Un  breve repaso por la historia patria

La independencia había traído consigo la esperanza, y a pesar de que aún se mantenía ciertos regímenes, así como líderes que buscaban mantener su liderato eternamente, ya saben, cuando Bolívar era el presidente y Santander lo acompañaba como Vicepresidente. Había una frase, por este último hombre, que acababa por definir todo: Colombianos las armas os han dado la independencia, sólo las leyes os darán la libertad”.

Entramos a Julio, mes que nos recuerda la independencia de Colombia de la colonización española. Pero antes de la llegada de los españoles, nuestra historia no solo se mira con tintes políticos, sino geográficos, pues a partir de 1.800 a.C, como lo relata el historiador,  Jorge Orlando Melo, en su libro “Historia mínima de Colombia”, aparecen los primeros rastros de habitantes que descienden de Asia. En este lado del “charco”, se conocieron las primeras pruebas, que se localizaban entre cuevas del Alba y el Tequendama en la sabana de Bogotá, donde hallaron herramientas de piedra y restos de animales de caza, como los mamuts.

Para los años 3.000 a 2.000 a.C, se registraban las primeras malocas, o aldeas de estas poblaciones prehispánicas, quienes ya venían adoptando los principios de la agricultura con la siembra de algunas plantas silvestres; mientras que la mayoría de las proteínas, las obtenían de la pesca principalmente. Pero, hacía los siglos III a.C y X d.C, los grupos se extendían cada vez más, y con ello, también creaban más alimentos provenientes de distintas regiones a lo largo y ancho de este exuberante territorio.

Es así, como esta agricultura se hizo más productiva, reuniendo las tres bases de las grandes culturas agrícolas de América: el maíz mexicano, la papa peruana y la yuca amazónica. A su vez muchos productos de frutas, entre las que se destacan: la piña, guayaba, aguacate, curuba entre otras. Para el año 1.500 d.C, cuando los españoles ya habían arribado, casi todas las comunidades eran agrícolas, y entre sus herramientas ya contaban con cerámicas y textiles.

La situación de los indios, desafortunadamente no fue mejorando después de la conquista de los españoles, pues muchas de sus lenguas, tribus, y costumbres, se iban perdiendo. Ya que esto se veía en las creencias tan diferentes que tenían, y de la inevitable llegada de la fe cristiana, con la religión católica. Estos sometimientos de todo tipo, fue lo que de alguna manera, dio inicio a la esclavitud.

Hacía el año 1550, se hablaba de un nuevo período, mejor conocido como la época de la colonia, donde este Nuevo Reino pasaría a ser parte de Europa. El resultado más visible de la conquista, fue la disminución drástica de la población. Según cuenta el autor, su descenso tiene muchas causas, entre las que destaca: La muerte violenta de los hombres indígenas, batallas, falta de alimentos por la guerra, disminución de nacimientos, enfermedades y epidemias traídas por los europeos o los esclavos africanos, entre otras.

Otra curiosidad sobre la decadencia de las tribus indígenas tuvo que ver con la dieta, pues resulta que la manera de alimentarse de los indios, cambio con el efecto que trajo la agricultura europea, pues comparándola con la indígena, ellos podían alcanzar a alimentar a toda su gente, mientras que la forma de alimentarse que empezaban a adoptar era por llamarlo de alguna forma, más desigual, pues los consumos de carne vacuna y cerdo, eran limitados para solo los más prósperos, mientras que los habitantes más pobres, su alimentación se basaba únicamente en harinas como maíz, papa, yuca y plátano.

La distribución de la población indígena y la ocupación española, configuraron regiones con rasgos propios muy distintos, que marcaban una nueva distinción entre la población. Así se daría paso a crear una nueva raza o grupo,  los mestizos, quienes pasarían a ser la población más grande del Nuevo Reino de Granada a finales del S. XVIII. Pero, este crecimiento no trae esperanza a los habitantes, pues seguían bajo el dominio de España y de la próspera Santafé, donde se encontraban los gobernadores y la clase pudiente de este Nuevo Reino.

Para el año de 1.789, cuando ya se había dado la Revolución Francesa,  a raíz de estos ataques que se gestaban contra la Monarquía por el viejo continente;  se empieza a dar una denuncia clara de lo que representaba los primeros pensamientos hacia una independencia, como lo hizo, Antonio Nariño, al traducir la declaración de los Derechos del hombre. Al final el personaje sería juzgado, lo que impulsa a otros compatriotas, desencadenando así una reacción violenta hacia la autoridad española.

Pronto, en toda la América española, los criollos siguiendo el ejemplo español, propusieron que se formaran juntas de gobierno con participación de virreyes y gobernadores españoles, y por supuesto, de ellos mismos. Esta idea se reforzó, en 1809, para que las provincias americanas, a las que declararon iguales a las españolas, escogieran representantes para hacer parte de ella; esto no se cumplió, por esto, los americanos, amenazaron con la independencia, si es que no iba a existir un trato igual.

Ahora nos encontramos en el año 1810, 20 de julio, después del grito de independencia; la Junta, había propuesto que se escribiera una “constitución”, para buscar el consenso de las provincias, esto, con el fin de que Bogotá, no se quedará con todo el control u orden que imperaba en ese entonces. Pronto Cartagena, Antioquia, Popayán, Chocó, Tunja, Pamplona, y Neiva aprobaron constituciones provinciales imitando la de Cundinamarca, pero no fueron aprobadas hasta el año de 1812.

Así, las constituciones, adoptaron los principios del liberalismo naciente: Separación de poderes, eliminación de instituciones rechazadas por los ilustrados (inquisición, tortura, prisión por deudas), declaración del derecho de los hombres a la propiedad, la seguridad y la libertad. Pero, estas “luces de libertad” no duraron, pues para el año de 1814, cuando Fernando VII recuperaba su trono, al ser Napoleón derrotado en Inglaterra; el Gobierno español, preparó una nueva expedición por la reconquista de la Nueva Granada, donde iba retomando el territorio, a esta expedición también se sumaban algunos criollos, y otros personajes que querían ver una patria unificada y centralizada.

Simón Bolívar, fue uno de ellos, quién formó un ejército que pronto se uniría con otros patriotas como Francisco de Paula Santander. Una de las contiendas o batallas más importantes y escritas en todos los libros de historia, fue la del Pantano de Vargas en Boyacá, el 7 de agosto de 1819, donde derrotan al ejército español, y así dio paso a que se recuperaran más regiones. Para que en el año de 1821, ya no fuera más un régimen monárquico, sino representativo, donde el Estado estaba dividido, como ahora, en los poderes independientes: Legislativo, ejecutivo y judicial.

La independencia había traído consigo la esperanza, y a pesar de que aún se mantenía ciertos regímenes, y líderes que buscaban mantener su liderato eternamente, ya saben, cuando Bolívar era el presidente y Santander lo acompañaba como Vicepresidente. Había una frase por este último hombre, que acababa por definir todo: “Colombianos las armas os han dado la independencia, sólo las leyes os darán la libertad”. Aunque al final parece que resulto ser todo lo contrario, y resultamos defendiendo la frase atribuida a Maquiavelo de que el fin justifica los medios.

Unos años después, de la renuncia de Bolívar, en 1830, y de la separación de Ecuador, y Venezuela; Colombia, entraba en un periodo de incertidumbre (cuando no) y de cómo una región se veía cada vez menos identificada, o más bien querrá decir polarizada, sin sentir una identidad propia que representara su pueblo. Es así, que se da origen a otra guerra, bipartidista, que empezaba cuando Santander gobernó entre los años de 1832 a 1837, criticando a los que apoyaron la dictadura de Bolívar, apostando por crear un orden y respeto basados en la Ley, con su famoso lema “Libertad y Orden”. Así se daría una “guerra fría” entre los que apoyaban un gobierno centralista y autoritario con los que se identificaban con un gobierno federalista y liberal. (Lo que se traduce entre conservadores y liberales).

Para el Siglo XX, después de muchas disputas y varios conflictos, se tenía que apostar de nuevo hacia una democracia donde ambos bandos tuvieran las mismas condiciones. Es así, que solo hasta el año 1957, por medio del plebiscito, se realiza la participación electoral más alta de la historia, contando con el 96% aproximadamente, incluyendo mujeres, quienes aprobarían el Frente Nacional, es decir, tanto los representantes liberales como conservadores tuvieron la posibilidad de gobernar en un mismo periodo de tiempo (cuatro años).  Así se pensó también para las demás curules o puestos donde existiera una representación equitativa.

De este modo, el Frente Nacional se convirtió en una especie de régimen de partido único, sin oposición. Pero no todos estaban de acuerdo, en medio del fragor político que se vivía,  la violencia no se hizo esperar, con la aparición de guerrillas revolucionarias, que se creaban por la desigualdad social y limitaciones que heredan del Frente Nacional. Principalmente porque no se podía garantizar una igualdad de condiciones. La vida rural empezaba a ser cada vez más difícil, y el apoyo no era suficiente en materia agrícola; a esto se suma que la vida en las ciudades, parecía representar más oportunidad y calidad de vida.

A mitad del siglo, en 1959, el socialismo empieza a coger fuerza, ya que representaba la idea de luchar contra la oligarquía,  lo que había ocasionado la separación de la sociedad, creando grupos subversivos, que no encontraban ampliamente apoyo por movimientos legales, lo que los obligaría, -si se puede expresar así-, a surgir con otros mecanismos más corrosivos para la sociedad, como extorsiones, secuestros, y lo más escandaloso en el curso de nuestra historia contemporánea, el surgimiento del narcotráfico, trayendo así, la violencia como una respuesta al cambio social.

No se puede negar que la sociedad colombiana siempre ha estado bajo mantos de desigualdad, que impidieron un desarrollo a escala, siempre tomando lados, y forjando una trampa a la misma sociedad en su intento por escapar de unos regímenes; pero también se atasca por evitar el propio escarnio de un pueblo que hasta el día de hoy, lucha por encontrar esa identidad perdida, que espera ser encontrada, para crecer no solo como nación sino como un pueblo que quiere cambiar de página; y entrar así, en un capitulo donde la historia relate como el pueblo colombiano recobra su memoria, y reconoce que sin ella, la historia está condenada a repetirse. Para ver si al fin acabamos por rimar con aquella famosa letra que dice:

Ama la tierra en que naciste
Ámala es una y nada más

Ama tu hermano
Ama tu raza
Ámala es una y nada más

Ama tu sangre
Y no la riegues por ahí
Ámala es una y nada más

Ayyyyyy
Ámala es una y nada más.

 


Bibliografía: Melo, J. (2018). Historia mínima de Colombia. Madrid. Ediciones Turner.

Catalina Bonnet Toro

De vez en cuando soy o como me gusta llamarlo "juego" a ser hija, bogotana, recientemente, intento de escritora de cuentos. Mi profesión lleva el nombre de Comunicadora social y periodista. (Es así como me presento ante la sociedad al menos). Amo pasar mis ratos de ocio viendo películas, o en compañía de un buen libro.

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