¿Y si imprimen más billetes y así nos volvemos ricos todos?

Con un cómico tono de lectura para el título de esta columna editorial, inicio el análisis de la propuesta ya persistente en el Senador Gustavo Petro, quien volvió a hacer referencia a la idea de que el Banco de la Republica de Colombia debería imprimir más billetes. Esto, con el fin de entregarle dinero a los hogares más afectados por la pandemia.


A vuelo de pájaro, la propuesta parece sumamente atractiva; nadie se negaría a recibir dinero por parte del Estado, y más aún si los billetes son nuevos y recién salidos de la imprenta. A pesar de ello, la realización de dicha propuesta generaría tres consecuencias: I) Inflación en Colombia; II) Se violaría la independencia que tiene el Banco de la República y que se encuentra estipulada en la Constitución Política de 1991 en su Artículo No. 371; y III) Se estaría incitando a una compra indirecta de votos a través de una propuesta llamativa pero imposible de cumplir.

HISTORIA

La historia es el mejor referente para aprender y es por eso que esta ha sido muy clara frente al desastre de enormes proporciones que puede llegar a generar el incurrir en la emisión de más dinero como última instancia en el objetivo de salvar una economía interna. El primer gran episodio de la sabia enseñanza de la historia nos cita el año de 1920, dos años después de haber finalizado la Primera Guerra Mundial y apenas un año después de haber firmado el Tratado de Versalles. En ese entonces, la República de Weimar –lo que hoy conocemos como Alemania– generó una de las crisis económicas más grandes al interior de su nación; esto, gracias a la gran emisión de billetes que fueron impresos con el fin de afrontar el período de la posguerra y el pago de la reparación de los daños ocasionados en la guerra a los países de Francia y Bélgica, tal como lo establecía el firmado tratado previamente mencionado.

Como consecuencia, y según lo asegura Theo Balderstorn en su libro Economía y política en la República de Weimar (2002), el cambio de moneda en Alemania pasó de 60 marcos por un dólar a más de un millón de marcos por el mismo dólar; es por tanto, que muchos de los ciudadanos al observar la enorme devaluación del dinero, optaron por utilizar el papel moneda impreso para ponerlo en las paredes de las edificaciones o para fabricar juguetes, situación muy similar a la ocurrida en Venezuela, cuando en el año 2018 se conocieron las grandes artesanías (mochilas, bolsos, carteras, entre otras) que se hacían con los billetes de más alta denominación de la moneda nacional (el bolívar fuerte). El anterior relato es tan sólo una de las enseñanzas del estrago que puede llegar a causar la emisión masiva de dinero: una emisión mucho mayor a la que la economía de un país puede soportar. Y es así como hoy por hoy, el pueblo venezolano gracias a su hiperinflación espera la emisión de un billete con la denominación de ¡Un millón de bolívares fuertes!

CONTRA LA CONSTITUCIÓN

La repetitiva iniciativa de Gustavo Petro de plantear la emisión de más dinero por parte del Banco de la República se traduce en las primeras pinceladas de cómo podría llegar a ser un gobierno encabezado por dicho personaje. La Constitución Política de 1991 es “norma de normas” y en ella está muy clara la independencia que tiene el Banco de la República, entidad que frente al tema se ha pronunciado a través de campañas audiovisuales con un rotundo NO, expresando sus razones y dando a conocer aquellos desastres económicos que podría causar la ejecución de dicha medida.

PROMETER, PROMETER Y PROMETER

La iniciativa de emisión de más dinero para mitigar la desigualdad como propuesta de campaña, no ha sido algo nuevo dentro del mundo electoral, por el contrario, ha sido utilizada como una vieja estrategia de campaña por muchos candidatos para diversos cargos de elección popular alrededor del mundo. Incluso, ha sido una iniciativa empleada como “estrategia de salvación de la economía”, a saber, en los casos de Argentina y Venezuela.

La atrevidísima acción de poner tal idea en el centro de la mesa de discusión a menos de un año para las elecciones legislativas en marzo y presidenciales en mayo –primera vuelta– y en junio –segunda vuelta–, se entiende como una forma indirecta de compra de votos; esto, mediante la emoción desbordada que puede generar dicha propuesta en el corazón de todos los colombianos y que, además, de forma muy irresponsable, intenta despertar dichas emociones con una medida que, o es imposible de cumplir o su cumplimiento y ejecución se traducirían en un futuro a mediano o largo plazo con una afectación general, donde el caos y el hambre se convertirían en el diario vivir de nuestro país.

CONCLUSIÓN EN EL PANORAMA DE ELECCIONES

La propuesta de que el Banco de la República le preste al Estado a tasa cero para que este distribuya dicho dinero en la ciudadanía, lejos de ser sólo una propuesta populista, es también una clara condena para la débil economía colombiana y que al mismo tiempo pone en riesgo las elecciones nacionales que se aproximan, más aún si se tiene en cuenta la situación que vivimos a raíz del estallido social producido desde el 28 de abril donde los manifestantes cumplen ya poco más de dos meses en las calles de todo el territorio nacional.

Lo que realmente se necesita para mitigar de forma concreta la desigualdad y brindar una ayuda a aquellos hogares perjudicados por la pandemia, consiste en la capacidad de proponer soluciones concretas y eficientes, como por ejemplo, la creación de espacios de capacitación y verdaderas oportunidades de trabajo mediante una adecuada inversión en la industria, el comercio, el agro, el transporte y todos los demás campos económicos del país, y permitiendo proporcionar una ayuda idónea por parte del gobierno, la cual, vaya más allá de esa oferta de “pañitos de agua tibia” con la emisión de más billetes, que con el tiempo, caerán como un “baldado de agua fría”.

Juan David Solarte

Consejero Municipal de Juventudes. Estudiante de Derecho de la Universidad Libre (Seccional Cali, Colombia) y miembro del Semillero de Investigación de Conflicto, Derechos Humanos y Cultura de Paz. Estudioso de la historia.

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