Durante 15 años (1860-1875) Gabriel García Moreno [1] gobernó, directa e indirectamente, el Ecuador. Años que permitieron el inicio de una importante prosperidad económica, con el aumento de los ingresos cacaoteros y los avances en la tecnología e infraestructura necesaria para potenciar la exportación. Años que dotaron de una necesaria madurez al estado ecuatoriano, favoreciendo su organización, centralización y unidad. Y, a su vez, que permitieron una gran evolución en los aspectos artísticos, culturales y científicos del Ecuador; factores que, para muchos, en su conjunto le han ganado el título a García Moreno de Gran Constructor de la Nación Ecuatoriana [2].
Esto, más allá de la visión organizadora del gobierno y de los violentos mecanismos de represión utilizados con el fin de mantener el orden -donde la Iglesia Católica cumplió un rol fundamental-, conseguido a través del establecimiento de condiciones para lograr una tensa paz, donde la ley se escribía a la medida del líder. Paz, formada a partir de una alianza oligárquica-terrateniente, serrana-costeña, que, bajo la figura de poder de García Moreno, le ganó al periodo ser recordado en nuestra historia como el Estado Oligárquico Terrateniente. Empero, cabe recordar que una paz impuesta, una paz tensa, plantea las bases de su propia destrucción.
La violenta muerte de García Moreno [3] (6 de agosto de 1875) tuvo el mismo efecto en la política ecuatoriana que aquello que, según la física, ocurre cuando implosiona una supernova: un agujero negro (de poder). Porque llamarlo vacío de poder no le haría justicia. Los 20 años que siguieron a su muerte -de 1875 a 1895- fueron marcados por una cruenta lucha por el poder, en donde tuvo su mayor esplendor la guerra entre liberales y conservadores en el país. Cada facción dividida, a su vez, en grupos radicales y moderados: por un lado, los conservadores, divididos entre ultra conservadores (católicos-republicanos) y progresistas (liberales-católicos), y por otro, los liberales, divididos entre liberales radicales (alfaristas), y liberales moderados [4]. En 20 años, Ecuador tuvo 6 presidentes -más algunos dictadores- y 2 constituciones (1878 y 1884).
En 1875 llegó al poder un exvicepresidente del régimen Garciano: el cuencano Antonio Borrero, exponente del mencionado “progresismo” católico-liberal, que representó el consenso nacional de oposición al Garcianismo, entre liberales (todos) y conservadores moderados, planteándose como una tercera vía o un “centro político” entre liberales y conservadores. Borrero intentó, como su predecesor, formar un gobierno de equilibrio entre las oligarquías, que se cayó en pedazos ante su negativa de eliminar la Carta Negra de 1869 [5]. En 1876 los liberales tomaron el poder por la fuerza, e impusieron al General Francisco Veintimilla, líder progresista, a la cabeza del gobierno. Sin embargo, manteniendo un discurso radical, en la realidad, Veintimilla no hizo prácticamente nada.
Las subsiguientes gestiones, del Dr. José María Plácido Caamaño (1883–1888), Dr. Antonio Flores Jijón (1888–1892) y Dr. Luis Cordero Crespo (1892–1895) fueron, en menor o mayor medida, grandes exponentes de la tercera vía progresista, a veces por su tibieza e indecisión, y otras por sus verdaderos logros en racionalizar al estado ecuatoriano y revertir ciertas leyes heredadas del Garcianismo (como la pena de muerte y el catolicismo obligatorio), logrando su mayor esplendor en la Constitución de 1884, durante la gestión de Plácido Caamaño. Pero la crisis económica de 1892 [6] y el escándalo internacional por la Venta de la bandera [7] en 1894 sumieron al país en una nueva lucha por el poder: La Guerra Civil de 1895 -la Revolución Liberal del Ecuador-, marcada por la acción de guerrillas terroristas -sean conservadoras, liberales y montoneras- que llevó a Eloy Alfaro al poder.
[1] Séptimo presidente de la historia republicana del Ecuador. Indudablemente, el personaje más polémico y ambivalente en la historia del país. Santo y mártir para unos, terrorista y tirano para otros. De formación católica, cursó parte de sus estudios en Francia, en donde su militancia conservadora solo se enalteció, a partir de la inestable coyuntura francesa de los años 30 y 40 del siglo XIX, en donde la el retorno de la Monarquía (a la cabeza del emperador Napoleón III) se presentó como el único camino posible para retomar el orden. Donde los aristócratas latinoamericanos se empapaban del espíritu ilustrado, García Moreno, revitalizó y justificó su militante conservadurismo antiliberal.
(Véase: Ayala Mora, 2016. García Moreno: Su proyecto político y su muerte).
[2] En palabras del escritor decimonónico Belisario Quevedo: “García Moreno trató al Ecuador como un padre que educa cual conviene a un hijo que será un día un hombre; los gobiernos posteriores nos han tratado como a pupilos cuyo pupilaje convenía que fuese eterno”.
(Véase: Belisario Quevedo, 1960, p. 28, Escritores políticos – cap. V Consideraciones sobre García Moreno).
[3] Recibiendo disparos a quemarropa por parte de los jóvenes Abelardo Moncayo, Manuel Cornejo, Manuel Polanco y Roberto Andrade, y siendo brutalmente atacado con un machete por Faustino Lemus Rayo. Restos del cráneo de García Moreno son conservados aún hoy, en el museo del Palacio de Carondelet en Ecuador.
[4] La distinción entre el liberalismo tradicional o moderado y el radical en el Ecuador es fundamental para entender este contexto histórico. El primero, que se consolida en Ecuador (y en el resto de América Latina) a lo largo del siglo XIX, surge de la necesidad de legitimar ideológicamente las condiciones objetivas en que residía la incipiente burguesía costeña de la época. En este marco, por ejemplo, la manumisión de esclavos -que cumplía un rol fundamental en promover la libre circulación de mano de obra, ahora asalariada- y el aperturismo comercial respondían a las necesidades intrínsecas al proceso de acumulación de capital. El segundo se consolidó, más bien, como un movimiento de corte popular, cuyos protagonistas fueron las masas campesinas y, a la cabeza, el caudillo Eloy Alfaro. Esto es, el liberalismo radical constituye la primera forma institucionalizada (mínimamente, por lo menos) de lucha popular en el país, antecedente directo de la formación del Partido Socialista Ecuatoriano en el primer tercio del Siglo XX.
(Véase: Espinosa, 2009. Historia del Ecuador | Ayala Mora, 1999. Resumen de Historia del Ecuador. | Cueva, 1997. El proceso de dominación política en el Ecuador).
[5] La Constitución del Ecuador de 1869, apodada por los detractores del régimen Garciano como la “Carta Negra”, representó el punto cumbre del poder del Garcianismo sobre la República, consagrando el Estado al Sagrado Corazón de Jesús, formando un estado confesional (en donde el hecho civil se ve determinado por la comunidad de fieles, en abierta exclusión y beligerancia contra los “herejes”) y de carácter cuasi-monárquico, en observancia a las atribuciones otorgadas al Ejecutivo. Sobre esta Constitución dijo en su tiempo García Moreno:
La moralidad y la energía del pueblo, que van cobrando nuevo vigor en la fuente regeneradora del Catolicismo; la lealtad y valor del ejército, libre hoy de los traidores que deshonraban sus filas; la exacta observancia de las leyes y la solidez de las instituciones, que vuestra experiencia y patriotismo han dado al país y que éste se apresuró a aprobar por inmensa mayoría de votos; la estrecha unión con nuestros aliados y la cordial inteligencia con los demás Estados hermanos y con todas las potencias amigas; la buena fe y la justicia como única política digna, conciliadora y segura; y sobre todo, la fe en Dios, la cual no nos ha abandonado jamás, ni en medio de los reveses, ni en los días del infortunio: ved aquí, Excelentísimo Señor, los medios con que cuento para sobreponerme a mis temores y cumplir mi solemne juramento. ¡Feliz yo, si logro sellarlo con mi sangre, en defensa de nuestro augusto símbolo, religión y patria!
(Véase: García Moreno, 1888, p. 103. Escritos y discursos de Gabriel García Moreno).
[6] Bajo la forma de la caída internacional del precio de la plata, que provocó la devaluación del sucre, cuyo valor de cambio frente a la libra esterlina pasó de 1:1, a 0.5:1 (reducción del 50%).
(Véase: Ayala Mora, 2015. Historia del Ecuador II: Época Republicana).
[7] En el marco de la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895), Ecuador (que no se había declarado ni neutral ni aliado de ninguna de las dos partes) inició una treta legal para lograr venderle a Japón un buque de Guerra (el “Esmeralda”). El plan era hacer constar que el buque había sido comprado a Chile (país neutral) y posteriormente revendido a Japón, evitando la controversia internacional, al no entregar directamente armamento militar a ninguna de las partes. Sin embargo, cuando el Esmeralda llegó a Valparaíso (Chile) como parte del recorrido hacia Japón, el gobierno chileno, haciendo justicia a su neutralidad en el conflicto, se negó a colocar la bandera japonesa en el crucero, haciéndolo zarpar con la bandera ecuatoriana. El drama internacional no se comparó con aquel que se dio en la esfera nacional, donde las contradicciones existentes en el sistema político provocaron el estallido de la Revolución Liberal en el Ecuador (1895).
(Véase: Barrera-Agarwal, 2013. Desmitificando la venta de la bandera: los ocultos engranajes de una traición).
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