Alma de lobo

El Lobo Estepario de Hermann Hesse aborda una temática interesante sobre la destrucción del ego, la deconstrucción del yo y su proyección, así como la cárcel mental a la que nos sometemos una vez que tenemos una “imagen inamovible” de nosotros mismos, la cual endiosamos como si fuera un “Ser-en-sí” (Sartre).

Esto plantea un escenario en el que la propia identidad se convierte en una crisis y, ante el temor de ser y no ser, encasillamos nuestra personalidad dentro de un imaginario casi inteligible (platónico), negando otras posibles facetas de nosotros mismos y, por ende, las inmensas posibilidades que surgen con ellas.

Es decir, ante la imposibilidad de deconstrucción, nos encerramos en un viejo cascarón que impide nuestra evolución mental y espiritual. Si hacemos la analogía, es como el cangrejo ermitaño que se niega a cambiar de caparazón y luego no puede salir. Solo le quedarán dos posibilidades: 1) dejar de crecer, o 2) morir aplastado por el entorno.

Si ubicamos la discusión en el plano de la física cuántica, es como si el observador dejara de ver al objeto, negándose a evolucionar o cambiar en este proceso. En otras palabras, El Lobo Estepario plantea que al detener la introspección y la deconstrucción de las viejas estructuras que componen lo que creemos que es el “yo”, dejamos de evolucionar mental y espiritualmente. Nos estaríamos autosaboteando.

Ahora, ¿por qué abordar un tema que parece tan denso? Creo que vivimos en una era donde la crisis de identidad (identidad real vs. identidad digital) está profundamente arraigada en nuestra sociedad, aunque aún no sea visible, ya que tenemos a Instagram, TikTok y Facebook como distractores, criando generaciones que creen que el crecimiento espiritual o el llamado “despertar de consciencia” se logra en dos minutos, como si fuera una receta de postre con solo dos ingredientes.

Pero por más basura consumista, mediática, multimedia y artificial (IA) que queramos usar para negar el proceso, este simplemente seguirá ahí, agazapado como una sombra que crece y crece sin detenerse. Ojalá muchos no vean el monstruo en el espejo, y si lo ven, al menos lo reconozcan.

El Lobo Estepario nos invita precisamente a eso: a reconstruirnos, incluso con fortalezas que no creíamos nuestras. Porque las crisis son inevitables (todos pasamos por ellas), pero un proceso de crecimiento espiritual y mental endeble, ante un mundo que aplasta la identidad individual, es como el más pequeño de los botes ante la ira de Neptuno… y si no tenemos las herramientas para reconstruirnos, el final es hundirnos en el abismal vacío de la depresión, la ansiedad, y en muchos casos, lamentablemente, el suicidio.

Tal vez por esa razón decía Albert Camus que no hay sino una pregunta realmente seria en la filosofía, y es si la vida vale o no la pena vivirla… pero aun si la decisión es , y no tenemos las fortalezas o el Alma del Lobo, estaríamos viendo al vacío mientras el vacío nos devuelve la mirada (Nietzsche).

 

César Augusto Betancourt Restrepo

Soy profesional en Comunicación y Relaciones Corporativas, Máster en Comunicación Política y Empresarial. Defensor del sentido común, activista político y ciclista amateur enamorado de Medellín.

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