Bajo la administración de “Fico”, la seguridad empeoró, la pobreza aumentó y la deuda pública creció. En esta revisión de su gestión, revelaremos las falacias detrás de sus argumentos y los fracasos que la ciudad de Medellín aún enfrenta.
La gestión de Federico Gutiérrez, exalcalde y actual candidato ha sido objeto de críticas contundentes. Durante su mandato, Federico Gutiérrez se presentaba como un experto en seguridad, pero la realidad cuenta una historia diferente.
A pesar de una inversión de más de $200.000 millones en seguridad, los indicadores empeoraron. La tasa de homicidios aumentó, los hurtos se duplicaron y se registraron más violaciones a los derechos humanos. Además, su enfoque en la seguridad a menudo se tradujo en un aumento de la violencia.
La pobreza en Medellín también se incrementó durante su mandato. Datos de «Medellín Cómo Vamos» señalan un aumento en la incidencia de la pobreza monetaria, llegando al 24,4%. El índice de GINI también se elevó, de 0,474 a 0,48, evidenciando una creciente desigualdad.
El desempleo fue otro problema constante en su mandato, con tasas por encima del promedio nacional. El desempleo juvenil se disparó al 19,2%, y en mujeres jóvenes llegó al 22%.
Además, Gutiérrez abandonó proyectos destinados a ayudar a las personas más pobres, dejando en veremos la Ciudadela Universitaria Norte y abandonando el Hospital General Sede Norte, que habría beneficiado a 650.000 habitantes de la zona nororiental de la ciudad, para proyectos de ornato, perdiendo $650 millones en el proceso. Paralelamente, gastó en pauta oficial, dilapidando recursos públicos y reduciendo la inversión social, incumpliendo la ley.
Prometió reducir el déficit de vivienda y recuperar el centro de la ciudad, pero solo se construyeron 2.057 viviendas nuevas en lugar de las 19.000 prometidas y ninguna en el centro.
Para financiar el Tranvía de la 80, solicitó al Concejo un traslado de $600.000 millones de la venta de acciones de Isagen, que nunca se invirtieron en el proyecto. En lugar de eso, se destinaron a otros fines. El aumento de la deuda pública de la ciudad también es un lastre en su gestión.
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