Poner el carro delante del caballo

Guillermo lasso ecuador

“Para los detractores de la Teoría de la Elección Racional, el presidente ecuatoriano ofrece un notable ejemplo de que los agentes presuntamente racionales no siempre escogen las mejores estrategias para maximizar su utilidad”.


Primera columna

 

 


Tras 48 horas de silencio desde el cierre de las mesas de votación, en la noche del 7 de febrero, el presidente de la República, Guillermo Lasso, realizó un poco creíble —por desgastado— llamado a todas las fuerzas políticas a construir un “gran acuerdo nacional”. La ruidosa derrota en el Referéndum y el pobrísimo desempeño de CREO, el partido del presidente, en las elecciones locales, obligaron al gobierno a suavizar su discurso confrontativo y estigmatizante contra la oposición. Luego de calificar de “amigos de los narcos” a quienes ejercían su derecho democrático a hacer campaña por el NO, Guillermo Lasso recogía cable y nuevamente invocaba el diálogo como salida a la crisis social y política en la que se encuentra inmerso el país.

La noche siguiente, en una nueva cadena nacional, Guillermo Lasso, olvidando su renovada convicción democrática del día anterior, expuso los nombres y fotografías de cinco “malos” jueces, debido a sus decisiones judiciales en casos relacionados al narcotráfico.

Como este, la cabeza del otrora “Gobierno del Encuentro” colecciona una larga lista de contrasentidos que, en buena medida, explican su escasa credibilidad. Me permito ofrecer un breve listado:

  • Acusar a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) de financiar las protestas de junio de 2022 con dinero del narcotráfico mientras su ministro de Gobierno en aquel entonces, Francisco Jiménez, lideraba las mesas de diálogo con dicha organización;
  • Poner a cargo de la Secretaría de la Seguridad Pública y del Estado, en un escenario de aumento descontrolado de la inseguridad, a un abogado con nula experiencia en el campo;
  • Declararle la guerra al narcotráfico y al crimen organizado, al tiempo que ejecuta únicamente el 44% del presupuesto en seguridad durante el año 2022;
  • Indignarse por la liberación del narcotraficante Junior Roldán después de que el SNAI, institución dependiente del Ejecutivo, entregara 299 documentos recomendando su prelibertad;
  • Llamar “torpe” al ex presidente del directorio de la Empresa Coordinadora de Empresas Públicas (EMCO) —un cargo que le otorgaba poder sobre las designaciones en las gerencias de las empresas públicas—, que él mismo designó luego de que una investigación periodística lo vinculara con una presunta red de corrupción al interior de las empresas del Estado;
  • Atacar al líder del Partido Social Cristiano, Jaime Nebot, llamándolo “viejo” mientras su nuevo Ministro de Gobierno y ex miembro de dicho partido, Henry Cucalón, hace una gira por los medios de comunicación promocionando el diálogo del gobierno;
  • Desestimar el contenido de un informe reservado de la policía que revela contactos entre su cuñado, Danilo Carrera, y un operador de la mafia albanesa en el Ecuador, Rubén Cherres, para gestionar cargos públicos en sectores estratégicos, argumentando que fue archivado por la Fiscalía… La misma institución a la que, minutos después, ataca acusándola de preocuparse más por desestabilizar al gobierno que por la seguridad de los ciudadanos…

Y me detengo aquí, no por falta de ejemplos sino de espacio. Guillermo Lasso ya no sólo hace gala de incoherencia política (no es común que alguien que se llama a sí mismo demócrata esté tan obsesionado con vulnerar la independencia de funciones, por ejemplo), sino de una preocupante carencia de sentido común y de consistencia lógica entre sus objetivos declarados y las acciones que lleva a cabo para alcanzarlos. Para los detractores de la Teoría de la Elección Racional, el presidente ecuatoriano ofrece un notable ejemplo de que los agentes presuntamente racionales no siempre escogen las mejores estrategias para maximizar su utilidad.

A todo esto, no es mi objetivo restarle responsabilidad a la cuestionable actuación de la Asamblea Nacional por la situación política que vive el país; sin embargo, no se puede culpar a los líderes de las organizaciones políticas allí representadas de no creer en el enésimo llamado al diálogo de un presidente que lleva las riendas del país con el carro por delante del caballo.


Todas las columnas del autor en este enlace:  https://alponiente.com/author/juansvera/

Juan Sebastián Vera

Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Estudiante de Política Comparada en FLACSO, Ecuador.

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