Hacer política con un ascensor dañado

«… la accesibilidad no es hacer una rampa, pintar un pedazo de piso de azul, ni llenar un baño de tubos.»

Hace mucho tiempo no volvía por estos lados, pero siempre agradezco los espacios que el tiempo me regala y que también me otorga este siempre querido medio de comunicación. Para comenzar quiero contarles una historia, de esas curiosas que me pasan a mí y que tienden a entretener a la audiencia. Pues resulta que a principios de este año, el ascensor del edificio donde vivo estuvo fuera de servicio, dado que el aparato tiene muchos años de uso, más de lo que debería usarse un ascensor con plena seguridad, según dicen los expertos.

El caso fue que como vivo en un sexto piso y las ruedas de mi silla no bajan escaleras, estuve expuesta a ser literalmente cargada los seis pisos por muchos de días varias veces al día, con los riesgos que ello implica y siendo coaccionada por la administración de mi conjunto residencial, a asumir los riesgos y lo que le pudiera ocurrir a los trabajadores que muy amablemente me prestaban el servicio. Sucede que la administración no tiene un plan de contingencia en caso de que el ascensor falle, cosa que es obligatoria para los edificios de más de cinco pisos, a lo que la administración respondió a mis reclamos con un rotundo “tu movilidad es tu responsabilidad”, horrible ¿No? Teniendo en cuenta que no es solo mi caso sino el de muchos adultos mayores con dificultades y riesgos al movilizarse por escaleras. Bueno, el asunto es que existe un plan de cambio de los ascensores y la muy amable administradora insiste que solucionar la movilidad de los copropietarios en las zonas comunes no es responsabilidad de la unidad y que lo único que harán es contratar una persona que suba los paquetes.

En fin, este caso logró escalar un poco a los medios y seguramente yo lograré encontrar una solución legal hasta que empiece la obra del cambio de ascensores, pero ¿se han puesto a pensar qué pasa en las demás unidades residenciales y otras construcciones privadas cuando deben garantizar la movilidad y seguridad de las personas ante cualquier contingencia? Las constructoras y administraciones, ¿Dónde creen que vivimos las personas con discapacidad, acaso en un hospital? Por favor, si saben me cuentan aunque sea por Twitter.

Pero este es un problema del que no se habla y la mayoría de personas optan por acostumbrarse a vivir incómodas y dependientes, yo no.

Mi pregunta es porque la accesibilidad no es hacer una rampa, pintar un pedazo de piso de azul, ni llenar un baño de tubos. Cuando he ido a visitar amigos, evidencio que ni siquiera quepo por la puerta del baño, ni por la puerta de las habitaciones y con dificultad y riesgo de rayar las paredes, puedo pasar por los pasillos interiores. Por esta misma razón, mi apartamento tiene el baño y otras cosas adaptadas para poderlas usar con libertad, sin embargo, no podría ni pensar en arrendar otra vivienda dado que no es accesible, es todo un lío que no solo me pasa a mí, le pasa a un buen porcentaje de la población porque la discapacidad no es solo silla de ruedas, muchos adultos mayores por ejemplo, tienen dificultades de movilidad en su cotidianidad. Pero este es un problema del que no se habla y la mayoría de personas optan por acostumbrarse a vivir incómodas y dependientes, yo no. La discapacidad es un constante desarrollo de habilidades y no quiero ser fatalista, pero cualquier persona es vulnerable a tener una discapacidad temporal o permanente en cualquier momento de su vida, ¿Habían pensado en eso? Seguramente mi querida administradora no lo ha pensado.

¿Pero qué estoy haciendo? Este espacio se llama Prepolitipedia y no debería estar hablando de ascensores sino de la calidad del aire, la seguridad, la falta de oportunidades, el abuso infantil en incremento, los feminicidios en incremento y la movilidad de la ciudad que afecta al paisa de bien que insiste en que se hagan más vías. Ah, pero verdad que la movilidad personal y la libre circulación son de esos derechos fundamentales que a la gente se le olvidan y solo se acuerdan cuando no se pueden mover.

La vida nos pone en situaciones muy interesantes, y una campaña política es de las cosas más interesantes y extraordinarias que he hecho en mis 27 años. Al rodar por la ciudad, al tener que quedarme a los pies de unas escaleras de una ladera de Medellín, pienso en las grandes dificultades de movilidad que enfrentamos tantas personas que habitamos esta ciudad: Aceras y calles sin intervención, falta de planeación, poca educación vial y ciudadana, poquísima oferta de transporte público accesible y el Metro de Medellín, al que le tengo un profundo cariño pero reconociéndole los enormes y estructurales problemas de accesibilidad que tiene y que nos aumentan el tiempo de los recorridos a más del doble del promedio. Nótese que la accesibilidad en lo público y lo privado nos beneficia a todas las personas sin importar sus particularidades, ¿Habían pensado en eso?

Súmele a eso, el hecho de asumir que en el espacio público las mujeres estamos expuestas al acoso callejero y a ser violentadas y en el caso de tener una discapacidad como yo, a sufrir discriminación y un miedo constantes, porque las mujeres con discapacidad somos cuatro veces más vulnerables a sufrir una agresión sexual que una mujer promedio, que de por sí ya está muy expuesta.

Les confieso que desde hace años quiero ser concejal de Medellín y esto no fue ninguna casualidad, yo lo busqué y encontré la posibilidad en un movimiento independiente, porque no me imaginaba mi nombre acompañado de un logo de partido tradicional que el ciudadano promedio tiende a repeler. A diferencia de muchas personas con las que he hablado y como ya lo he expresado en otras columnas, yo aún le tengo fe al ejercicio político como un ejercicio que invita a la pluralidad de pensamientos y de vidas de cada actor en pro a un territorio. Yo creo que sí se puede hacer parte de la raíz de los cambios, de ese lugar donde se debate y se toman decisiones que afectan a toda la ciudad y creo que sí puedo hacer parte siendo mujer (sí hay desigualdad de género, así digan que eso no existe), desde las ruedas de mi silla y con un poco más de un metro de estatura, ¿Han pensado en lo bueno que sería ver cosas nuevas en nuestra política local?

@valeriajimenezh

Valeria Jiménez Hernández

Politóloga de profesión, amante de la cosa pública, el ejercicio político y la inclusión social. Voy por la vida rompiendo estereotipos y cuestionando estructuras.