Violencia generalizada

Primera columna


“Puede apreciarse en todos los escenarios de la ciudad que, la violencia es la herramienta más común entre los habitantes de todas las edades para dar solución a las diferencias” 

El ambiente en medio de nuestra ciudad es realmente agotador, nos estamos enfrentando a una oleada de violencia que dejar ver en su interior que, las personas consideran como único camino para la resolución de conflictos, dar una bofetada a su coterráneo con palabras soeces y, en el peor de los casos, a los golpes o machetazos. Puede apreciarse en todos los escenarios de la ciudad que, la violencia es la herramienta más común entre los habitantes de todas las edades para dar solución a las diferencias.

Es oportuno para ilustrar lo anterior, remitirnos a algunos ejemplos observables en nuestra realidad. Pero antes de ilustrar con hechos concretos lo que acontece en las calles e, incluso, en instituciones, ha de precisarse que, al ser humanos, estamos totalmente sujetos al error; el cual pudiese ser entendido si, consideramos la colectividad, como un aspecto importante que nos involucra a todos, es decir, por encima de intenciones o afanes personales, se halla el bienestar colectivo.

La intolerancia y la violencia son la respuesta común, basta conducir un vehículo por las calles de nuestra ciudad. Quienes conducen sus vehículos, afanados por cualquier cantidad de razones y, al no querer respetar un semáforo en rojo o un pare, intolerantes con quien va bien, arrojan a su conciudadano cualquier cantidad de arengas que terminan en una respuesta totalmente igual a la de quien inicialmente ha cometido el error de pasar el semáforo o el pare cuando no es debido. Se hacen los distraídos para ignorar que deben parar, culpando a quien no debe hacerlo de un error que no fue suyo y respondiendo de mala manera a quien no tenía la culpa.

Por otra parte, veamos en los más pequeños otra ejemplificación común de la violencia. Es observable en algunos establecimientos educativos públicos de la ciudad, las riñas de estudiantes que, portando el uniforme de sus instituciones, resuelven sus diferencias a los golpes. Aquí se deja ver otra falla que involucra a padres de familia, quienes no consideran otras formas de resolución de conflictos que no sea la violencia; se evidencia, en el decir de los más pequeños que, sus padres les orientan de tal manera. Es usual escuchar entre ellos que, no se la pueden dejar montar de nadie; si les pegan, ellos deben pegar; al mejor ejemplo de la ley del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”.


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John Jaramillo

Educador apasionado y convencido del camino que allana la educación para gestar generaciones honestas, responsables y constructoras de sociedad. Licenciado en Filosofía y Educación Religiosa de la Fundación Universitaria Católica del Norte; magister en Tecnología Educativa y Competencias Digitales; actualmente, abogado en formación.

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  • Perspectiva de una sociedad latinoamericana, asediada y diezmada por la secuela de un pasado cargado de violencia.

    El llamado es a romper la cadena y generar un cambio