El 2018 es un año electoral en Colombia. Como prueba de ello, este domingo 11 de marzo los colombianos tenemos una cita con la democracia; y ya sé que esta frase ha perdido sentido en un contexto de apatía política debido a la alta abstención electoral y la corrupción. Sin embargo, estas elecciones son diferentes, no por lo que dicen algunos políticos profesionales en competencia para generar pánico al elector, lo son porque representan una oportunidad para fortalecer nuestra democracia. Por eso, participe, salga a transmitir su poder a quien considera que lo puede representar ante las instituciones del Estado, aplique lo que un medio radial nacional viene publicitando: adopte a un votante, es decir, aliente a votar a otro.
En la columna Ganar la paz utilicé una expresión que quiero retomar: la metamorfosis. Y esta es quizá la principal manifestación de la oportunidad que tenemos en estas elecciones. A diferencia de los últimos 50 años, estamos presenciando las elecciones del posconflicto; por favor no se imagine que el posconflicto es una paz que connota armonía y tranquilidad, porque debo decir que es solo un proceso de cambio que apenas está empezando. Al respecto, la Misión de Observación Electoral (MOE) publicó a principios de este año su informe de factores de riesgos, en el que hace un reconocimiento al nuevo contexto que desde ya vivimos en Colombia.
La MOE muestra, por ejemplo, que existen nuevas reglas de juego democrático como: la eliminación de la reelección presidencial, la reforma al código penal en agosto de 2017 en la que se incluyeron nuevos delitos sobre la violación de topes de campaña y el origen ilegal de los recursos, que ahora pueden dar hasta nueve años de cárcel. Asimismo, traigo a colación otros hechos: se adoptó un Estatuto de la Oposición que era una deuda que el Congreso tenía desde 1991, hay un nuevo partido político (FARC) y se incluyeron dos nuevas curules, una en senado y otra en la cámara para la fórmula presidencial y vicepresidencial que obtengan el segundo lugar en las elecciones presidenciales; esto es fundamental en la medida que puede dar fuerza a la oposición a un gobierno. Claro, no todo es positivo, sigue faltando una reforma política y electoral, la inclusión de las victimas en los escenarios de participación y toma de decisión. Aún faltan muchas reformas institucionales que permitan seguir construyendo una democracia y Estado sólidos, porque existen amenazas a la seguridad tanto internas como externas. Y en términos culturales, falta un proyecto claro que permita vencer la apatía y los conceptos tanto reducidos como peyorativos sobre la política, etc.
Pero ahí está la oportunidad. Seguir avanzando en un proyecto colectivo y público que garantice la libertad, la igualdad y unos servicios públicos de calidad para todos. En nuestros votos está la transmisión del poder, por eso la importancia del voto más allá de ser un deber y un derecho. Usted y yo tenemos el poder de salir a elegir 279 congresistas e incluso sufragar por una de las dos consultas interpartidistas. No desperdicie su poder, tómese la tarea de, por lo menos, informarse sobre los diferentes candidatos, sus temas o propuestas. Vote consciente, no reciba publicidad cerca de las urnas, no ayude al corrupto, no venda su voto. Pero, sobre todo, piense que este nuevo contexto que atravesamos puede tener buenos resultados; que Colombia cambie, pero no que cambie para que todo siga igual. Salga a votar y adopte a un votante.
Pedro Piedrahita Bustamante.
@piedrahitab