Vivir de la basura, moneditas de cartón

 “No hay como el hambre, ¿Verdad? Para cambiar los puntos de vista.”

 Arturo Pérez-Reverte


Aquí las calles no tienen forma, son hoy una especie de pantano en el que la basura se mezcla con el moho y la mugre, donde las heces de los perros desaparecen con la lluvia y donde muchos para poder llevar un sustento a sus casas deben recoger botellas y cartón de las esquinas.

Día tras día se ven niños, jóvenes, o ancianos llegar con su costal al hombro, arrastrando una carreta, un carro destartalado en el que retumban las latas de cerveza que dejaron tiradas en un andén la noche anterior.

aquí se vive del reciclaje, se paga la comida con cartón, papel, y plástico; se vende chatarra para comprar cigarrillos y mermar el frío, el reciclaje en estos barrios no es un negocio, termina por ser una mafia que regula la forma de vida de un gran número de sus habitantes.

Sagradamente en mi casa reciclo lo que puedo, después de tomarme 24 cervezas guardo todas las latas con la intención de venderlas para comprar más, es un cash back efectivo. Guardo las botellas de plástico de las gaseosas del guayabo, y cada botella de vidrio de vino vale por lo menos 100 pesos esta venta en más de una ocasión me ha desvarado para comprar una libra de arroz o una panela.

Muchos lo hacen por su cuenta, en estos barrios del sur sacan la basura los martes, jueves y sábados, a veces se corre con suerte y algunas familias separan sus residuos otras veces los perros hambrientos y en los huesos ayudan a romper las bolsas. La jornada de quienes viven del reciclaje se extiende hasta las 11 de la noche, y con suerte llegan a completar lo del almuerzo del otro día, a veces alquilan las carretas que les facilita el trabajo, salen familias enteras a esculcar entre el hedor de los que pueden consumir, de los que, si pueden gastar. Mientras los hermanos menores ganan una esquina la mamá con su hijo mayor lleva atrás la carreta a cuestas.

Y aunque cada quien se rebusque como pueda, el pedazo de la zona ya está comprado. En los barrios del norte de la capital los conjuntos venden el cupo para poder llegar a reciclar, bien dicen ellos una mina de oro. Donde en una unidad residencial puede acumular semanalmente casi media tonelada de material reciclable, es allí donde el cupo ya vale aproximadamente 800.000 pesos (Cop) mensuales, algunos dicen que corren con suerte por que en esos barrios donde pernocta la élite bogotana a veces les regalan cosas, o en diciembre les dan un mercado, pero eso es solo es una muestra de altruismo miserable. Aproximadamente en Colombia más de 300.000 familias viven del negocio del reciclaje. La mayoría de manera informal, algunos cuentan con la fortuna de manejar los centros de acopio que recogen el material en primera instancia.

Es allí a donde llegan los niños, los migrantes, los ancianos sin pensión, los habitantes de calle en busca de algún centavo para poder comer, es allí donde un día entero de trabajo, escarbando entre la basura y codeándose con los roedores vale 8.000 pesos. El kilo vale 250 o 500 dependiendo de si es cartón, archivo, chatarra, aluminio o plástico y para ganarse esos 8.000 hay que recoger 300 kilos de material.  Es en el sur donde el pedazo no este comprado, donde los que pueden tienen que pararse duro por la chatarra que consiguen, aquí mismo si usted le ganaron la esquina ya perdió.

Hoy franyer salió a recoger plástico para comprar dulces, los paga con moneditas de cartón, tiene 8 años, su padre se suicidó y su mamá lo dejo a cuidar donde una tía y nunca volvió, a veces le doy clases a él y a sus primos, el me explica que ya sabe cómo funciona y que a veces por ser un “arrimado” donde su tía ni siquiera le dan de comer. Tiene 8 años y ya sabe que debe rebuscársela, a como dé lugar, anda corriendo de un lado para otro y cada vez que se encuentra una botella plástica sonríe, si es de vidrio mejor. Hace cuentas en su cabeza, ya sabe cuánto se va a ganar, es muy bueno para las matemáticas.

Esto no se trata de trabajo infantil, o de una actividad que usen los habitantes de calle para comprar unas cuantas bichas de basuco por ahí, esto se convierte en una forma de subsistencia, en una manera de aprovechar el tiempo vendiendo la basura de otros, aquí en el país más feliz del mundo el mismo país con la tercera tasa de desempleo más alta en el mundo y donde esta supera el 10%, es inevitable para muchos no ver aquí una oportunidad para ganarse unos pesos.

Muchos de quienes se dedican al reciclaje se definen a sí mismos como recuperadores del medio ambiente y algunos cuentan con la validación ante asociaciones para desempeñar esta labor, ellos son los afortunados, pero hay otra cara, donde prima la necesidad, donde siempre está presente el hambre, y donde toca esculcar en la basura cada 2 días para poder comprar algo de comer, es momento quizá de valorar mucho más este oficio.

Reitero que a mí me ha salvado del hambre en más de una ocasión.

Edwin Sandoval Montoya

Comunicador social y periodista, Artista visual, Con énfasis en creatividad publicitaria de la universidad central, apasionado por el Arte y la cultura. Con gran sentimiento político, y enfocado en temas de educación y progreso para el país.

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