¡Retomar el control! La reacción populista de la derecha

Francisco Cortés Rodas

Un típico titular de “El Colombiano” sobre el gobierno de Gustavo Petro: “¿Chequera en blanco? Petro da $2 billones para las Juntas de Acción Comunal (JAC) en año electoral”. Y amplía la noticia afirmando: “para que sean las JAC quienes prioricen y contraten la construcción de las vías terciarias del país”. Como esta noticia hay muchas en diferente periódicos. “La Casa de Nariño prometió bonos de $500.000 para todos los adultos mayores que no tienen pensión”; “pagos de un salario mínimo para más de 5.000 jóvenes que serían designados como gestores de paz”, y hasta “predios como manera de compensación para los más de 700 damnificados tras el derrumbe en Rosas, Cauca, que taponó la vía Panamericana”. Conclusión de estas noticias: este es un gobierno chapucero, improvisador, imprudente, mentiroso. ¿Qué hacer? “Retomar el control”, es el grito de batalla que la derecha está proponiendo mediante el uso de todos los medios de lucha.

Los columnistas de la mayoría de los periódicos atacan masivamente. Rafael Nieto, muestra con su alto grado de objetividad científica, respeto a la verdad y un uso castizo del lenguaje, que el gobierno de Petro es lo peor. Así escribe en una columna: “Chambón, incoherente, poco serio, mediocre cuando no francamente malo, es este gobierno”. Y el gabinete ministerial no es más que “un jardín de infantes deslenguados e irresponsables”, escribe Salud Hernández en Semana.

Con este escándalo y gritería, inflamada en las redes sociales y con esa histeria de clase alta derrotada por primera vez en la historia, ¿qué es lo que cuestionan y critican? ¿Que el gobierno de Petro pretende darle recursos a los más pobres, a los necesitados y a los afectados por las tragedias que produce el cambio climático? ¿Que dará esos recursos por vías distintas a las tradicionales y que ofrece esos recursos rodeado de multitudes afines al petrismo? ¿Que propone una política energética orientada hacia una transición que conduzca al cambio de las fuentes energéticas y de sus sistemas y estructuras productivas? El gobierno de Petro es cuestionado porque busca desarrollar una política carcelaria basada en una concepción restaurativa del castigo. Para la derecha no existe más que el retributivismo vengativo. Desde hace décadas consideran que la única forma de equilibrar un acto injusto es mediante la lex talionis, el ojo por ojo diente por diente. Según la narrativa del retributivismo colombiano, la justicia transicional no es más que un festín de penas reducidas, premios y concesiones, que no conducirá a la paz. Con estos argumentos rechazaron el Acuerdo de Paz con las FARC y ahora la propuesta de la Paz Total. Todo esto es simplemente inaceptable, imprudente, chapucero, gritan Rafael Nieto, la Mafe Cabal, y el congresista don Polo Polo, un verdadero ilustrado.

¿En qué descansa el rechazo a lo que Petro representa? Con esta forma de presentar las noticias y los problemas, basadas en un inmediatismo del fracaso, en Caracol, RCN, El Tiempo, El Colombiano, el País, las redes sociales y la oposición, pretenden decir que Petro es un populista y que va a desarticular el Estado de Derecho. No tienen razón. Petro tiene algunos rasgos del populismo, pero más que eso es un demócrata radical. Nadie puede decir con razones válidas, fundamentadas en hechos, que está desestructurando el Estado de Derecho. Como demócrata radical que gobierna un país cuya democracia representativa fue socavada, destruida por los anteriores gobernantes, debe crear nuevas reglas para actuar, para que el Estado actúe —en el marco de la Constitución y de la ley—.

Petro no puede usar las reglas de Duque o de Uribe porque entonces no sería más que un Duque o un Uribe. Las reglas de Uribe, Duque, Pastrana, Gaviria, Turbay, las crearon y usaron para promover la corrupción más atroz, como fue el caso de Odebrecht y muchos otros robos de los recursos públicos, que no han sido investigados ni castigados. Uribe usó estas reglas para impulsar el más grande despojo de tierras de los campesinos y para beneficiar a los grupos más ricos de la población. Esas reglas las llamó “estado de opinión”.

Petro debe crear reglas, nuevos procedimientos para sacar adelante sus propósitos políticos, por ejemplo, que las Juntas de Acción Comunal participen en la coordinación del mejoramiento de las vías terciarias. Eso no puede quedar en manos de gobernadores o alcaldes que estén involucrados con la corrupción, el robo y que pertenezcan a los partidos tradicionales. Así se debe proceder porque se busca que el Estado gire hacia la solución de algunos de los problemas que tienen los más pobres. El Estado miró siempre hacia los que estaban muy arriba en la escala social y económica. Uribe puso el Estado del lado de los desposeedores con sus bandas de paracos. Pero Álvaro Uribe, Andrés Pastrana, César Gaviria, Enrique Gómez, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Miguel Uribe, y otros, —la derecha más reaccionaria— por su posición de clase, no pueden entender eso. Afirman, si uno es un trabajador y tiene sus bienes obtenidos mediante el duro trabajo, tiene su posición social y económica bien consolidada, y de pronto se establece un sistema que le está dando “todo” a los más pobres, a las víctimas de las inundaciones, los adultos sin pensión, los más desfavorecidos, a tantos perezosos que incluso, dicen murmurando, pueden ser peligrosos. Vamos a terminar en que las personas que no han hecho ninguna contribución a la “riqueza nacional” probablemente se están abriendo paso sin valerse del trabajo, la educación. Eso hay que pararlo. Como dijo Paloma Valencia, debemos construir un muro en el Cauca que separe a los propietarios de los indios pobres.

La democracia radical que usa elementos del populismo es un método para que operen las instituciones del Estado en función de unos fines sociales que fueron planteados en el programa de la democracia radical del Pacto Histórico. Hay que valerse de la lógica, del cálculo, del razonamiento práctico y la prudencia. Se requiere usar, en virtud de los diagnósticos de pobreza, de muy importantes recursos económicos del Estado para poder enfrentar tanta miseria. Pero no es válido, ni proporcionado, ni basado en el conocimiento científico, decir, como lo hace la derecha, que las preocupaciones generalizadas sobre la seguridad social, que bien pueden estar basadas en experiencias reales, no son realizables en este momento en el país. Que no es realizable tampoco un programa para una distribución más equitativa de la tierra o una reforma del sistema de impuestos de carácter progresivo. ¿Qué es entonces realizable?

La democracia radical que propone Petro es la consecuencia inevitable del mal funcionamiento de la democracia de partidos y de las instituciones del Estado que hemos tenido en las últimas décadas. Funcionaron tan mal, se robaron tantos billones, han sido tan corruptos, han burlado la justicia y se han enriquecido de tal manera que crearon las condiciones para que llegara al poder un presidente de izquierda, que por supuesto no va actuar, eso esperamos, como actuaron los gobiernos anteriores de ultraderecha y centro. La democracia radical surge entonces de una reacción frente al mal funcionamiento del sistema político anterior y de una profunda insatisfacción con la democracia representativa. Estamos ante el desarrollo de otra forma de democracia, de otras reglas para la acción política del Estado.

Hay también problemas en un gobierno cuando se busca desarrollar nuevas reglas y metodologías para actuar políticamente. Estas nuevas reglas se deben construir y desarrollar en el marco de la Constitución y el Estado de derecho. En esta situación, no es conveniente por ejemplo, que la esposa del mandatario intervenga de forma tan activa en los asuntos del ejecutivo. La dimensión social y feminista que busca desarrollar es importante porque rompe la visión tradicional de la primera dama focalizada en el altruismo. Verónica Alcocer va más allá de la promoción de la caridad que se hace en  costureros, fundaciones, rifas y bazares, entrando en la dimensión de la justicia social, de género y epistémica. Pero se debe actuar con prudencia y dejar de lado cierto afán de protagonismo.

La protagonista debe ser la vicepresidenta que está un poco en la sombra. Da la impresión de que en algunas situaciones ha habido problemas de comunicación o de coordinación. Es seriamente desacertado utilizar las redes de forma desmedida. El gobernante debe ser ponderado y mesurado. No le hace bien querer estar en todo y usar en exceso tanto los medios y las redes para dar sus opiniones.

En la crítica enceguecida contra Petro, a la que cada día supuestamente se suman más personas, se trata, políticamente hablando, de un programa político de “retoma del control”. Esta experiencia política, que se está convirtiendo en experiencia específica de clase, —clases medias y alta— se vuelve material para lo que será la formación de un bloque de derecha, que puede ser populista. Y no será difícil que la derecha se convierta en un medio de vinculación político, social y cultural porque tiene ya una política de clase movilizadora, que incluirá a los que quieran y a los que están sintiendo que este gobierno va mal. Se pretende “retomar el control”. Aquí como en muchas otras sociedades democráticamente constituidas, la derecha —Alemania con Alternativa para Alemania, Austria con el Partido de la Libertad, Francia con el Frente Nacional Francés, Italia con la Lega italiana, España con Ciudadanos y Vox, Perú con una derecha reaccionaria— busca sacar como sea a los gobiernos socialdemócratas o de izquierda y apuntan deliberadamente a recuperar el poder del Estado.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/francisco-cortes-rodas/

Francisco Cortés Rodas

Doctor en Filosofía, Universidad de Konstanz (Alemania), Filósofo y Magister en Filosofía, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Estancias postdoctorales en la Johann-Wolfgang-Goethe Universitat Frankfurt, en Columbia University, en la Universidad Libre de Berlín, becario del DAAD y de la Fundación Alexander von Humboldt. Profesor titular del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia.

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