En un país de manifestaciones que terminan en masacres, donde son acribilladas las personas y los principios fundamentales que sostienen al Estado, en esta tierra que solo ha conocido resistencia armada como desafío al gobierno, puede resultar extraño para muchos hablar de resistencia civil.
Yo me pregunto, ¿Contra qué o contra quién estamos atentando, los que acudimos a la resistencia civil? ¿Por qué se quiere hacer ver esta figura como una amenaza? El gobierno y algunos políticos han buscado descalificar y satanizar las opiniones y las iniciativas ajenas a sus partidarios, sólo porque no les resultan favorables a sus intereses; buscan con palabrería y sus acostumbradas ofensas restarle valor a lo que los ciudadanos de bien, los que nos consideramos patriotas, hacemos; y mientras tanto distorsionan la información y la historia para justificar y exculpar a los terroristas, desconociendo sus crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.
Si hay algún derecho esencial en la democracia es el derecho a disentir. Así, aunque nos llamen guerreristas, alzamos la voz. Salimos a las calles, respetando la posición del contrario, haciendo uso del espacio público, pero cuidando y preservándolo, pues esa es la mejor muestra de movilización democrática y pacífica. Salimos para dejar constancia de la inconformidad como colombianos, ante la obsesión de la presidencia por firmar un proceso de paz lleno de errores que conducen a la impunidad, de un proceso que desconoce el derecho, que humilla a las víctimas y a la fuerza pública. Para protestar por un manejo económico que genera incertidumbre, que con sus políticas gubernamentales descapitaliza las empresas del estado, despilfarra los recursos públicos y desincentiva la inversión privada. Para disentir ante un gobierno que acata todas las exigencias de los terroristas y de los países vecinos, sin importar las consecuencias que esto acarree, escudándose en la supuesta diplomacia. Dejaremos constancia frente a su pretensión de burlar la Constitución y sepultar el Estado Social de Derecho porque no continuaremos como espectadores, no podemos seguir observando en silencio el desplome de las instituciones y el jaque mate que el gobierno y sus aliados quieren darle a la democracia.
El momento histórico que está atravesando el país requiere que unamos fuerzas, no para evitar la paz, como descaradamente afirman algunos. Se requiere sumar esfuerzos para defender la institucionalidad, esa por la que leales patriotas han ofrendado su vida, o su libertad, que vendría siendo lo mismo; ello, es necesario para exigir el redireccionamiento del país, para reclamar la refrendación de los acuerdos como estipula la constitución, de manera legal y transparente, para rechazar los umbrales acomodados a discrecionalidad del gobierno.
No está de más recordarle al señor Presidente que estos acuerdos deben ser garantía de justicia y de reparación para las víctimas y no para los victimarios ,y que aun cuando siempre lo haya querido desconocer, los soldados y policías de Colombia también hacen parte del amplio grupo de las víctimas.
Exigimos al gobierno que garantice la libertad de prensa y de opinión, y a los periodistas que honren su profesión con un periodismo imparcial, pulcro, transparente y serio. Ellos tienen una deuda con la historia del país a la que muchas veces parecen traicionar.
En Colombia, los derechos humanos, las libertades, y la justicia parecen ser privilegios solo para algunos sectores políticos que con el transcurrir del tiempo han adaptado su discurso y se han apropiado mezquinamente de ellos, cuando en realidad nos corresponden a todos. Hoy, en aras de su prevalencia y haciendo uso de los mecanismos que estipula la norma, hacemos valer los derechos que nos otorga la democracia para discrepar; hoy asumimos la responsabilidad que siempre nos ha correspondido con el país. Firmamos por la democracia y por el futuro de Colombia.
Me niego a ser un testigo expectante y cómplice de la debacle que se está gestando; me sumo al grupo de los que hacen, de los que no ahorran esfuerzos por construir el país en el que creen y que sueñan para las generaciones venideras, porque el discurso y la retórica no son suficientes.
Me uno a la resistencia civil, ¿y usted?
[…] de irrespetuoso con su cosmovisión, una tontería. Pero ante las palabras que expresa la columna “Yo firmo por Colombia” publicada en este mismo medio por la señora Paula Santander, me siento con la necesidad de decir […]