La posible nueva economía del planeta preocupa tanto a EE. UU. que, al parecer no conforme con las sanciones económicas impuestas a Rusia y China, ahora desarrolla estrategias por medio de movimientos militares y pronunciamientos contundentes para impedir que estas dos naciones (siendo sus principales competidores) y sus aliados desistan del posible cambio en la economía mundial.
La hegemonía del dólar pende de un hilo, por lo cual la estrategia de EE. UU. parece ser: bloquear a sus enemigos con la ayuda de países aliados, conllevando a los movimientos de tropa realizados en Europa bajo los ejercicios militares con colaboración de la OTAN llamado «Defender Europe 20» (ejercicio militar diseñado por el Gobierno de Donald Trump, para probar las estrategias que deben utilizarse por parte de Estados Unidos y Europa cuando se produzca una amenaza que llevará a una hipotética guerra), alcanzando con esto más de 30 mil hombres establecidos en ese continente; y posterior las intenciones de rodear a Venezuela militarmente como estrategia defensiva futurista «en contra del narcotráfico» que en nada dista de una estrategia bélica ofensiva para un posible conflicto en América del Sur.
La teoría habla que China y Rusia no usarían dólares para sus economías futuras y de ésta manera podrían esquivar las sanciones impuestas por EE. UU., utilizando su propio sistema económico ajeno al dólar, lo cual no es una utopía. Tampoco es un secreto que estas dos naciones externas del continente americano han estado comprando cientos y cientos de toneladas de oro (entre otros a Venezuela), de igual manera China lidera en gran parte el mercado de la refinería petrolera, así como las telecomunicaciones invirtiendo en innovaciones constantes.
Por lo anterior, el pacto se basaría en utilizar sus monedas nacionales en un comercio bilateral e internacional permitiendo pagos en estas denominaciones y dejar de lado la actual moneda mundial.
Si bien Rusia es potencia mundial armamentista, no lo es en economía; China por el contrario si es potencia económicamente hablando, pero no de manera bélica por lo cual, un apoyo mutuo para derrocar un tercero es la mejor estrategia. Aparentemente EE. UU. visualizó esta jugada maestra que se suma al conflicto silencioso en la Antártida entre estos tres países y ha decido tomar acciones para detener este inicio del imperio económico diferencial como nuevo orden mundial.
Una de las principales acciones por parte de la potencia americana es la de cortar los suministros a sus contrarios, desde Suramérica es clave aislar a Venezuela como epicentro de una posible expansión en el continente por parte de la potencia europea y la asiática. No se debe olvidar que ideológicamente y económicamente Brasil también fue convocado y tentado por Rusia y China en los BRICS (acrónimo por países que lo componen: Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), identificándose como economías nacionales emergentes, pero que en el fondo tiene como función principal potencializar a China como potencia económica mundial.
Brasil es una Nación de cuidado por sus cambios volátiles de gobierno y podría llegar a ser un miembro desestabilizador en Suramérica, pero su Presidente actual Bolsonaro, parece mantenerse poco optimista y más aún por ser considerado aliado de EE. UU. no tiene gran interés en el BRICS, pero entiende que no puede separase de China por la dependencia de factores económicos, entre otros, por ser visto estratégicamente como una gran despensa en carne y granos para los miembros de las naciones emergentes. Ahora bien, exceptuando a Brasil en el continente americano, México sería el único país comparable a los BRICS, pero su economía se excluyó debido a que ya es miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE.
- UU. se despreocupa momentáneamente de Cuba (que poco a poco se sumerge en su propio destino y olvido), representando mínimo peligro como aliado de China y Rusia, más aún con el Covid-19 como la pandemia mundial actual, ya que ésta estaría logrando el cometido comunista de la isla (acabarla).
La importancia de Venezuela en este escenario, considerada como el remplazo «mejorado» de Cuba (actualmente aislada) se podría dividir en tres aspectos: posición, petróleo y oro.
La decisión de moderar la exaltación venezolana como aliado de sus oponentes europeos en esta nueva ola económica, le podría servir también de ejemplo a Brasil aliado de EE. UU., recordándole quien en este momento domina el mundo y su sistema económico.
Geopolíticamente para EE. UU., es vital derrocar a Venezuela, y que mejor para una victoria que sacrificar peones (países aliados) que defiendan la corona como en un juego de ajedrez, mientras esta potencia se centra en penetrar Europa y consolidar sus aliados para un posible desenlace bélico en el viejo continente y así tener bajo control el tablero completo, anticipando jugadas de sus opositores.
Si bien es cierto que Maduro en Venezuela ha favorecido en su afán comunista a organizaciones narcoterroristas que buscan revolución y rebelión para desestabilizar los gobiernos regionales, es muy extraño que en el momento en que el mundo atraviesa por una emergencia sanitaria sin precedentes, que está desestabilizando la economía mundial, se inicien estrategias de expansión y posicionamientos militares que podrían agravar la situación de salud actual del planeta.
Aplicando el lema «la mejor defensa es un buen ataque», de Sun Tzu en «El arte de la guerra», pareciera entonces que ahora para EE. UU. es la mejor oportunidad para hacer jugadas maestras (movimientos en el tablero mundial) y proyectar un desenlace de la actual y futura crisis económica, y no esperar a que otros sean los que muevan primero en la partida.
Venezuela desde hace años protege e interactúa con organizaciones terroristas y comunistas, por lo cual tomar acciones contundentes contra esta Nación hubiese sido oportuno en años atrás de la era chavista. Desafortunadamente para la región, el «capocho» de Maduro desde sus inicios ha sido un peón de Rusia y China por lo cual, en su afán de protección e intereses personales pone a Suramérica en la mira de un desenlace perjudicar para los países de la región.
Sin embargo, en alguna medida ese posible desenlace fatal para la región también es causa de la despreocupación de todos los gobiernos símiles suramericanos, ya que se les puede llamar cómplices de la dictadura en Venezuela, gracias al conformismo con la migración venezolana que hoy en día tiene penetrados a todos los países del continente, generando desestabilización económica y social.
El interés de terceros en el país bolivariano va más allá del petróleo y es justificable ya que, al tener un gobierno usurpador en el poder dirigente, que desconoce la democracia y que se encargó de: doblegar socialmente un pueblo, acabar con su economía, permitir la corrupción a limites inimaginables, saquear sus riquezas e, infundir una ideología ilógica e inverosímil para aprovechamiento económico personal; es muy fácil abordar un ignorante de este talante como Maduro para desarrollar victorias lejanas desde países extranjeros, opositores a la economía actual, aprovechándose de la desgracia del pueblo venezolano e iniciar una desestabilización que afecte y ocupe a su enemigo eterno para conseguir así, el nuevo orden económico mundial.
Tal vez, si Maduro fuese menos miserable hubiese llevado la corrupción de Venezuela a los niveles mínimos o normales como alguna vez lo planteó absurda y tristemente el nivel dirigente de Colombia, y el continente seguiría el legado de subdesarrollo con leve mejoramiento gracias al poder corrupto de los gobiernos y al pueblo ignorante para elegir a sus dirigentes; pero ahora, este problema se salió de contexto y esas votaciones orientadas desde el comunismo nos van a llevar a seguir por décadas siendo tercermundistas y los peones de las potencias mundiales para que por nuestro sacrificio se definan rivalidades lejos de territorios del primer mundo.
Es decir, los países suramericanos estarían siendo tratados como peones de las potencias en gran parte por culpa de sus gobernantes, unos por opresión y otros por omisión con situaciones de países hermanos; Guaido en Venezuela, es entonces también un simple peón para fines norteamericanos y Maduro el más grande lelo al servicio de China y Rusia que abre la puerta al desenlace bélico de la economía mundial y sacrifica toda una nación por ideologías de las cuales no tiene coherencia en su práctica, ayudando al estancamiento de la región en el término eterno de tercermundista doblegados a la economía actual o la que se pretende desarrollar con los BRICS.
En conclusión, Venezuela sería el resultado de la guerra comercial y económica de China, Rusia y EE. UU., arrastrando catastróficamente a todos los países de la región, donde puntualmente Colombia, no podría soportar la defensa económica de su territorio, debido a la corrupción de todas sus instituciones gubernamentales y al doblegó como la plataforma estratégica militar de su aliado para no perder su «amistad».