Faltan menos de 20 días para finalizar la contienda entre los candidatos por una fracción de gloria en el terreno político colombiano. Naturalmente, éstos tres fatigantes meses de campaña han instaurado un hálito surrealista en las calles; nos hemos unido en pro a un individuo que, nos ha conquistado con sus ideales, propuestas, o con su solo carisma. En fin, somos animales políticos -la retórica frase-, y nuestra identidad es susceptible a ésta índole de eventos.
En Medellín, el fenómeno político ha sido, para menos, interesante; sobre la figura de Alfredo Ramos y Daniel Quintero, se ha propagado dos estereotipos erróneos y falaces en cuanto a sus votantes: qué, según, Alfredo representa el talante «godo y arribista» que abandera Medellín y Antioquia; y qué, Quintero, la «nueva política» de las generaciones jóvenes, que no se sitúa en espectros políticos y no ésta respaldada por «maquinarias».
De Quintero, prefería abstenerme a hablar; quien tiene ojos, y puede ver, sabrá que es un candidato populista con ínfulas de grandeza por sus propios méritos. Por otro lado, me es irónico que Alfredo sea el «facho» de la pugna política, cuando los jóvenes -personas menores de 25 años-, han sido la esencia de su candidatura desde sus inicios. Y lo sé, empíricamente, porque la he respaldado activamente desde hace cinco meses.
Alfredo, ha recibido el patrocinio y ayuda de los nuevos votantes en su recorrido; contrario a Quintero, que ha manoseado sus pasiones en pos de proliferar una «imagen fresca» que, en realidad, está teñida por la huella del oportunismo político. Soy la muestra viviente de que la juventud puede estar cómoda y satisfecha con la campaña «goda» de Alfredo, por diversas razones, de las cuales presentaré siete:
- Su novedoso plan de gobierno: generalmente, las propuestas de Alfredo aúnan tres elementos que caracterizan la política pública del primer mundo: tecnología, ética e innovación, los cuales tienen cabida en cada una de las áreas de su planificación, desde lo social, hasta lo económico. Por ejemplo, pretender implementar inteligencia artificial en los sistemas de vigilancia; que los jóvenes aprendan en sus escuelas un lenguaje de programación; el crear redes virtuales educativas de libre acceso e incentivar el emprendimiento sostenible en los jóvenes universitarios y profesionales.
- Su relación cercana con la ciudadanía: además de construir su Centro de Innovación, Alfredo ha lanzado una página web y una aplicación móvil donde las personas pueden tener una interacción real y directa con la campaña. Sin embargo, ella tiene por cimiento el asfalto, puesto que ha realizado más de una decena de recorridos en los distintos sectores de la ciudad, desde San Sebastián de Palmitas hasta Santa Elena.
- Su amigable campaña con el ambiente: Alfredo es tal vez el único candidato que no ha empleado el uso de panfletos o volantes para publicitar su campaña. De hecho, en nuestra primera reunión, nos dijo que prefería invertir en social media advertising, antes que ensuciar a Medellín con la foto de su rostro. Esto a razón de que es una vieja estrategia del marketing político que tiene mejores alternativas, y al final sólo contamina el espacio público.
- Su gran apuesta por la educación: Alfredo ha reiterado que una Medellín educada, es un Medellín prospera y fructífera desde un amplio sentido. Es decir, con una baja tasa de desempleo, una fuerte economía, una atractiva infraestructura y una alta calidad de vida. Por ello, apostarle a la jornada única, al bilingüismo universal, a un sistema educativo consciente de las necesidades de la población -urbana y rural-, a una mayor inversión a las universidades públicas y a la innovación tecnología desde las aulas, es también apostarle al progreso visible y palpable de Medellín.
- Su ambición por llevar a Medellín al escenario global: desde antes de entablar su candidatura, Alfredo estuvo viajando a diversos lugares para conocer las actividades públicas de los países exitosos. Además, recientemente estuvo en Miami buscando inversión extranjera, reuniéndose también con expertos en urbanidad para escuchar su consejo. Es un candidato proactivo, y sueña con hacer de Medellín una metrópolis global, como Nueva York, Madrid, Sao Paulo o Berlín, de ahí que su concepto de ciudad esté sujeto a la actividad de las urbes que encaran los principales destinos turísticos y económicos de los forasteros.
- Su constante interés por las necesidades de la ciudadanía: las plataformas que ha lanzado tienen por objetivo conocer las propuestas de la gente. Alfredo ha designado un equipo técnico que lo mantienen al tanto de éstas, no obstante, regularmente se reúne con la ciudadanía en los barrios y puntos de encuentro, para así escucharlos personalmente. Es consciente especialmente de la violencia que acecha en las calles, y se propone a reducirle de manera integral; es decir, no sólo a través de la fuerza institucional, sino incentivando a los jóvenes recluidos por las bandas criminales a tomar otros destinos, como el arte, la música, la danza y la educación superior.
- Su respeto a los otros candidatos: Alfredo no ha ganado puntos desprestigiando a sus contrincantes – campaña sucia-. De hecho, dentro de los grupos de jóvenes y voluntarios, es de mal gusto hablar de otros candidatos, puesto que nuestras energías deben estar encaminadas a conquistar a la ciudadanía paisa, a través de las ideas y la alegría, rechazando todo populismo y chismorreo político de por medio.
Por último, Alfredo no pretende asolar lo construido por Federico Gutiérrez, sino continuar con ello a través del total apoyo y compromiso de los habitantes, de ahí la naturaleza de su campaña: humilde y empática, sin oscuras estrategias políticas. He encontrado en él un candidato peculiar, interesante y a la vez realista, y sé que presidirá a Medellín de manera genuina.