Las denominadas “nuevas” tecnologías, vuelven a poner en escena la relación dialéctica entre arte y ciencia. Ambas han estado vinculadas a lo largo de la historia del arte desarrollándose de formas separadas o aunando esfuerzos según el contexto histórico en el que estas se desarrollan. Sin embargo, y a manera de contextualización histórica, en el renacimiento hubo una afanosa vinculación entre arte y ciencia establecida fundamentalmente en la figura de Leonardo Da Vinci. Empero, con la llegada de la modernidad, el arte y la ciencia estarían alejados por un largo periodo de tiempo, pues es precisamente ésta la época donde la ciencia versa sobre la razón y el arte sobre la emoción. No obstante, tiempo después, la aparición de las vanguardias van a determinar un nuevo lenguaje pictórico desde lo constitutivo de la obra, atravesando de nuevo por la ciencia. Movimientos tales como el futurismo italiano, el constructivismo ruso, el dadaísmo y la bauhaus, suman a sus obras la intervención de las tecnologías que iban surgiendo en medio de los avances, esto queriendo decir, que se aprovechan los avances técnicos en virtud de repensar las prácticas artísticas.
La fotografía y el cine también impulsaron una nueva fase productiva dentro del arte y la ciencia. Las computadoras e internet posteriormente aportarán nuevos formatos y técnicas en las cuales los artistas encontrarán nuevos medios de expresión, esto ha conllevado a que actualmente se borren los límites o los campos específicos entre arte y ciencia. Los artistas encontraron nuevamente un lenguaje a partir de la tecnología. Al respecto Josep Picó declara,
(..) en ciencia presenciamos el boom de las tecnologías -la cibernética, la robótica abren un horizonte incalculable a las capacidades humanas-, en arte se ha llegado a la imposibilidad de establecer normas estéticas válidas y se difunde el eclecticismo que, en el campo de la moral, se traduce en la secularización sin fronteras de los valores, lo que constituye para algunos una fuerza subversiva incalculable (Pico, 1998: 13).
Es por esto que los artistas tienen el deber ético de manifestar un cuestionamiento público y académico del uso de la tecnología y la redefinición constante que esta le supone al arte, esto queriendo decir, que el artista tiene la obligación de detenerse ante su contexto, leerlo y tratar de vincularse de manera astuta con las posibilidades tecnológicas que en la actualidad se le presentan.
En este sentido, es importante señalar que la tecnología debe ser entendida como la emergencia de nuevas interfaces, soportes, herramientas, mecanismos que le han permitido al artista explorar diversos caminos que han resignificado sus propuestas, su papel como artista y su conformación a partir de la historia del arte, puesto que es evidente que los contextos son determinantes de la manera en cómo observamos el mundo y el artista tiene ante sí esa necesidad ética de instruirse, formarse y ser riguroso como cualquier actor en otra disciplina lo es.
Con la pluralidad que la llegada de estas tecnologías supone, es desde donde se debe reflexionar para encontrar nuevas teorías estéticas y así poder abordarlas desde distintas manifestaciones artísticas. Esto sin duda supone la necesidad casi ineludible de investigar, teorizar y abarcar ese ramaje en el cual el artista está incursionando. Las obras de arte comienzan a plantear diferentes lecturas. Los artistas establecen nuevas directrices en la construcción de la obra. El acto creativo si bien surge del artista, muchas veces es completado por el espectador y la relación que se permite establecer entendiendo la importancia de una relación crítica entre obra, medio -tecnología- y concepto.
Esta apertura del marco de percepción que el artista debe permitirse al entender otras disciplinas como medios y no como un algo aislado solo por apelar a las condiciones de producción de antaño, está permitiendo que grupos de profesionales se ordenen para poner unos saberes específicos en un asunto particular, en este caso, el arte, donde logra de esta manera obtener un resultado: la obra de arte. Es este carácter interdisciplinario, el que le otorgará a la obra tantas interpretaciones como espectadores haya. Los artistas al plantear distintas ópticas de visión lo que le está permitiendo al espectador es entender las obras en relación a un entramado de saberes que en su concreción lo que están permitiendo es entender las dinámicas del arte en relación a todos los procesos tecnológicos que como humanidad nos atañen. En este sentido nos dice Josep Picó:
El arte no tiene una forma absoluta, sino muchas; tiene tantas formas como planos haya en la región de la percepción. El mundo-objeto es inseparable de su percepción cambiante y pluridimensional, la estructura uniforme y narrativa de las artes se rompe y ello contribuye a la desublimación de las jerarquías y la deslegitimación de los discursos globalizantes(..) (Pico, 1998: 28).
Si se entiende esto, el artista debe de tener entre muchas otras posturas, la axiología de la utilización tecnológica, es menester de quien se adentra en las aristas del arte, entender como el uso crítico y ético de la tecnología es tan importante como la construcción de un objeto o su significación conceptual.
Es importante no avanzar más allá de la obra sin cuestionar el aspecto ético de la misma. Es por ello, que el arte actualmente logra controvertir el pensamiento de quienes aún ven en los medios tradicionales las posibilidades casi que nulas de vincularse con la inminente llegada de nuevas interfases, medios, recursos, herramientas tecnológicas. Evidentemente esto debería generar a quienes interesen los procesos artísticos, preguntas sobre el uso ético de la tecnología.
Además, es importante poner el acento en la obra de arte como un acontecimiento, como evento. Quizá no son necesarias definiciones acabadas sobre lo que es arte y lo que no. Lo que pertenece a la esfera del arte y lo que queda por fuera. Se trata de ver que el arte viene desplazándose hacia otros lugares.
El gesto creativo en la contemporaneidad del arte se instituye a partir de su carácter interdisciplinario. La importancia radica en identificar su concreción experimental. Es a partir de experimentar con otros materiales y medios, donde el arte se va a constituir. Hoy el arte es el resultado de una comunión de saberes que en su multiplicidad abren los panoramas estéticos.
En la actualidad, las proyecciones digitales, el desarrollo del sonido de alta fidelidad, el videomapping, el uso de apps que complementan una exposición o una obra, la expansión del cine gracias a tecnologías como el 3D, la influencia de las redes sociales y su particular forma de comunicación en la literatura y la poesía, son algunas muestras de cómo la tecnología se ha ido filtrando hacia el quehacer artístico, generando nuevas formas de aprehender de la realidad desde la perspectiva estética que precisamente las tecnologías están poniendo de relieve.
Por ello es fundamental y de gran validez la pregunta por el uso crítico de las tecnologías -es importante insistir- porque este radica en la emergente necesidad que llama al artista a la utilización de las mismas. Al respecto nos dice Peter D`Agostino
Obviamente, creo que de la única manera que el artista puede entrar en las nuevas tecnologías es a través del uso crítico y ético de las tecnologías. De otra forma te conviertes en tecnológicamente determinado, que es justo lo contrario de lo que nosotros queremos hacer (…)
Un aspecto en el que me gustaría insistir es el del trabajo con las nuevas tecnologías. Los problemas que se generan al realizar estos trabajos son sintomáticos de las nuevas tecnologías. Existe una serie de presiones para utilizar las novedades porque sí, dejando a un lado las motivaciones artísticas que hay en su origen. Cuando esto sucede se convierte en algo únicamente productivo que no ofrece a los artistas la posibilidad de colaborar.
D´Agostino insiste en que hay un aparente uso indiscriminado de las tecnologías dada la novedad que las mismas suponen. Evidentemente es muy fácil incurrir en este error y es por ello que el concepto de la ética en el arte juega un papel indispensable. Si se evalúan estos usos en pro de los avatares del arte, de su mejoría en términos investigativos, se podría establecer el papel del artista como un individuo que se esfuerza por alfabetizarse, por ser riguroso frente a los avances tecnológicos, pues al igual que la ciencia y su desarrollo constante y la necesidad de las instituciones por tener científicos integrales capaces de operar las tecnologías de punta, el artista debe responsabilizarse de estar en continuo encuentro con lo que el contexto histórico le presenta.
La alfabetización digital comienza así a tener una gran relevancia en los procesos de acción y pensamiento humano, ya que nuestra relación con el mundo y las cosas, está mediando cada vez más desde lo digital, por lo cual nos vemos determinados y sometidos a transformar nuestras prácticas cotidianas, y por ende las del arte. Esto convoca a los artistas a reconocer la necesidad de responder a una serie de competencias digitales que permiten elaborar un discurso claro desde lo estético a través del contexto actual en cuanto a las transformaciones tecnológicas. y como lo plantea D’Agostino, “hacer un uso crítico y ético de la tecnología” para poder dar continuidad a lo que hoy llamamos arte de manera disruptiva.
La diversidad de materiales, la instalación, el videoarte, la performance, la despersonalización de las obras, la rapidez del reconocimiento, la prioridad dada a la originalidad y al juego con los límites del arte, el peso de las explicaciones, la importancia de las ferias, la fragilidad intencionada de las obras, son un paradigma que continúa enraizado en la actualidad y que en nuestro país -el arte contemporáneo Colombiano- parece ser el modelo para poder participar de cualquier congregación, proceso de formación o evento artístico y está siendo más evidente al día de hoy debido a la falta de reflexión y crítica frente al uso de la tecnología digital como alternativa para la transformación del arte.
“[…] el arte digital supone una nueva esperanza para el arte en una época en la que los medios tradicionales parecían haber agotado su potencial (a pesar de su indudable utilidad como medio de expresión individual y de lo socialmente significativos que siguen siendo) y por tanto suponen una nueva forma de revitalizar los medios tradicionales.”
Ahora, adentrar el término investigación en el arte parece un poco aislado de la realidad que atañe a la investigación académica, pues se supone es de la ciencia el acto racional y lógico y que por tanto, supone una forma instrumental de generar nuevos conocimientos. A diferencia de ello, está en el imaginario que el arte al ser un acto más sensitivo, más pasional -ideas caducas de lo que es el arte hoy- no se permite un actuar desde los procesos científicos, empero, la realidad que nos traspasa, ha puesto en boga la necesidad inminente de que el quehacer del arte tenga recíproca comunión entre proceder técnico, conceptual e investigativo. ¿Esto que quiere decir?. Es sumamente fundamental integrar de manera más significativa, la investigación en las prácticas artísticas, sin ello se incurriría en el ya mencionado arte que brota del genio hacedor de siglos atrás.
Proveer al artista de herramientas que le permitan avanzar y generar nuevos conocimientos, es tan importante como el hecho mismo de entender que el uso crítico y ético de la tecnología está develando los nuevos parajes en su producción.