“por estar pendiente del plato ajeno se está perdiendo el sabor propio de su sazón”
Un momento del día donde te quedas inmóvil, tu cuerpo se relaja, la respiración es más lenta, los ojos dilatados e inmóviles; tus pensamientos y las actividades realizadas durante el día se mezclan proyectándose en el horizonte, en tu mano una taza de café, té, vino o porque no una cerveza fría, que acompañando el tercer sorbo llega el pensamiento de “FUE UN BUEN DÍA”, se presentaron percances, paso tarde la ruta, te toco de pie todo el recorrido, la coca del almuerzo se avinagro, el desayuno te quedo sin sal, y de amigo secreto te llego un bolso del color más horrible imaginado.
Son cosas y hay transiciones, es el lado amargo del día a día, tienes según el horario colombiano 16 horas donde recibirás, un aroma agradable, una sonrisa o un guiño de un desconocido en el apretujado servicio público, como estas sin almuerzo tu amigo o amiga te comparte de la sazón de su casa, o te invita a un restaurante donde te dan carne y huevo, la cúspide de la gastronomía del corrientazo. Son 16 horas donde el universo te bombardea de sal y dulce, combinación sabrosa que solo te atreves a pedir y disfrutar cuando vas al cine, esas crispetas que en el paladar te sucumbe en el vicio y terminas con ellas antes de que los cortos de las otras películas terminen.
Y así se compone el día a día, cada hora, cada minuto, cada segundo te consumes un momento que no sabes si será dulce, salado o el quemado, solo hasta que entra en contacto con tus pupilas y descifras de que se trata, y en ese momento debes afrontar lo que sucedió, pero escupirlo o sacarlo de la boca no es una opción, es un momento del día que debes de hacer cara de “MMMMM QUE RICO ESTA”, para no terminar de dañar el resto de momentos venideros, claro el amargo de la boca te va a continuar por un rato más pero debemos de limpiar el paladar para los otros dulces o salados restantes, cuesta habituarse al amargo del quemado, pero no todos están tan mal y tampoco serán la mayoría.
En ocasiones, pretendemos alargar esos momentos agradables y hacerlos eternos estirarlos y estirarlos cual, si fueran chicles, SON SOLO CRISPETAS y en esa elongación transformamos y cambiamos la esencia de lo que es, dejamos de disfrutar, de saborear ese tan agradable momento, pero dura lo que tiene que durar, y eso no lo podemos controlar, cultivar más de esos momentos y que día a día, nuestras 16 horas que disfrutamos despiertos sean apetecibles, en su mayoría agradables.
Un nuevo día comienza y al cepillarte borras y preparas tu paladar para lo nuevo que te traerán tus 16 horas, un crédito de tiempo que no siempre tendrás, y al malgastar o por concentrarte en lo amargo vas a estar despilfarrando el resto del crédito que te queda; cultivar: dulces, salados, ácidos y/o empalagosos, depende de tu gusto y tu afinado sentido, ese es tu deber los amargos o quemados puede que no sean tus favoritos, pero se van a presentar, no fue en la escuela, no fue en la universidad (si tuviste la fortuna), no será en tu casa, y mucho menos en tu trabajo, donde te enseñaran esta clase, es en templo en el recinto donde nadie más entra, donde imparten esta clase, el santuario donde crean esta doctrina es en tu cabeza y el maestro no es nadie más que tú, donde tú tienes el poder de ser, alimentar, enseñar, manipular, crear y formar al ser que afronta este lado de la vida, es un constante adoctrinamiento, donde te encuentras solo y tamizas lo pasado en el día rescatando lo bueno y desechando lo malo, no sin antes aprender de ello asumirlo y crear una enseñanza o estrategia para que eso que hoy te pareció malo, mañana o cuando se presente solo sea un sabor conocido y fácil de asimilar.
Cada día siendo un nuevo crédito no se puede desperdiciar con errores o sabores conocidos, es tu gusto, es tu paladar, y el sabor que más te apetece ese es el que debes procurar rescatar y saborear, pero sin desconocer que los sabores son como los colores, una diversidad grandísima, y toda esa diversidad la vas a encontrar en el mismo plato, en la misma vida.
Hay millonésimas de platos, perdemos tiempo valioso apreciando, la casa del vecino, el trabajo del compañero, las cualidades del amigo, los lujos que muestran en una aplicación, son distractores que te restan energía y roban atención de lo importante que está pasando, te distraen de tal forma que no te dejan apreciar los sabores y la maravilla que tenes en tu plato.
Disfrutemos de nuestra propia bolsa de crispetas, si son pocas las dulces, demasiadas las saladas o las quemadas se encuentran en la parte principal de la bolsa, nos debemos enfocar en saborear, disfrutar, apreciar cada una de las crispetas que se nos aparecen en nuestra bolsa, hacer lo necesario para que nuestra energía, nuestra buena voluntad, y la magia nos desborde con solo saborear cada una de las cosas que trae la, bolsa de nuestra vida, la cual no le prestamos la adecuada atención, le restamos importancia a la ricura de sabores que nos otorgaron, sencillamente por estar pendiente de lo que trae o disfrutan los demás.
Uno de los errores más incomodos, malucos de los seres humanos es estar pendiente de lo que pasa fuera de su control, fuera de su círculo, y permiten que se introduzca en sus vidas y opaquen lo que se tiene dentro, tal como decían las abuelas por estar pendiente del plato ajeno se está perdiendo el sabor propio de su sazón.
Para hacer la aclaración esta columna no es de gastronomía, ni de tips de cocina, es una columna de vida, pero al igual que la comida la vida tiene un sin número de recetas, combinaciones y para ser un gran chef o constructor de vida debes de encontrar la mezcla, la dosis adecuada de especias e ingredientes para obtener la mejor vida, y no te la dan la receta al revés de un producto, te va a llegar en modo de experiencias, de manera poco legible pero hay estará, debemos de leer la letra pequeña para identificar cuáles son esos ingredientes que nos llenaran de sabor, gusto, alegría y luminosidad la vida.
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