Con menos politiquería y más academia en el Congreso

“Que la gente entienda la necesidad  de  ser ciudadanos de alta intensidad y no de baja intensidad; gente  participante en política. En cuál partido o movimiento, no importa tanto, lo importante es participar; ojalá fuera en la izquierda”

 

El hoy candidato a la Cámara de representantes por la Unión Patriótica con el 105, es profesor y pensionado de la Universidad de Antioquia, director artístico de teatro y fue decano de la Facultad de Artes de la misma universidad. Lleva más de 4 décadas en el mundo académico.

Santiago Molina: ¿Por qué decidió ser candidato a la Cámara de Representantes  y precisamente por la UP?

Mario Yepes: Lo de ser a la cámara me lo planteó la UP. En el caso de que pudiera llegar allá,  me interesaría llegar al Congreso sobre todo por la etapa del posconflicto para colaborar de alguna manera a que este Proceso de paz se llegue a arraigar más allá de la voluntad presidencial – incluido el gobierno y militares –  sino que en el congreso de verdad se apoye eso, y siendo tan minoritaria la oposición pues tendría sentido uno trabajar por eso. Personalmente a mí no me interesa mucho la práctica directa de la política partidista pero creo mucho en la necesidad de la participación política.

Entonces en este momento más que la posibilidad de llegar me interesa aportar votación para que el umbral de la UP eventualmente llegue a ser suficiente para mantenerse como personería jurídica. Hay también razones de un orden ético: la UP fue masacrada, hubo más de 5.000 personas muertas durante los 80’s pero después han seguido muriendo militantes del partido y de todos los grupos de izquierda y aquí en la universidad y en otras, amigos muy cercanos, murieron: profesores, estudiantes y hasta sindicalistas. Entonces personas muy cercanas a mí, que son familiares de víctimas de la UP me  pidieron que participara.

No se trata de  elegir a Mario Yepes, aunque si se logra pues bueno,  sino de apoyar  a la UP que es lo fundamental además como homenaje a las víctimas.

S.M: ¿Cree entonces que este año sí definitivamente va a renacer la UP después de 17 años?

M.Y: Legalmente ya renació pero el gobierno ni siquiera ha cumplido la obligación legal para darle el anticipo de publicidad que le da a todos los partidos. Mientras les dan miles de millones a los partidos tradicionales a la UP no le dieron un centavo antes de las elecciones.

S.M: Renació pero no hay garantías…

M.Y: Exactamente. Entonces es una campaña muy difícil. Yo lo que espero no es solamente que se mantenga  sino que el propósito de unidad de la izquierda no se pierda. Y frente a esto hay que tener una actitud muy abierta, por ejemplo en este caso no hay candidatos al senado por la UP, y yo personalmente voy a votar por Rodolfo Arango del Polo. Yo creo que es una actitud que se debe tener en toda la izquierda hasta llegar a la unidad  que es lo que realmente puede hacer que sí renazca la izquierda. Unidad entre la izquierda.

S.M: ¿Cuál es su propuesta como candidato a la cámara?

M.Y: Fundamentalmente apoyar todo lo que venga de los acuerdos de La Habana porque si esas reformas que se están planteando allí se llegarán a aplicar, aunque sabemos que es un proceso muy largo, lento y conflictivo, se estaría buscando la justicia social y la igualdad de oportunidades –educación, empleo y salud para todos, es decir, los derechos más básicos para un ciudadano – . Es trabajar en pro de eso, y de una manera muy esencial en el campo del arte en donde me he movido toda la vida proponiendo y apoyando  toda iniciativa que contribuya a que el trabajo de los artistas sea menos complicado y perseguido.

S.M: Entonces apoya los diálogos de paz de La Habana…

M.Y: Sí, que en realidad deberían llamarse diálogos para el posconflicto porque la paz es un proceso mucho más largo, quizá de generaciones. Pero hay cosas muy concretas que se pueden hacer para de verdad suspender la lucha armada de lado y lado y luego empezar a hacer las reformas indispensables; eso yo creo que hay que hacerlo y hasta el momento este proceso que ha sido el único que ha persistido y sobrevivido con la guerrilla va bien. Yo creo que hay que llegar  a hacer un acuerdo de por lo menos cesación del conflicto por el momento  y luego apoyar las reformas que surjan de allí que hasta el momento lo que sabemos son cosas muy razonables.

S.M: ¿Los diálogos de paz están amarrados a Santos?

M.Y: No debería estar atado al nombre de Santos. El hecho concreto es que  él fue el que se le midió como miembro del establecimiento en el poder político y económico y sobretodo después de los ocho años de Uribe  -en la presidencia más todos los años anteriores con el paramilitarismo y todo lo que sabemos- . Se le midió porque incluso de esa manera están envueltos los intereses de la propia clase dirigente. O sea, ellos no lo están haciendo por generosidad con la mayoría de la población porque incluso a ellos el conflicto los degrada y también les crea múltiples problemas para el desarrollo incluso de su propia clase. Ahora, no debería estar atado a ningún presidente pero el hecho es que está. Entonces en eso hay que apoyarlo. Todo lo demás que sabemos de su manera de gobernar es completamente controvertible por decir lo menos.

 

 

S.M: Entonces hay que apoyarlo en la reelección…

M.Y: Yo no iría tanto allá. Yo creo que la izquierda no tiene que hacer eso. La izquierda tiene que hacer todo lo posible por poner tanto en los cuerpos colegiados como en la Presidencia a uno de los suyos. Yo creo en eso firmemente. Por eso espero que se pueda dar  que haya un candidato de la izquierda único a la presidencia. Así debería ser y creo en eso firmemente y es la única manera de llegar a disputar el poder.

S.M: ¿Entonces si se llega al fin del conflicto interno Armado, las FARC pueden llegar a la UP?

M.Y: Sobre eso ni siquiera ha habido una manifestación por parte de ellos (FARC)  y no pienso que en este momento lo estén pensando. Especulando, lo más probable es que traten de  organizar su propio movimiento, como lo hizo el  M19.

Ahora, para la UP sería como repetir lo que ocurrió en los 80’s. De todas maneras para la izquierda armada y desarmada  hay un peligro permanente. Sin embargo, es muy difícil llamar izquierda a lo que han hecho las FARC y el ELN en los últimos años.

S.M: ¿La  lucha armada entonces ya no es opción para la izquierda?

M.Y: La opción es llegar a tratar de tener un Estado verdaderamente  democrático porque acá no hay una democracia; y eso se consigue por un acuerdo entre las diferentes capas de la población y los distintos factores de poder, pero sin armas.

Quiero anotar algo muy importante: que en la población civil  la gente entienda la necesidad  de  ser ciudadanos de alta intensidad y no de baja intensidad; gente  participante en política. En cuál partido o movimiento, no importa tanto, lo importante es participar; ojalá fuera en la izquierda. Pero para esa formación ciudadana  hay una cosa que es indispensable –estamos hablando de universidad –  que se comprenda  que la única forma en que se puede sustituir a las clases dominantes que están en el poder tiene que ver con educación y que el no funcionamiento de la universidad pública atenta absoluta y reaccionariamente contra la posibilidad de que haya una sustitución de la clase dirigente actual por la gente que viene de otros estratos. No se va a cambiar nada con lucha armada.

S.M: Y ya que hablamos de universidad pública y de lucha armada, ¿qué piensa acerca  de los encapuchados  de este sector de la educación  que entre sus consignas dicen que  “la universidad se defiende con estudio, con trabajo y con capucha”?

M.Y: El estudio y el trabajo lo niegan rotundamente con su práctica constante. Son los grandes privatizadores de la universidad porque no son en absoluto de izquierda sino  de extrema derecha. Simplemente están en el lado de los que quieren acabar con la universidad pública y lo demuestran una y otra vez.  Uno tiene que ser crítico frente a todo, pero si con alguien uno tiene que ser especialmente crítico y analista es con aquel que se dice revolucionario.   Cada vez que nos sacan de la universidad están privatizando; es muy claro.

 

El desprestigio de la universidad pública le conviene a la universidad  privada y a las clases dominantes. No hay ninguna duda.  Además normalmente no tienen  discurso y si lo tienen no se les entiende porque están tapados. Dicen quienes los apoyan  que está bien luchar  contra el Estado opresor y entonces yo les pregunto si nosotros, los profesores, los empleados  y el estudiantado somos  el Estado opresor.

Llevo 43 años en la universidad y he conocido el obrar de esta gente hace mucho tiempo.  En la Facultad de Artes – en los años 70’s y 80’s  –  he visto  tipos encapuchados y armados incluso  con ametralladoras sacando a patadas a los niños de la escuela de música de la Facultad. ¡Qué héroes tan valientes!

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Santiago Molina

Licenciado en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.​

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