Cuba fue casi durante cuarenta años el referente de la América Latina que no se arrodillaba y también el país más demonizado por el mundo occidental. Hasta que llegó Venezuela, claro. Cuba fue un país que nació a la democracia a la ofensiva en 1959, cuando los barbudos del Gramma entraron en la Habana Hizo una revolución, echó a los que habían convertido a Cuba en un burdel de los Estados Unidos y de los mafiosos y empezó un proceso, al que zancadilleaban todos los días, donde los pobres iban a mandar y donde Silvio Rodríguez iba a cantarles Playa Girón y el Escaramujo.
Estados Unidos muy pronto puso todas sus baterías contra Cuba, y Cuba, una isla de 11 millones de habitantes, no tuvo otra que buscar el apoyo de la Unión Soviética para sobrevivir. Entonces los que habían hecho todo lo posible para hundirla dijeron que era un enclave comunista peligrosísimo al que había que aniquilar. Más de 600 intentos de asesinato de Fidel Castro dan cuenta de ese odio. Y un bloqueo que aún no ha cesado. Y, claro, sin olvidar la fallida invasión de Bahía Cochinos. Lo cantó Carlos Puebla para mayor vergüenza del gendarme mundial. Con Cuba no pudieron. ¿Nos imaginamos lo que significa que te haga un bloque internacional la primera potencia del mundo?
Cuba alfabetizó a su pueblo y a buena parte de América Latina, desarrolló la sanidad con logros espectaculares, se libró de buena parte de las lacras del continente, entre ellas la violencia, ayudó a pueblos a descolonizarse, se adelantó medio siglo en los derechos de las mujeres y fue un ejemplo de dignidad en Naciones Unidas con el Che, con Fidel, con la memoria de Camilo Cienfuegos. De Cuba fue amigo Mandela y Ho Chi Min, Angela Davies y Malcom X, igual que de los Presidentes norteamericanos eran amigos asesinos como De Clerk en Sudáfrica, Suharto en Indonesia, Somoza en Nicaragua o Batista en Cuba.
En algún momento después de la caída de la URSS, Cuba empezó a ponerse a la defensiva y sin dejar de representar la dignidad, dejó de ser un modelo que pudiera replicarse en otros países. Hoy comienza una nueva etapa con la salida de Raúl Castro y su sucesión por Miguel Díaz-Canel. Ojalá mantengan todo lo bueno, destierren los errores y alcancen ese deseo de más libertad de la que hablan con una tristeza alegre los cubanos revolucionarios. Pero no son ingenuos y saben que Estados Unidos, aún más con el loco de Trump, querría ver de rodillas a Cuba y convertirla en una nueva Haití o en un embarcadero de los yates gringos.
Hay algo en Cuba de lo que no se puede dudar: si te toca ser niño en Harlem, periodista en México, sindicalista en Colombia, campesina en Guatemala, adolescente en El Salvador, indígena en Guatemala, negro en Haití o madre soltera en Paraguay, os aseguro que vuestra esperanza de vida sería mucho más alta en Cuba y además, tendríais mucha más alegría. No es que nos conformemos; es solo por no ser injustos.