Angostura es un pueblo antioqueño que derive la mayor parte de sus sustento de la producción de panela. Se estima que cerca del 92% del PIB de este municipio del norte de Antioquia es consecuencia directa de la producción de panela. Allí hay 227 trapiches repartidos en 45 veredas, que se surten de la caña sembrada en 2400 hectáreas. 2700 familias se benefician directa o indirectamente del cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, para lograr producir alrededor de 1600 toneladas de panela mensualmente, lo que equivale a 400 toneladas semanales o a 53 toneladas diarias.
Como se puede notar, la estabilidad de la economía y el bienestar de básicamente todo un municipio depende de el cultivo de caña de azúcar y su posterior procesamiento en ‘jugo de caña deshidratado’. Por lo tanto, en este contexto la noticia que anunciaba una posible patente sobre un producto que, dicen los que saben, es exactamente igual en su estructura física y ficha técnica a la panela, cayó muy mal y generó toda clase de protestas. Y no es para menos, la cadena productiva de la panela se explota desde los tiempos de la colonia; es decir, su producción puede ser rastreada a, por lo menos, 250 años en el pasado, sobre todo en la región andina. En 14 departamentos se produce panela. En total en todo el país hay 24.600 trapiches de los que consiguen su sustento, de forma directa, 350.000 familias, además de las 250.000 más que se benefician de forma indirecta de este negocio que produce cerca de 1.250.000 toneladas de panela anualmente.
La panela es un producto colombiano que genera empleo las 52 semanas del año. Esta es una gran cadena productiva, pero ha sido estigmatizada y no se ha trabajado bien desde Fedepanela, lo que no ha permitido su expansión dentro del país, pues la publicidad ha ayudado a generalizar la idea de que la panela es un producto para pobres, en contraposición a las exclusivas bebidas gaseosas, energizantes o ‘naturales’. No obstante, y aunque el mercado nacional se estanca por lo antes dicho, los mercados internacionales se comienzan a abrir. El jugo de caña deshidratado, evaporado, natural y muchas veces orgánico, solo fue catalogado desde hace 7 años en los países europeos como un alimento humano y por esto es que Fedepanela ha conformado un grupo conocido como el ‘bloque exportador’, además de un plan de desarrollo y exportación (2018 a 2022), que busca aumentar las toneladas de panela exportada desde 6500 en 2018, hasta 22.000 toneladas para 2022. Este proceso va bien, pero su éxito ha generado interés en otros jugadores del mercado.
Antes de seguir es muy importante que recordemos que desde la promulgación de la ley 40 de 1990, conocida como ley de la panela, ningún trapiche puede producir más de 1 tonelada de panela por hora lo que, en la práctica, es un límite que busca que la panela solo sea producida en trapiches artesanales y no en grandes ingenios. ¿Por qué? Las cifras responden esto fácilmente: un trapiche pequeño o mediano puede procesar entre 3 y 4 toneladas de panela diariamente; por su parte, un ingenio pequeño, en cualquier lugar del país, puede procesar entre 600 y 1400 toneladas de panela en el mismo tiempo. Así es imposible competir.
Ahora volvamos: como las exportaciones van en aumento, el interés que se ha generado en los ingenios nacionales va en aumento también, al punto de que se ha llegado a presentar la noticia de que se había logrado una ‘patente’ de un producto que no es panela, pero que se ve como panela y sabe a panela. Lo presentaron como un logro de los ingenios y de la academia colombianas, pero en la realidad no es más que una forma en la que los multimillonarios ingenios buscan acaparar un negocio que, como ya vimos, genera bienestar a cientos de miles de familias que viven de sembrar caña y de producir panela. Cuidar la panela colombiana es también cuidar a los campesinos colombianos. Falta todavía mucho, pues tal vez la cadena productiva de la panela sea generosa, pero todavía falta tecnificar los procesos y lograr un producto inocuo para que más mercados caigan rendidos ante este manjar colombiano.
¿Qué podemos hacer nosotros para potenciar este negocio y apoyar así al campo colombiano? Muy fácil, en primer lugar no creer en estos nuevos productos milagrosos que solo buscan hacerle un esguince a la ley y acabar con un oficio campesino que tiene varios siglos; y en segundo lugar, cuando compre panela asegúrese de que es panela producida en Antioquia, por campesinos antioqueños que trabajan largas horas a muy altas temperaturas, para llevar hasta nuestra mesa un producto saludable, natural y muy nuestro. ¿Y de dónde es tu panela?
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