Colombia, educación superior sin fronteras

“Si conseguimos que cada estudiante colombiano dialogue con otras culturas durante su vida académica, lograremos que la educación se transforme a través de la justicia y la equidad”


En un mundo cada vez más globalizado, la internacionalización de la educación superior ha pasado de ser una opción para convertirse en una estrategia que impulsa la transformación educativa. Y no se trata únicamente de firmar convenios o que los estudiantes vayan al extranjero, es, sobre todo, una apuesta por descubrir nuevos pensamientos, ampliar horizontes, enriquecer la formación y participar activamente en un diálogo global de conocimientos. Colombia, en medio de sus competencias y posibilidades, tiene una gran oportunidad para consolidarse como un referente educativo regional y proyectar su talento más allá de sus fronteras.

En Colombia, se han dado pasos importantes. Programas como Colfuturo y las becas de ICETEX han permitido que miles de estudiantes accedan a oportunidades en el exterior. Según datos del ICETEX, entre 2010 y 2020, más de 10.000 colombianos se beneficiaron de becas para estudiar fuera del país. Asimismo, universidades como la Nacional, la de los Andes y la Javeriana, entre otras, han consolidado convenios con instituciones de Estados Unidos, Europa y Asia, fortaleciendo su presencia internacional y elevando los estándares académicos.

Sin embargo, una apuesta de la internacionalización en nuestro país conlleva a ampliar su cobertura en todos los contextos socioeconómicos y territoriales, integrar la investigación y la gestión institucional, esto por medio de la inclusión de currículos con enfoque intercultural y programas de movilidad estudiantil y docente. Se trata de preparar a nuestros jóvenes no solo para competir en un mercado laboral externo, sino para convivir y construir en un mundo diverso. Democratizar las experiencias educativas extenderían caminos para hacer parte de esa educación global.

El intercambio de saberes da la posibilidad de aumentar la calidad educativa. Un estudiante que participa en una estancia internacional amplía sus conocimientos, desarrolla habilidades de adaptabilidad, manifiesta empatía cultural, genera pensamiento crítico y lidera el trabajo colaborativo. Además, la cooperación ente universidades enriquece la investigación, da acceso a fondos internacionales y proyecta soluciones a problemáticas comunes. En este sentido, la internacionalización no es un lujo, sino una herramienta clave para fortalecer la pertinencia y la innovación en la educación superior.

Está claro que en Colombia la política pública interviene significativamente en estos aspectos, por ello se requiere que sea más descentralizada y sostenible. Aunque existen alternativas de intercambio promovidos por el gobierno, como el Programa de Movilidad Académica Internacional del ICETEX, es necesario ampliar su cobertura y asegurar que llegue a todas las regiones del país. Es pertinente generar convenios entre universidades pequeñas y extranjeras, para que esta realidad aumente significativamente.

Un ejemplo inspirador es la participación de Colombia en redes como Erasmus+ de la Unión Europea, que ha facilitado intercambios académicos con más de 30 países. De igual manera, es alentador ver cómo algunas universidades están incorporando programas virtuales con proyección global. Plataformas como Coursera, edX y FutureLearn promueven alianzas para llevar educación internacional a estudiantes que no pueden viajar, generando posibilidades de aprendizaje sin fronteras.

Ahora bien, la internacionalización va más allá del intercambio estudiantil: se incorpora al currículo, los métodos pedagógicos y la gestión institucional. Pero aún más esperanzador, construye la visión del país frente al mundo a través del intercambio multicultural.

Como país, no podemos desaprovechar esta oportunidad. La internacionalización bien implementada puede ser una palanca poderosa para cerrar brechas, mejorar la calidad educativa y proyectar el talento colombiano en el escenario global, debemos apostar por una internacionalización crítica, creativa y contextualizada.

Como bien señala Jane Knight, una de las referentes en este campo, “la internacionalización no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la calidad y la relevancia de la educación” (“Internationalization of Higher Education: A Conceptual Framework”). Coincido plenamente con esta visión. Colombia no debe internacionalizarse por moda o por rankings, sino por la convicción de que permitirá que la educación sea más abierta, solidaria y conectada con los desafíos globales.

Finalizo con una convicción personal: internacionalizar es también humanizar. Es tender puentes donde antes había muros. Es enseñar a mirar el mundo con otros ojos y, sobre todo, a analizar lo propio con mayor conciencia. Si conseguimos que cada estudiante colombiano dialogue con otras culturas durante su vida académica, lograremos que la educación se transforme a través de la justicia y la equidad.

Juan Carlos López Flórez

Licenciado en Filosofía, historiador y docente. Escribo para invitar a la reflexión, inspirado en la historia y la literatura, impulsando el cambio educativo que necesitamos.

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