Durante el año 2019 murieron casi 600.000 personas por sobredosis causadas por consumo de drogas. Dentro de estas 600.000 muertes están incluidas las causadas tanto por drogas ilegales (cocaína, heroína, MDMA, etc.), como las drogas legales (alcohol, cigarrillo, azúcar, opiáceos, etc.). No obstante, dentro de esta enorme cifra no están incluidas las muertes causadas por sobredosis de marihuana. ¿Sabe por qué ocurre esto? La respuesta es más sencilla de lo que podría imaginar: no hay registros en ningún hospital del mundo, que den cuenta de alguna muerte causada por el consumo exclusivo de esta droga. Nadie, nunca, ha muerto por consumir mucha marihuana.
La lucha contra las drogas, particularmente la lucha contra la marihuana, ha causado cientos de miles de muertes desde que comenzó. Ha acabado con millones de vidas: la mula que termina en una cárcel, el campesino que termina perdiéndolo todo ante el estado y los muertos por el control de su cultivo y comercio ilegales. La guerra contra las drogas, y especialmente contra la marihuana, es una guerra perdida. Por eso es que hoy tantos países, de diferentes latitudes, están comenzando y liderando procesos de regularización de sus usos medicinales y recreativos.
En Colombia, durante la presidencia de Juan Manuel Santos se comenzó un proceso para regularizar el cultivo y procesamiento de esta planta para usos medicinales. Varias empresas internacionales y nacionales han empezado ya a recorrer este camino y cada vez es más común ver personas que usan estos productos. Pero estamos dejando por fuera muchos más usos posibles que tiene la planta de cannabis. Aceite, papel, hilos, fibras, telas y, por supuesto, su uso recreativo.
El cultivo, uso y consumo del cannabis debe ser despenalizado y regulado en la misma forma en la que se regula el consumo de tabaco y de alcohol; por supuesto, mantener, mejorar y diversificar las campañas de prevención del consumo y de hábitos de vida saludable, es indispensable: pero mantener la idea de que persiguiendo y encerrando a los consumidores vamos a ganar la guerra contra el cannabis es, cuando menos, una idea anacrónica y que desconoce los estudios científicos que demuestran sus grandes beneficios, frente a sus pocas contraindicaciones. Además, que el estado controle las rentas que se generen por su comercialización asegura que vayan dirigidas a mejorar la salud y la educación de todos. Incluso podría pensarse en que se podrían usar estas rentas para paliar, de alguna forma, las consecuencias nocivas que ha traído y que seguirá trayendo la pandemia por Covid19 que estamos viviendo.
Esta propuesta debe ser entendida dentro del contexto del Plan de Desarrollo, UNIDOS, que discutimos ampliamente en la Asamblea departamental, y en el que fue aprobada la posibilidad de que la FLA incluya entre sus productos, algunos de uso medicinal a base de cannabis. Así, también puede pensarse en bebidas con cannabis y sin alcohol, que hoy son la sensación en Estados Unidos y Europa o, quizás, en vender el cannabis mismo para su consumo seguro y regulado por el estado. Podemos salvar muchas vidas de la muerte y la destrucción, si comenzamos a destruir prejuicios y a realizar acciones distintas para conseguir resultados mejores.
Punto aparte.
Hablando de la FLA, este viernes 24, cerca de las 7 p.m., conocimos el anuncio que hizo el gobernador y en el que le contó a los antioqueños que había radicado las adiciones al proyecto de ordenanza que busca transformar la Fábrica de Licores de Antioquia. Allí se anuncia que deber ser “en el seno de la Asamblea Departamental donde se defina la creación de la nueva empresa industrial y comercial del estado 100% PÚBLICA.”. Se confirma, entonces, lo que los 26 diputados ya sabíamos desde el pasado martes 21, cuando el gobernador nos explicó parte de lo que se ha anunciado hoy. Por ahora hay mucho qué estudiar; pronto les contaré mi posición sobre este tema.
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