¿La educación colombiana en un juego del tingo y tango?

La educación en Colombia es un tema recurrente en el debate nacional, y con justa razón. La calidad de nuestra formación académica ha sido cuestionada desde múltiples frentes, generando un constante juego de culpas entre padres, docentes, instituciones educativas y empresas. Sobre esta problemática, pues en efecto, todos se pasan la «pelota» como en un juego del tingo tango.

La educación, en teoría, es un proceso integral que busca formar ciudadanos competentes y comprometidos con el desarrollo del país. Sin embargo, en la práctica, nos encontramos con una realidad fragmentada y llena de contradicciones. Los profesores de primaria culpan a los padres por la falta de preparación de los niños, mientras que los padres se quejan de la calidad de la educación que reciben sus hijos en las escuelas.

Las universidades, por su parte, señalan a los colegios para enviar estudiantes con deficiencias en sus conocimientos básicos. Y las empresas, a su vez, critican a las universidades por no formar profesionales capaces de responder a las demandas del mercado laboral.

Este constante juego de culpas impide que se identifiquen y se aborden de manera efectiva las verdaderas causas de los problemas que aquejan a nuestro sistema educativo. Es como si estuviéramos buscando un culpable en lugar de buscar soluciones conjuntas.

Las empresas, en particular, tienen un papel fundamental en este proceso. Deben participar activamente en el diseño de los currículos universitarios y en la definición de las competencias que requieren los profesionales del futuro. Además, pueden ofrecer programas de pasantías y prácticas profesionales que permiten a los estudiantes poner en práctica los conocimientos adquiridos en la universidad y adquirir experiencia laboral.

La educación del siglo XXI debe ser flexible, innovadora y capaz de adaptarse a un mundo laboral en constante cambio. Debemos formar ciudadanos críticos, creativos y capaces de resolver problemas complejos. Además, la educación debe promover valores como la solidaridad, la tolerancia y el respeto por la diversidad.

Para lograr estos objetivos, es necesario invertir en la formación de los docentes, dotar a las instituciones educativas de los recursos necesarios y fomentar la investigación educativa. Asimismo, es fundamental promover la inclusión y la equidad, garantizando que todos los niños y jóvenes tengan acceso a una educación de calidad.

La educación en el país es un desafío que requiere de un esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados. Debemos dejar de lado el juego de culpas y trabajar juntos para construir un sistema educativo que responda a las necesidades del país y que permita a nuestros jóvenes alcanzar su máximo potencial.

César Augusto Bedoya Muñoz

Comunicador Social y Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Especialista en Gerencia de Mercadeo de la UPB. Mis pasiones para escribir y dialogar la política, la sociedad, la cultura y el servicio al cliente. Cuenta X: @cesar_bedoya.

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