En el 2008 el mundo debió enfrentar la recesión económica causada por la ruptura de la burbuja inmobiliaria en EE.UU. que desde finales de 2007 causó una crisis crediticia-hipotecaria con consecuencias globales.
Para ese entonces el expresidente Uribe gobernaba en su segundo mandato y en materia económica, la confianza inversionista, había permitido que propios y extraños, invirtieran en nuestro país. El discurso de Uribe en la instalación del Congreso, el 20 de julio de 2008, contiene lecciones que igual aplicarían para la actual crisis que enfrenta Colombia como consecuencia de la pandemia mundial causada por el Covid-19.
El expresidente, realizó una intervención cimentada en la confianza económica en Colombia, que se soportaba a su vez “en la seguridad desde la democracia, la inversión desde la responsabilidad social y la cohesión social desde las libertades”[1].
Uribe, expuso como la autoestima de las fuerzas militares se había logrado incrementar gracias a los logros en materia de seguridad, bajo lineamientos estrictos en cumplimiento de Derechos Humanos, que se tradujeron en el apoyo masivo de la ciudadanía y los poderes del Estado a dicha institución.
En materia económica y laboral, destacó logros en inversión extranjera, avances en el marco regulatorio de las cooperativas y en la participación en deuda pública, el fortalecimiento del mercado financiero de la moneda nacional, el apoyo a exportadores, los avances en la obtención de combustibles alternativos y ajustes a la política de los ya existentes, los estímulos tributarios y la inversión en infraestructura para estimular la producción nacional de alimentos, entre otros.
En el ámbito impositivo, el expresidente resaltó los estímulos tributarios que se habían introducido y que beneficiaban a quienes contribuían al crecimiento y el empleo. Sus ya evidentes resultados en aumento de inversión hacían que fuera contraproducente desmontarlos.
En dirección a esa confianza inversionista, dijo Uribe: “El requisito es la responsabilidad social traducida en transparencia en las relaciones entre los inversionistas y el Estado; solidaridad de los empresarios con las comunidades, especialmente en el respeto al medio ambiente; y, fraternidad laboral por oposición al odio de clases y al capitalismo salvaje en la relación entre empleadores y trabajadores.”
El expresidente, planteó también la senda para continuar con la reducción del gasto público, una exigencia que consideró normal en una coyuntura económica. El endeudamiento neto había pasado del 48% del PIB en 2002 al 28% en 2007, camino que continuaría su Gobierno, cuya meta de reducción de gasto público para el resto del 2008 sería de 1.5 billones, misma que ya se había programado para 2009 con una reducción en más de 9 billones.
Para ese entonces, el Gobierno Uribe ya había liderado una reforma administrativa a 411 entidades del Estado, que como resultado suprimió 37.000 cargos innecesarios con un ahorro en caja anual de 1,4 billones de pesos.
El expresidente enfatizó la imposibilidad de reducir algunos gastos, dirigidos a la seguridad democrática, a desatrasar infraestructura y muy especialmente a la política social: sumas para la gratuidad educativa, la inversión en macroproyectos para incentivar la vivienda social, la Banca de Oportunidades, Familias en Acción, los programas de alimentación infantil de Bienestar Familiar, las familias Guardabosques que para ese momento eran 66.000 en todo el país y otras.
El Uribe de entonces al igual que el Uribe que se ha referido en varias oportunidades a la crisis económica que afronta el Gobierno del Presidente Duque, debido a la pandemia mundial del Covid-19, recalcó que: “La defensa de la política social se hace más urgente en momentos de inflación y dificultades económicas que descargan las mayores privaciones en los sectores pobres y vulnerables. La democracia se ve amenazada cuando las dificultades se enfrentan con maltrato a los pobres.” (…) “Confianza inversionista y política social constituyen la clave para resistir la crisis de la economía global que nos golpea.”
La política económica de Uribe (consistente durante toda su carrera pública), se reflejó también en varias decisiones adoptadas por el Gobierno Duque, que, a pesar de los enormes retos con que recibió el país, había trazado un camino hacia su fortalecimiento económico, con resultados positivos hasta un mes antes de que iniciara la pandemia mundial, con enormes retos sociales, que implicaron, entre otros, que el Gobierno actual realizará una importante inversión en el sector salud y adoptara medidas de apoyos económicos como Ingreso Solidario, que ahora, deberá mantenerse para enfrentar las necesidades inmediatas, asociadas al incremento de los niveles de pobreza.
Los colombianos debemos rodear con determinación al Gobierno Duque y las decisiones que está próximo a tomar. Los retos sociales actuales, implican la solidaridad de todos los actores del Estado: Una radical reducción del gasto público, medidas para incentivar la reactivación económica que seguramente conllevarán una reforma tributaria moderada, que no afecte a los más pobres ni a la clase media y la implementación de políticas sociales, unas de carácter transitorio y otras permanentes, como el ya mencionado Ingreso Solidario o la propuesta de Uribe, de gratuidad en la universidad pública hasta el estrato 3.
El cuidado de la democracia, en crisis como la actual y como aquella de 2008, implica una visión a largo plazo integral: económica, política y social que permita proteger a Colombia de los vientos socialistas que aniquilan las libertades y la prosperidad económica, motores del progreso social, y que hoy ya son una tormenta permanente en varios países latinoamericanos.
[1] https://www.vanguardia.com/politica/lea-el-discurso-completo-del-presidente-uribe-en-el-congreso-ASVL1453
Así como la Doctora Julia Correa es que Medellin necesita para ayudar a sacar adelante la Ciudad, y especialmente la Alcaldía igual que la de Bogota , Cali y Santa Martha . Porque están en muy malas manos .
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