¡El rey está desnudo!

Soy bisexual, y siendo honesto intelectualmente, el presidente Javier Milei no atacó a la comunidad LGBTIQ+ en su discurso en el Foro Económico de Davos. Al contrario, nos alerta de las intenciones de la “Cultura Woke”, la cual utiliza maquiavélicamente a las causas nobles de las minorías para imponer su ideología común supraestatal, cercenando a la minoría más elemental: el individuo libre. Los Woke y los LGBTIQ+ no somos lo mismo.

Está bien, y es un buen síntoma, que a los no heterosexuales nos duela, nos moleste, nos perturbe la asociación casuística extrema de la libertad sexual con la pedofilia. Y está bien, y es un buen signo, que nos manifestemos libremente unidos en repudio a esa asociación que nos disgusta, porque como dijo el presidente Milei en Davos “Quiero saber: ¿Quién avala esos comportamientos?”. La respuesta está en su mismo discurso de Davos, y si lo escuchamos con atención, entenderemos que denuncia a la “Cultura Woke”, no a la comunidad LGBTIQ+ en sí. Además, no está de más aclarar que la mayoría de los actos de pedofilia se dan en el seno de la comunidad intrafamiliar (en su mayoría heterosexuales).

Pero la asociación está dada porque el wokismo aprovecha la causa noble de la libertad sexual (entre individuos libres) que pregona la comunidad LGBTIQ+ para imponer su agenda extremista, censurando y persiguiendo las opiniones disidentes, eliminando el análisis honesto y criterioso del sentido común en nombre de la tolerancia a la diversidad (uniforme) y victimizando a los victimarios.

El cuento de “los consientes”

Esta realidad, que el presidente Milei señala en su discurso disruptivo en Davos, me hace remontar al cuento de Hans Christian Andersen, El rey desnudo (publicado en 1837). La metáfora indica una situación en la que una amplia –y usualmente sin poder– mayoría de observadores decide de común acuerdo compartir una ignorancia colectiva de un hecho obvio, aun cuando individualmente reconozcan lo absurdo de la situación. El rey desfilaba desnudo ante todo el pueblo, porque creía estar vestido con sedas que solo los capaces en sus cargos (Woke/Conscientes) podían ver, y todos fingían contemplar esas sedas preciosas para no quedar mal públicamente; hasta que un inocente niño se atrevió a decir la verdad: “¡El rey está desnudo!”.

Así como el wokismo toma la defensa de la libertad sexual de la comunidad LGBTIQ+ para llevarla a extremos injustos y aberrantes, también lo hace con las otras minorías y sus causas nobles. Del feminismo y la igualdad entre el hombre y la mujer, los ha llevado al extremo de la relativización. Del ecologismo y el bienestar ambiental para los seres humanos, los ha llevado al extremo del odio a la producción del hombre. De la planificación responsable de la familia, la ha llevado al extremo del control poblacional de Malthus. Del derecho a la autopercepción, lo ha llevado a la obligación de intervenciones irreversibles a menores infantes. De la inmigración en busca de desarrollo en una cultura nueva, a la inmigración colonizadora de sociedades.

Ningún extremo es libre

La lista puede seguir, pero lo que quiero dejar en claro es que ningún extremo es bueno. Ni el conservadurismo de derecha, que pretende mantener el “statu-quo”, y es que por ello nacen las minorías reprimidas y sus causas nobles de lucha, buscando el principio liberal de la igualdad ante la ley; ni el progresismo de izquierda que intenta imponer una cultura universal común eliminando la singularidad individual (Cultura Woke), escondiéndose en las causas nobles de las minorías liberales reprimidas.

El péndulo de la justicia es imposible de equilibrar si no respetamos el principio básico común de la igualdad ante la ley. Siempre que un extremo quiere imponer, mediante el Estado, algún privilegio por sobre el común, termina creando una nueva injusticia; sea desde el conservadurismo o desde el progresismo, es lo mismo. Por eso es importante el análisis crítico considerando el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de los individuos, cada vez que se discute un acto de justicia.

Sin análisis crítico, sin sentido común, sin respeto por la igualdad ante la ley, los movimientos liberales de las minorías terminan siendo manipulados por ideologías que las utilizan y corrompen en sus orígenes. Lo que pasó el sábado 1 de febrero es evidencia de ello. Muchos miembros de la comunidad LGBTIQ+, en vez de marchar en contra de la pedofilia o a favor de la libertad sexual sana, marcharon en contra del gobierno, en contra del presidente y en contra del liberalismo. Es triste ver como una causa noble es utilizada convenientemente por otras ideologías para inyectar sus nefastas ideas.

Esta no ha sido la única vez. Si bien no participé de la marcha, porque la convocatoria era explícitamente política, sí he participado de las marchas del Orgullo en Buenos Aires los años anteriores, y es penoso como desde el escenario central se hace política partidaria explícita. En 2023, la marcha se realizó entre las elecciones generales a presidente de la nación y el ballotage; la premisa era “Milei no”, mientras nos repartían vasos de plástico de AySA (Agua y Saneamientos Argentinos S.A.) con agua gratis a los millones de personas que estábamos allí. El año pasado el escenario estaba decorado con el ploteo del gobierno de la Provincia de Buenos Aires; en ambos casos, los oradores hicieron un decálogo de derechos obtenidos y que serían perdidos por culpa de este gobierno, cosa que nunca pasó. Pero la intención de eliminar el juicio criterioso propio, por medio de la coerción y el miedo, siempre estuvo presente.

¿Qué es el wokismo y por qué Milei lo denuncia?

A Javier Milei lo sigo atentamente desde 2018, lo conozco personalmente desde 2020 y también conozco a muchas personas que se relacionan con él frecuentemente, y puedo decir con el 100% de certeza que él no es ni facho, ni homofóbico, ni misógino como intentan mostrarlo en esas marchas desde el escenario central. También aseguro algo que es evidente: siempre es disruptivo con sus discursos y genera controversia porque nos saca de nuestra zona de confort; todos los temas que pone sobre la mesa se terminan discutiendo, y eso es sano para una sociedad que suele adormecerse intelectualmente y que termina siendo Estado-dependiente.

El wokismo busca exactamente lo contrario: mientras menos se hable de él, mejor para sus planes. La “Cultura Woke” tratará siempre, como un parásito, vivir de un movimiento o idea noble para usarlo como vehículo donde pueda instalar su idea extrema e injusta. Su objetivo es simple: lograr dependencia mundial de un Estado mayor, donde los individuos pierdan el control de sus autonomías progresivamente, puesto que el hambre de poder político necesita generar demanda estatal, y las autonomías de los individuos, de las culturas y de las naciones no les es conveniente para sus proyectos de poder.


La versión original de esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado Visión Liberal, y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.

Diego Haroldo Hormazábal

Liberal clásico argentino. Profesor de Filosofía y estudiante de Licenciatura en Gestión Educativa. Jefe de Agencia PAMI San Nicolás. Miembro de la agrupación La Libertad Avanza.

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