“No es suficiente solo querer un cambio… Debes ir y hacer el cambio a través del voto». Taylor Swift El derecho al voto en Colombia se inicia durante La Patria Boba, entre los años de 1810 y 1816, que para esa época solo podían votar los hombres que estuvieran casados y tuvieran unos recursos monetarios suficientes, en urnas situadas en las parroquias y solo se votaba por los electores a través del sufragio indirecto, electores que entre otra cosas, ungían como Parlamento criollo y elegían al Presidente, al Vicepresidente y a los senadores, y más tarde se eliminarían a los electores ejerciendo el voto directo, y fue Mariano Ospina Pérez en consecuencia, el Primer Presidente elegido por sufragio directo, más tarde en 1954, se acaba la cultura misógina y permite el derecho al voto de la mujer que se constituyó en su momento, en un hecho relevante de la contemporaneidad colombiana.
El voto es un deber y un derecho de todo ciudadano, contemplado en la Constitución colombiana bajo el artículo 158, que nos hace responsables de ejercerlo, que socialmente nos obliga a dar ejemplo y a pensar que todas las actuaciones, irradian hacia las personas y los vínculos familiares más próximos.
La democracia es de todos cuando ejercemos el derecho al voto, y en ese sentido, estamos forjando el futuro de nuestras próximas generaciones, así que no podemos dejar que otros voten por nosotros, o votar por la condición de otro, por cuanto que: somos una sociedad que quiere salir adelante, que quiere construir, mejorar y transformar esta nación.
Pasamos de la pandemia del covid-19, a la pandemia moral, por la venta de la conciencia y la omisión al votar, cediendo espacios concluyentes como ciudadanos integrantes de un Estado Social de Derecho que exige pluralidad cultural y social, por la omisión de la moral obligación, de instruirnos y estudiar los programas y propuestas de gobiernos de los aspirantes al más alto cargo de la República de Colombia, revisando que estén articulados con la situación actual, para ver si realmente son soluciones.
Nos hemos dejado seducir por el morbo político, prueba de ello es que en los debates electorales, se han fundamentado en confrontaciones personales, y sacándonos de contexto aflorando actuaciones de vida social y pública.
Partimos que Colombia es un país en vías de desarrollo, que está en la construcción y la modernización de la infraestructura, que se constituye en el motor esencial de las actividades económicas, para su crecimiento y desarrollo. Los avatares políticos, producen movimientos económicos que por sensibles y dinámicos que sean, afectan y cambian la estructura, con efectos que se revierten en una cadena de incidentes deletéreos hacia la sociedad.
A todo momento se habla de corrupción en todos los ámbitos, polarizando la verdadera génesis de la corrupción, que es el tamaño del estado burócrata, que produce un déficit fiscal que obliga a realizar una reforma fiscal cada dos años, que persigue por sesgos estratificados o por conveniencia socioeconómica, y el resto que se deriva de la cadena de procesos económicos.
Hay que detenerse y comenzar a mirar al Estado – Nación, como una empresa que no puede gastar más de lo que produce, por eso es imperativo realizar una reingeniería de procesos y análisis de cargos, en busca de una estructura eficiente. Otro tema álgido, es la educación como tema de discusión de cambio, sin tener la insidia de realización profesional que lo condiciona al por experiencia tanto en los sectores públicos como en los privados.
Por otra parte, es imperativo reestructurar la carrera administrativa obsoleta, que no es incluyente, porque no le da oportunidades a las nuevas generaciones por lo que habría que abogar por retribuir al sector privado, en el sentido que un porcentaje de sus empleados, sean profesionales recién graduados preferentemente.
Tenemos que visionar hacia la tendencia de la administración pública moderna, con una democracia incluyente de políticas públicas, para transformación del modelo de gobierno, con gobernanza, sin dejarnos influenciar de fuerzas cóncavas y convexas cuando la lógica es la búsqueda dinámica de estar integrados, para que no continúe ojalá, la proliferación de los partidos y el determinar de conciencia de la ciudadanía con el condicionamiento del voto.
La conciencia es una capacidad racional que da testimonio de nuestro sistema de valores, y se constituye en parte de nuestro espíritu humano que nos confronta cuando hacemos algo mal y hemos ofendido a Dios. “Votar es la expresión de nuestro compromiso con nosotros mismos, con los demás, con este país y con el mundo.” Sharon Salzberg,
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