Si alguien me preguntara por el personaje más admirado, idolatrado y convertido en gurú para quienes desde la ultraderecha actual están dando la llamada batalla cultural contra el llamado wokismo, es sin lugar a dudas el psicólogo canadiense Jordan Peterson.
De ahí que si uno revisa sus escritos, entrevistas y extractos de sus clases disponibles en la red, es el personaje perfecto para quienes critican lo políticamente correcto y cualquier discurso que cuestione el racismo, sexismo,clasismo o cualquier tipo de discriminacion o desigualdad existente (1).
Por lo mismo, Peterson ha pasado a ser uno de los principales voceros de una ultraderecha que ha señalado que movimientos como el feminista, LGBTIQ+ ecologista, antiracista y por la justicia social, sólo buscan destruir las bases mismas de la libertad individual y de la civilización occidental.
Son las llamadas políticas de identidad, con las cuales Peterson busca polemizar en cada momento, como si estuviera luchando contra las fuerzas del mal y fuera un especie de enviado divino para combatir a distintos grupos y ayudar así a esos hombres que se encuentran desorientados y sin capacidad de reacción, ante una crisis de la masculinidad (2).
Es el caso de muchos varones actualmente, que con la irrupción del movimiento feminista, se encuentran sin saber que decir y hacer al respecto, frente a la visibilización de un sistema heteropatriarcal, con roles y estereotipos de género historicos, los cuales nos muestran desigualdades en todo ámbito entre hombres y mujeres.
Es precisamente en muchos de estos hombres que Peterson sea tan admirado e idolatrado, al realizar una defensa explícita de la masculinidad tradicional, ya que según él, rasgos «naturalmente masculinos» como la responsabilidad, la autodisciplina y la valentía individual, se han perdido y deben recuperarse por el bien de la sociedad.
En consecuencia, Peterson se comporta como un especie de gurú para aquellos hombres enojados y amenazados por el feminismo, brindando reglas para la vida y un discurso de autoayuda para quienes quieran recuperar su masculinidad y salir adelante solos, dejando de lado la debilidad y la amabilidad.
No es casualidad por tanto que Peterson se haya vuelto tambien un referente en masculinidad para distintos coaches y expertos en seducción dirigido a hombres, utilizando una retórica y técnicas de conquista que solo refuerzan la violencia contra las mujeres y aumenta la presión a los hombres a nivel sexual (3).
Parece todo muy burdo, pero Peterson cree realmente en una idea de la evolución humana lineal, individualista, biologicista y cómo si no existieran estructuras de poder que han impuesto dominios sobre ciertos grupos,como ha pasado con el patriarcado, desde el nacimiento de las primeras grandes civilizaciones.
Pero para Peterson nada eso existe, sólo una concepción centrada en el individuo y una mirada binaria de género, que niega la diversidad en el mundo, justifica las jerarquías sociales y busca que los hombres se levanten y pasen a ser machos alfas, de manera de restablecer un supuesto orden natural de la especie humana, reducido a la reproducción y la supervivencia.
Dicho lo anterior, la idea de Peterson de seguir insistiendo en recuperar la masculinidad, no solo daña a las mujeres sino también genera daño para nosotros los hombres, que tenemos que lidiar con moldes rígidos que sólo generan más violencia con nuestro entorno y con nosotros mismos, como se ve con las tasas de homicidios, accidentes, violaciones y suicidios, lideradas por lejos por varones.
Dicho de otra forma, es justamente esa masculinidad que Peterson busca recuperar, que nos tiene al borde de una guerra nuclear y de un colapso climático sin precedentes, impulsado por grandes Estados, mega corporaciones y líderes soberbios que han creído estar por sobre los límites del planeta y de las condiciones básicas de la vida de la Tierra.
Por ende, no necesitamos más machos alfa en el mundo, sino visibilizar masculinidades alternativas a la tradicional y fomentar que más hombres se vinculen desde el cuidado y la cooperación para construir horizontes más sostenibles.
La pandemia nos mostró lo vulnerables que somos y lo dependientes unos de otros, pero al parecer fue una oportunidad perdida para replantearnos nuestra manera de vivir, generando por el contrario más miedo y nuevos monstruos.
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