La primera columna de opinión que escribí en este portal web se llamaba “la politiquería se nos metió en la casa” Allí, sin darme la autoría de haber puesto el tema sobre la mesa, escribí casi un año antes, pero publicado mucho tiempo después de que el tema de la lucha contra la corrupción se volviera viral, varias reflexiones y análisis sobre el sentido y las razones de ser de esta lucha, y sobre nuestras actitudes ante ellas.
Hoy, días antes de la convocatoria a elecciones para pronunciarnos sobre los temas que atañen a esta pelea en la consulta anti-corrupción, me parece prudente recordar algunas de esas palabras. Por ejemplo, la pregunta que más me hace pensar todavía es si acaso “(…) ¿hemos dado los colombianos un paso adelante para dejar a un lado los intereses avaros y egoístas de unos y pasar al trabajo en conjunto en pro del desarrollo y del bienestar del país, o si es que todo esto es cuestión de la coyuntura política que estamos viviendo por estos días en Colombia?”
Como militante de un partido político, en el que sigo creyendo y me siento totalmente identificado, (que no respalda -en su totalidad- esta consulta popular promulgada por adversarios políticos), creo que es quizá un deber político y moral el que tengo con mis copartidarios y conciudadanos de expresar lo que siento al respecto.
Sin sentirme compaginado con los promotores de la consulta, sin estar de acuerdo en la forma cómo han decidido poner en boca de todos este tema, y aun a sabiendas de la nula efectividad jurídica que la votación de la consulta consigo trae, creo que lo más probable es que este domingo 26 de agosto salga a ejercer mi derecho como ciudadano; y digo probable, es porque tengo muchas dudas sobre la consulta en sí misma y sobre las preguntas que ella trae (causadas en gran parte por mi ignorancia en el tema y en otra por la pésima pedagogía que alrededor se le ha hecho), sobre―como ya lo dije― su eficacia, sobre si quizá todo esto sea un invento de unos promotores que buscan reinventarse políticamente buscando un impulso para las elecciones del próximo año después de su fracaso en los últimos meses, y sobre un sinfín de cosas que aún no he podido resolver.
Ante tanta preguntadera de mis amigos y de mis familiares, e inclusive de mí mismo, sobre el tema, decidí que era hora de buscar información por mi propia cuenta, a ver si así me lograba convencer sobre qué hacer. En esas, me encontré una publicación del programa Nos cogió la noche en donde le hacen al profesor de Derecho de la Universidad EAFIT, David Suárez, una entrevista sobre el tema. Él, a quien no conozco pero que no obstante puedo afirmar que ni política ni ideológicamente concordamos, dentro de todo, hace un análisis bastante bueno y sensato sobre la consulta. Unos dirían que es un poco pesimista y maquiavélico, pero a mí parecer lo crudo y desgarrador de su mensaje nos permite resolver todas las dudas que tenemos.
Al final de la entrevista el profesor termina diciendo que votar este domingo 26 de agosto sería “tomarnos una aspirina para un cáncer”. Evidentemente, al igual que muchos, el profesor tiene un desalentador aire sobre la consulta; y eso no es de reprochar, antes es una respuesta totalmente esperada, pues los mecanismos de participación ciudadana en Colombia, que siendo muchos son poco utilizados, tienen una alta ineficiencia e ineficacia. La historia lo demuestra, y para corroborarlo basta con ver los resultados del referendo de Uribe y del plebiscito de Santos, y a decir verdad los resultados que se esperan de la consulta de López y sus amiguitos no son para nada alentadores; y por eso es que ese día voy a salir a votar.
Sin importar que sepamos que el programa anticorrupción que presentó el Presidente Iván Duque es mucho más completo, pues tare todas estas cuestiones y algo más, y de lejos más eficaz que la consulta; e incluso a sabiendas que eso que buscan con la consulta del 26 no va a servir para nada (o que por lo menos no va a tener un efecto inmediato en el ordenamiento jurídico colombiano), que (1) ni los salarios de los congresistas se van a bajar, (2) ni se van a realizar audiencias públicas para desglosar y priorizar el presupuesto para la inversión social en la Nación, y que (3) ni muchísimo menos se va a limitar a 3 periodos el acceso a las corporaciones públicas del país, hasta en tanto el congreso no debata estos temas y las otras preguntas ya incluidas en diversas leyes; es por lo menos una obligación política con el país la que tenemos de pronunciarnos con el voto sobre nuestro opinión acerca de las preguntas que allí nos hacen.
Olvidemos entonces siquiera por un día nuestras fijaciones políticas, y como en su momento lo dije, hoy lo reitero: “Pasemos ya las páginas del criticar y regañar y de no hacer nada, y más bien pongámonos en la tónica de mirar, pensar y actuar”; y el domingo 26, solo por la mera intención de disfrutar de la posibilidad de participar y de opinar en democracia, salgamos a votar…
Y como por ahí dicen, amanecerá y veremos.