“Ellos son el peligro para la democracia, ellos le tienen miedo al poder de la gente. No quieren aceptar que su modelo laboral es nefasto y que la consulta sería el camino político ideal para que ellos no ganen en las próximas elecciones”
El pasado 14 de mayo, entre muchos debates subidos de tono, advertencias de “jugaditas” por parte de la oposición y difusión de información por diferentes plataformas por parte de quienes querían que la consulta popular fuera un hecho, el resultado fue el hundimiento de la consulta que presentó el gobierno. Una votación que tuvo cuestionamientos por lo que se gestó desde horas antes, por el tiempo que se dio para que fuera votada y porque quienes apoyaban la consulta argumentan que hubo cambio de votos luego de cerrada la votación.
La imagen del día fue el desorden que se dio en el salón Elíptico del Congreso de la República: el enojo del cuestionado Armando Benedetti, muy agresivo, y de muchos otros senadores afines al gobierno, indignados por lo que ellos consideraron y evidenciaron como un robo por parte del presidente del Senado, Efraín Cepeda. Cepeda ha sido conocido por ser investigado por corrupción, entre otros delitos, y es un hombre que ha sido cuestionado por su actuar dentro del Congreso de la República, ya que se ha valido de artimañas para que ciertas votaciones se den a favor de ciertos sectores políticos y no a favor de la ciudadanía.
Otra de las imágenes que generaba cierto asombro eran las de los integrantes de la oposición celebrando el hundimiento de la reforma, como en el caso de la uribista María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Miguel Uribe y Miguel Polo Polo. Celebraban como si aquí perdiera Petro; aquí no pierde este gobierno, aquí pierden los trabajadores del país, el derecho a decidir si mejorar las condiciones tan nefastas que implementó en su momento el líder político de la oposición, Álvaro Uribe Vélez, con el único fin de beneficiar a las empresas y poner en precariedad a los empleados, fortaleciendo su lema esclavista: “trabajar, trabajar y trabajar”, como si ese fuera el fin último de la existencia humana.
El sector trabajador no le está huyendo a esta labor; solo está cuestionando las condiciones laborales actuales, que son, en muchos casos, poco humanas e incluso ineficientes en el sector productivo.
Celebraban el hundimiento de la consulta quienes han tildado a Petro de dictador, pero han tenido todas las garantías para hundir reformas. Celebran los que dicen que el presidente pone en riesgo la democracia, cuando ellos son quienes le tienen miedo a la democracia, y la muestra de eso es el temor a que los ciudadanos se manifiesten en la consulta popular.
Sí, su argumento es el costo que tiene la consulta, y si miramos el costo de cada senador comparado con el trabajo que realmente hacen, ellos les salen mucho más costosos al país.
Ellos son los dictadores, ellos son el peligro para la democracia, ellos le tienen miedo al poder de la gente. No quieren aceptar que su modelo laboral es nefasto y que la consulta sería el camino político ideal para que ellos no ganen en las próximas elecciones. Esto no es una preocupación por el país o la ciudadanía; esto es miedo porque saben que las elecciones están próximas, y su líder político no tiene popularidad por el proceso penal que enfrenta. No tienen candidatos competentes y, además, la ciudadanía no les cree.
Los verdaderos enemigos de la democracia son ellos, quienes no les dan a los ciudadanos la posibilidad de elegir si quieren o no esa reforma. Les tienen miedo a los mecanismos de participación y se basan en el discurso del terror para seguir controlando y manteniendo el Status quo que han mantenido por años.
Entonces, la pregunta es: ¿quiénes son los dictadores?.
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