La jornada electoral dejó tres lecciones y tres preguntas que configuran el escenario para la siguiente vuelta del 17 de junio de 2018. La primera, la hipótesis que algunos sosteníamos, a partir de la teoría de los partidos políticos, de que los votos de la Cámara de Representantes iban a mover el caudal para las presidenciales no aplicó en esta ocasión, es decir, los votos de maquinaria no funcionaron, sobre todo para Germán Vargas, quien fue uno de los grandes derrotados de la jornada. Segunda, el principal ganador, aunque no haya pasado a segunda, vuelta fue Sergio Fajardo, siendo el más votado en ciudades capitales como Bogotá, Cali, Armenia, Pereira y Manizales; recuperó su base electoral en Antioquia y ganó reconocimiento nacional. Y tercera, que la campaña de polarización entre la izquierda de Gustavo Petro y la derecha de Iván Duque generó el suficiente miedo para dividir el país.
Ahora bien, las preguntas: primera ¿si las maquinarias no apoyaron a Vargas, entonces se fueron con Duque? Si la respuesta es afirmativa, sería un factor de preocupación para el uribismo, pues fácilmente Duque estaría tocando su techo electoral, mientras que Petro podría seguir creciendo. Segundo ¿para dónde van a migrar los votos de Fajardo? Se van a fragmentar, sobre todo aquellos de opinión (casi imposibles de medir) que votaron por considerarlo una opción por fuera de los extremos. Y tercero ¿cuál será el papel de los partidos en Antioquia? Ya lo tuvieron en la primera vuelta y el panorama no cambiará mucho. O sea, el uribismo seguirá siendo la primera fuerza electoral. Con todo, la clave de la segunda estará, por un lado, en el grado de fragmentación de los votos de Fajardo y, por otro, en la estrategia de moderación discursiva de Petro y Duque. Sin embargo, el miedo seguirá siendo una variable determinante.