse con un cerebro criminal; circular por su sistema cardíaco, es sentir el cruel latido de quien sabe que no va a tener ningún castigo; viajar por su sistema digestivo, es avizorar a alguien sin entrañas; transitar por su sistema circulatorio, es  otear la sangre de millones de víctimas;  rozar sus manos, es sentir lo sucias que están; percibir su respiración, es descubrir la emoción de alguien que goza con el último hálito de otras vidas; caminar por la misma tierra que pisa, es seguir las huellas de alguien que todo lo pisotea sin consecuencias.

Su cuerpo, es irrigado con las lágrimas de quienes por años han esperado justicia; alimentado con cadáveres esparcidos sobre la tierra; protegido por las estructuras institucionales; abrigado por el sistema de opresión; camuflado por fuerzas armadas; adoptado por los dispositivos burocráticos; e inmunizado por los regímenes autoritarios.  Sí, la Anatomía de la impunidad, es sinónimo de un cuerpo en descomposición, representa, la decadencia de una sociedad que convive con la ausencia de verdad, justicia y reparación.

La impunidad es el cuerpo en el que vive la persona criminal, asesina, armada, violenta, corrupta e indiferente; también es el cuerpo del dictador, el general represivo, el actor armado, el genocida, el feminicida, el infanticida, los mata líderes y lideresas; es el cuerpo colectivo donde habita la corrupción institucional, los aparatos de poder, la injusticia y la violación de los Derechos Humanos. Es el cuerpo más decadente; pero también el más sempiterno. 

La anatomía de la impunidad recorre los resguardos indígenas, los valles ancestrales, los tradicionales pueblos, los extensos campos y las ciudades.  Decadente Morfología de una sociedad infestada de fatalidades; crueldad institucional, que, califica las masacres, como “asesinatos colectivos”; el genocidio de líderes y lideresas, como “hechos aislados”; la matanza de excombatientes, como “justicia contra disidentes”; el bombardeo de niños y niñas, como “daños colaterales”; las ejecuciones extrajudiciales, como “políticas de seguridad”; y, los actos de corrupción, como “actos excusables y externos”.

Anatómica impunidad, decadente morfología de un cuerpo que prevalece como arma de control social, acto de violencia, dispositivo de opresión, introyección absurda, mensaje de miedo colectivo, discurso hegemónico, atmósfera enrarecida, ley obscena, confabulación institucional, aparato de dominación, precaria justicia, perpetuidad de corrupción y nicho de omisión. ¿Hasta cuándo este cuerpo se seguirá alimentando con sangre, dolor y miedo?

Maldita anatomía, tormento de los millones de personas asesinadas, desplazadas, desaparecidas, amenazadas y vulneradas; en el cuerpo de estas víctimas y en el de sus familiares, al contrario que en el de la impunidad, habita el dolor, el recuerdo violento, el clamor de justicia, la necesidad de verdad, la exigencia de reparación y la reclamación de castigo. La anatomía de las víctimas es el reflejo de cuerpos cansados de exigir reivindicaciones; desarme inmediato del discurso victimario; atención de la sociedad; y rechazo a la complicidad estatal. 

 

¡NO MÁS IMPUNIDAD! ¡NO MÁS INDIFERENCIA!

 

Maria Fernanda Molano Giraldo

Abogada, especialista en Derechos Humanos con Maestría en Desarrollo Educativo y Social. Defensora de Derechos Humanos y Derechos de las Mujeres, experta en temas relacionados con políticas públicas, conflicto armado, implementación del enfoque de género y construcción de culturas de paz. Investigadora, consultora, docente, asesora pedagógica, representante de víctimas, coordinadora de proyectos sociales y columnista digital.

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