¡A Kafka le dio el virus! Pandemia de gripe de 1918

Imagen: Neue Zürcher Zeitung

Más conocida como la «gripe española» la pandemia que afectó al mundo en el año 1918, causada por un brote del virus Influenza A del subtipo H1N1, mató entre 20 y 40 millones de personas en un solo año [1].

Reiner Stach nos relata que a “Kafka le tocó el turno en el punto culminante de la ola [de la pandemia], el 14 de octubre. El médico, doctor Kral, constató más de cuarenta grados de fiebre” [2]. Con el hecho agravante de que Kafka ya tenía en su organismo otro mal: “mycobacterium tuberculosis”.

Kafka ya había asumido esa enfermedad como “una amante” inevitable. A su amigo Weltsch le había dicho: “En cuanto a las causas de la enfermedad, no soy testarudo, pero, dado que en cierto modo estoy en posesión de los documentos originales del «caso», mantengo mi opinión y oigo cómo incluso el primer pulmón resuena en señal de asentimiento. Para curarse, es preciso ante todo la voluntad de curarse. La tengo, aunque, hasta donde esto se puede decir sin afectación, también tengo la voluntad contraria. Es una enfermedad especial, si se quiere, una enfermedad prestada, muy distinta de todas aquellas con las que he tenido que vérmelas hasta el momento. Algo así como una amante feliz que dice: «Todo lo anterior fueron sólo espejismos, sólo ahora estoy enamorado»”[3]

Kafka vivió sus últimos siete años con la tuberculosis esta enfermedad-amante que ya no lo abandonaría, lo acompañaría en su búsqueda infatigable por la escritura y en la búsqueda compleja del amor con alguna de las muchachas que lo atormentaban. La gripe española no se lo llevaría, esa fue otra enfermedad “espejismo”; pero sí lo doblegó bastante por unos largos días del año 1918.

Cuando le dio la gripe española, Kafka tuvo que confinarse, todos temían lo peor, su madre era la más angustiada. Kafka renunció a todo, “su fiebre alcanzó valores que tienen que haber asombrado al médico que acudió corriendo. […] Kafka entró en el umbral del delirio, en el que había que contar con la posibilidad del fallo orgánico en cualquier momento. Brod escuchó horrorizado que su amigo estaba «casi deshauciado» por los médicos: al parecer, se había alcanzado ya un punto de crisis en el que el optimismo se había vuelto insostenible”. [4]

Así como en la pandemia de hoy, en esa época no se encontraba una medicina adecuada para luchar contra el virus, solo el organismo de cada quien, unas buenas condiciones asépticas y el aislamiento total le sirvió a algunas personas para superar la enfermedad. En el caso de Kafka, la gripe española no le quitó el lugar a la tuberculosis, aquella «amante privilegiada». Reiner Stach nos relata que, gracias a los cuidados, a la higiene estricta que llevó la familia y a la vigilancia médica, Kafka se salvó de esa pandemia.

La muerte se demoraría otro tanto, faltarían unos años más para el amor y  para la literatura, que era lo único que a él importaba en la vida.

Dada la fiebre tan alta que sufrió Kafka, mientras que tuvo la gripe española no pudo escribir nada y no sabemos qué pensó durante esa dolencia. Pero, sí conocemos su sorprendente posición respecto a la enfermedad, en una carta que le escribió meses antes a su amada Felice Bauer:

“Voy a decirte un secreto en el que yo por mi parte en estos momentos no creo en absoluto (pese a que, cuando trato de trabajar y pensar, la tiniebla que desde lejos cae sobre mí a mi alrededor tal vez pudiera convencerme), pero que tiene que ser verdad: jamás recobraré la salud. Ni más ni menos porque no se trata de una tuberculosis a la que se coloca en la tumbona y a la que se cuida hasta su curación, sino que se trata de un arma cuya necesidad seguirá siendo extrema mientras yo continúe con vida. Y ambas no pueden continuar con vida” [5]

¡Kafka, tú con la escritura le ganaste una partida de póquer a la muerte! Un siglo después, un lector tuyo que tiene miedo a la muerte  -no por la muerte propia siquiera, sino por el futuro incierto de los hijos- te escribe un par de páginas para prolongar más tu memoria. ¿Te acuerdas, Kafka, que un día soñaste publicar un libro cuyo título sería «Los hijos»?

Durante la pandemia de 2020.

[1] Wikipedia: Pandemia de gripe de 1918.

[2] Reiner Stach, Kafka, Editorial Acantilado, 2016.

[3] Carta a Felix Weltsch, 11 de octubre de 1917.

[4] Reiner Stach, Kafka, Editorial Acantilado, 2016.

[5] Carta a Felice Bauer, 30 de septiembre de 1917.

Frank David Bedoya Muñoz

Frank David Bedoya Muñoz (Medellín, 1978) es historiador de la Universidad Nacional de Colombia y fundador de la Escuela Zaratustra. Fue formador político en la Empresa Socialista de Riego Río Tiznado en la República Bolivariana de Venezuela. Ha publicado “1815: Bolívar le escribe a Suramérica”, “Relatos de un intelectual malogrado” y “En lo alto de un barranco hay un caminito”, libro que reúne cinco relatos, un ensayo y dos conferencias sobre la vida y obra del Libertador Simón Bolívar. Actualmente es asesor en el Congreso de Colombia.