Hoy hago parte de las estadísticas que engrosan los hurtos en Medellín, estadísticas que hasta el año 2015 iban con tendencia a la baja, y hoy cumplen su cuarto año creciendo continuamente.
Fue este jueves santo, en abril del 2019, mes que terriblemente se ha ganado el título del más violento del año.
Tres compañeros nos encontrábamos trabajando en una pequeña oficina del barrio conquistadores, aprovechando el festivo para adelantar trabajo pendiente, y por lo visto, no éramos los únicos en ese plan.
Pasadas las 2:30 de la tarde, tres hombres armados – bueno al menos dos los estaban – entraron bruscamente en nuestra oficina con sus rostros tapados completamente por los cascos de las Motocicletas – las cuales intuyo los esperaban en un lugar cercano – Amenazando con sus pistolas tomaron nuestros morrales y empacaron selectivamente todo lo que consideraron podría tener algún valor
Celulares, computadores, billeteras, relojes, discos duros, todo estaba planeado meticulosamente, sabían dónde encontrar lo que habían ido a buscar y habían preparado un protocolo que llevaron a cabo sin errores.
Fuimos encerrados en el baño, mientras con guantes se cersioraron que no se les quedara nada, se llevaron las llaves de los vehículos con la intención de que nadie los persiguiera. Y tuvieron la precaución de apagar los celulares hurtados antes de salir para que no se pudieran rastrear.
Tomaron las rutas precisas – como después pudimos constatar con la Policía – para que las cámaras perdieran su rastro y el helicoptero del Alcalde ni se percatara de lo sucedido. Evitaron maltratarnos físicamente y probablemente como me lo explicó la fiscal quien tomó la Denuncia, las armas usadas eran de fogueo (de mentiras) ya que el «delito por porte ilegal, es el único que les preocupa» .
Fue un trabajo profesional, perpetrado por jóvenes no mayores de 30 años, tanteo, su nivel de planificación, preparación y tranquilidad fue lo más aterrador. Fue necesario que relatara los hechos a varios agentes de la policía, la unidad antihurtos, la policía judicial y la fiscalía, podría calcular que unas 14 personas estuvieron ocupadas en nuestro caso por más de 4 o 5 horas, sin ningún resultado diferente a muchas hojas mal redactadas con mi testimonio.
No soy detective, ni antropólogo, ni sociólogo, mucho menos me dedico a las artes bélicas, pero me atrevo a concluir que la guerra hace mucho tiempo la perdimos, y así el alcalde quiera vendarnos los ojos con su discurso oscuro de persecución policial, estoy seguro que por medio de la fuerza seguiremos perdiendo.
14 profesionales de la justicia más aquellos que los apoyaban desde los Centros de control, completamente maniatados, porque dependen de las variables tiempo y oportunidad para poder tener alguna probabilidad de éxito. Completamente sometidos por tres ladrones Y eso que estamos Hablando «de ladrones». Apenas ahora logro dimensionar el verdadero alcance de aquellos que pertenecen a las estructuras criminales como las del narcotráfico, que con su mano negra por ejemplo, lograron hacer pactos con el Secretario Seguridad del Alcalde Federico.
Nietzche decía en su adorada Zaratustra «Que vuestra paz sea una victoria» yo creo que se equivocaba, la paz estará siempre en hacer lo correcto, y no obtendremos victoria alguna si no nos enfocamos en la solución estructural. Hoy a pesar de ser el «perdedor» siento paz de que por este hecho las estadísticas que se hayan engrosado sean las de hurtos y no las de homicidios, ya sea como víctima, testigo o victimario.
Nunca podremos derrotar la violencia si no atacamos la desigualdad, si no creamos las condiciones necesarias para la educación, cultura, deporte y empleo. Ya basta de jugar a los policías y ladrones, no más helicópteros, no más persecuciones mediáticas sin resultado, necesitamos políticas públicas de verdad.