Mi voto es por Duque. Exhorto a los colombianos a que hagan lo propio, muy a pesar de que sea una contradicción por excelencia. Mi voto es por Duque, por ignorancia más que por sabiduría, lo que me hace ser un colombiano legítimo. Mi voto es por Duque, a pesar de que haga parte del partido político Centro Democrático, partido político que lidera el expresidente Álvaro Uribe, el promotor y ponente de la ley 100 de 1993 en la que la salud, la pensión, los riesgos profesionales y los servicios de salud complementarios se convirtieron en un negocio, de ahí que la atención a usuarios en los centros hospitalarios sea paupérrima, los medicamentos a pacientes trasplantados tarden en ser entregados, o en su defecto, nunca lleguen a los menesterosos, solo por mencionar dos hechos.
La ley nos vulnera y, sin embargo, votamos por ignorancia más que por sabiduría. Mi voto es por Duque, a pesar de que sea apoyado por Álvaro Uribe que siendo alcalde de Medellín haya abdicado ante la amenaza de ser destituido por supuestos nexos con el narcotráfico en 1982; por haber eliminado la mesada catorce, aumentado la edad de jubilación a hombres y mujeres en el Acto legislativo 01 de 2005 y como consecuencia la supresión de derechos adquiridos. A pesar de que Uribe tenga ansias de privatizar a Colombia, lo demostró vendiendo empresas del Estado como Ecogas, Bancafé, Granahorrar, Telecom, Centrales Eléctricas de Norte de Santander y las electrificadoras de Cundinamarca y Santander, el 10% de Ecopetrol, entre otras.
Ni se diga del recargo nocturno u horas extras y recargo por laborar domingos y festivos, que con la ley 789 de 2002 el señor Uribe afectó especialmente a los asalariados modificando el horario nocturno laboral. Antes de la implementación de la ley los colombianos recibíamos el 35% de recargo a partir de las 6 pm., con la ley, la noche comienza a las 10 pm. Fue en junio de 2017 cuando mediante un proyecto de ley se modificó nuevamente el horario, pasando de 10 pm a 9 pm. La ley previamente mencionada, advertía Uribe, otorgaría a los colombianos más empleo, paradójicamente, ni dándole beneficios a las multinacionales aboliendo impuestos ni disminuyendo la cantidad de horas extras o nocturnas Uribe pudo cumplir, Colombia, al finalizar su mandato ocupó el irrisorio primer puesto en desempleo en Latinoamérica, la BBC en 2010 diría al respecto que “Tras ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, Colombia es campeón latinoamericano en inversión extranjera, pero también en desempleo”, lo que explica por qué la inversión extranjera no es directamente proporcional a más empleo, como tampoco ampliar la cobertura en salud implica mejorar la salud, y en esa medida, llenar de estudiantes las aulas de clase no posee ninguna relación con mejorar la educación, al contrario, esa lógica contradice todo presupuesto.
Del mismo modo, a pesar de que Uribe sea investigado por los llamados falsos positivos, que todos en Colombia sabemos a qué aluden, y aunque se le defienda por no ser acusado y procesado aún, tal situación no le resta responsabilidad, en primer lugar, porque se dieron durante su gobierno, y en segundo, porque hicieron parte de la seguridad democrática en la que se le otorgaban incentivos a militares por cometer asesinatos a civiles y vestirlos con túnicas guerrilleras. No en vano, más de 800 militares han sido judicializados según la Fiscalía, y cifras que oscilan entre 3000, 4000 e incluso 10000 víctimas de falsos positivos, entre asesinados y desaparecidos, cifra que la relacionan al también dictador Pinochet en Chile al que le adjudican más de 3200 falsos positivos y desapariciones. Por otro lado, Duque es apoyado por el expresidente colombiano que se hizo reelegir ilegalmente en el periodo comprendido entre 2006–2010, así lo afirma la Corte Suprema de Justicia en el Proceso No. 22453 aprobado mediante Acta N° 173 de 2008, donde apela que «el delito no puede generar ningún tipo de legitimación constitucional o legal”, con relación a la reelección de Álvaro Uribe Vélez a la presidencia de Colombia y que los medios no tardaron en llamar: la Yidispolítica, puesto que la excongresista Yidis Medina Padilla vendió su voto con la intención de aprobar la reelección en el país y por la cual fue condenada. Asimismo, y aunque mi voto por Duque ya parezca una contradicción es necesario que usted, querido lector, advierta estos argumentos y reflexione: mi voto es por Duque, por ignorancia más que por sabiduría. También he de decir que Duque es apoyado por el señor Uribe a pesar de que en su mandato se hicieron las famosas chuzadas ilegales por parte del DAS a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, pero no solo a la Corte, también a Yidis Medina y por lo que hoy el Estado debe pagar una indemnización cercana a los 86 millones de pesos como reparación a la exfuncionaria.
Muy a pesar de que la uribista Paloma Valencia niegue la existencia de tales chuzadas, muy a pesar de que haya evidencias, muy a pesar de que los hechos sean verídicos. Uribe, que apoya al candidato presidencial Iván Duque también ostenta el escandaloso suceso del programa Agro Ingreso Seguro, un programa que le otorgaba subsidios a los agricultores colombianos y terminó subsidiando a políticos, paramilitares y familias pudientes. Sin embargo, y a pesar de las evidencias el señor Iván Duque en entrevista con el Canal Capital manifestó que lo sucedido con el exministro de Agricultura Andrés Felipe Arias relacionado con los hechos y condenado a 17 años de prisión no solo es injusto, sino que, además, “nunca se robó un peso”. Por eso mi voto es por Duque, defensor de corruptos.
Aunque este texto debería girar en torno a Duque, es imposible soslayar las personas que lo rodean y apoyan, de alguna manera, al aceptar ese apoyo, constata que está de acuerdo con las fechorías que han realizado. En ese sentido, al señor Álvaro Uribe también se le atribuye el controvertido acuerdo de paz con las AUC en 2005, y, paradójicamente, en su defensa, consideraba que todos los procesos de paz son imperfectos. Durante su gobierno el desplazamiento forzado aumentó, nos metió siete bases norteamericanas en el territorio colombiano, prometió reducir el congreso a 150 y no cumplió, la inversión en carretera fue ínfima y en vivienda nula, prometió eliminar el servicio militar obligatorio y acabar con la guerrilla, y no, no cumplió.
Pero, y más importante aún ¿dónde quedó el millón de niños jugando ajedrez para mejorar los procesos analíticos que usted prometió? Y todo por dedicarse a una guerra que costó más vidas y dinero que si de una vez por todas se hubiese decidido por apostarle a la paz del modo en que lo hizo Santos y De la Calle. Con Uribe no termina esto, Duque también se encuentra rodeado de personajes discutidos como el señor Alejandro Ordoñez, quien ocupó ilegalmente el cargo de procurador durante tres años, el mismo que desaprueba el matrimonio gay, ataca la comunidad LGTBI y aborrece el aborto: Temáticas complejas y de las cuales considero que un país retrógrada y conservador no está preparado.
En entrevista con la FM en 2012 el exusurpador sostuvo que “la fiesta taurina es un acto civilizador, una confrontación entre la inteligencia y la fuerza, en el cual sale triunfadora la razón”. Loables palabras de este animalista en construcción, de los mismos creadores de: “si uno pone a trabajar a los negros se agarran de las greñas”, palabras expresas por la también uribista María Fernanda Cabal, no obstante, absténgase de juzgarla, fue una descontextualización realizada por la revista Gente en 2014. Lo que no se le perdona a Cabal, sus palabras a Gabriel García Márquez: “pronto estarán juntos en el infierno”, Fidel Castro y el nobel colombiano, posterior a su muerte. ¿Qué nos espera si con nuestra ignorancia votamos por Duque? ¿Acaso un país pluralista, defensor de la diversidad sexual, protector de los animales y el medio ambiente? ¿O uno xenófobo, racista, maltratador de animales, que incita a la violencia, corrupto y fallido? No pretendamos lavar nuestras manos cual Poncio Pilato, el voto en blanco es una decisión respetable pero irresponsable, carece de empatía con aquellos que han vivido la guerra y se hallan en la encrucijada de volver a vivirla si los acuerdos de paz son destrozados, las cortes abolidas y la monoeconomía de hidrocarburos legitimada.
Si usted, querido (a) lector (a), halla en este texto una pizca de ironía, entonces colegirá que mi voto no puede ser por Duque dado que voto con sabiduría más que con ignorancia.